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Hay que tomar medidas antes los casos de racismo en el fútbol

Memphis Depay en una imagen de archivo disputando un partido con el Olympique de Lyon.

Memphis Depay en una imagen de archivo disputando un partido con el Olympique de Lyon. / ROMAIN LAFABREGUE/ AFP

Los casos de racismo en el fútbol se mantienen a la orden del día con cafres que aprovechan una grada, un partido y un jugador diferente para propinar todo tipo de barbaridades. Y ya no hablamos de visitar campos rivales con aficiones abiertamente racistas, como las de la Lazio o los grupos ultras de varios equipos italianos o franceses; incluso puede ser tu propia afición.

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Lyon, martes, once de la noche: el Olympique acaba de clasificarse para los octavos de final de la Champions remontando un 0-2. En la celebración, llena de alegría y regocijo, un aficionado del propio equipo salta al campo y muestra una pancarta racista contra su propio jugador, Marcelo. El capitán del equipo, Memphis Depay, sale corriendo hacia él para quitarle la pancarta y le sujetan para que no le agreda.

El fútbol intenta erradicar estos episodios y lucha por la igualdad, pero sus medidas (a veces) se encuentran fuera de lugar. Algunos ejemplos son la vez que Taison acabó expulsado por lanzar un balón a la grada que le propinaba sonidos de mono o cuando Balotelli, tras ser insultado, quiso marcharse del campo en pleno partido. 

Sintiéndolo mucho, este no es el fútbol que quiero. Y, si para eso hay que tomar medidas más extremas, creo que es el momento.

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