"Espero que Casado abandere la 'concordia' de la que habla"

He visto en los informativos de días pasados que el señor Casado del PP ha propuesto una ley para la concordia en lugar de la llamada de memoria histórica.

La palabra concordia me gusta como finalidad del reconocimiento de la memoria. La intención de esta propuesta, sea la que sea, como la de la memoria, creará ánimo en unos y recelo en otros, a tenor de las declaraciones de quienes se sienten afectados y que somos -directa o indirectamente- casi todos. Por debajo de esa supuesta intención, me gusta pensar que esos casi todos coinciden en querer sacar a la luz y honrar a quienes se les negó e incluso se trató de ocultar su existencia con el olvido. Y de pasar las páginas que narran con sangre lo más oscuro de nuestra historia común y que vamos heredando generación tras generación como si fuera una maldición. Por otro lado, me niego a pensar en otras intenciones menos confesables y ocultas.

Al señor Casado y a su partido le diría, si pudiese, que su declaración no se quede solo en una ocurrencia puntual, y que hiciese bandera de esa propuesta. A bombo y platillo, con luz y taquígrafos en el Parlamento, en su esfera de influencia y en todos los medios. Avisando de su determinación y dando la importancia que merece. Comprometiendo y comprometiéndose dentro y fuera de nuestras fronteras y marcando hitos y esperanzas. Que no haya duda de la sinceridad y voluntad de la propuesta. Buscando un modo de actuar distinto al habitual hasta ahora de negociaciones secretas, globos sonda en la información y resultados pactados y que difícilmente satisfacen a la mayoría.

Al señor Sánchez, presidente del gobierno e imagen de otra manera de ver los problemas y soluciones existentes, le diría, si pudiese, que olvide por un momento el recuerdo y la pose simbólica del "no es no", y haga también algo nuevo y diferente. Con igual boato, luces, cámaras y micrófonos. Puede aceptar la propuesta, manifestando su desconfianza previa, pero anime la esperanza de trabajar en una tarea no solo retórica y que sería como remover -memoria-, y reforzar -concordia- los fundamentos de nuestra convivencia. Remover sería sacar todo lo oculto por intereses que suponen un presente y un futuro de frentismo, por hechos que muchos de sus actores ni han vivido personalmente.

De cómo pienso y me gustaría que fuese la organización y el funcionamiento político, económico y social en nuestro país, ni les hago referencia. Sí les diría que todo podría ser diferente si lográsemos deshacernos, de común acuerdo y con la misma voluntad de ese fantasma que no acabamos de apartar de nuestras vidas. Les diría que aprovechen la oportunidad de decirlo bien alto, aquí y allá eliminando cualquier duda de su sinceridad y voluntad.

Lo llaman como quieran, pero, por favor, que lo entendamos todos, y que no sea otra oportunidad perdida por esos tópicos de nuestro carácter y forma de hacer. Yo también siento dudas y desconfianza, pero me puede más llegar a ver el final de una guerra -la peor- de la que todos somos víctimas.