"El teletrabajo, con sus luces y sus sombras, una nueva era laboral"

La pandemia ha acelerado una forma de organización laboral, el teletrabajo, que suele combinar el trabajo a distancia con el presencial, en un modelo híbrido y que ha llegado para quedarse. El teletrabajo es aquella actividad laboral o funcionarial que se lleva a cabo mediante el uso exclusivo o prevalente de medios y sistemas informáticos, telemáticos y de telecomunicación. De la rigidez horaria de la oficina convencional se transita a una modalidad de trabajo flexible y en el propio domicilio.

Se apuntan como ventajas el ahorro de costes, la reducción de la movilidad con repercusiones ecológicas positivas en cuanto a la contaminación, la compatibilidad con la conciliación familiar, la retribución por objetivos de productividad. Como inconvenientes, el riesgo de paulatina deshumanización del trabajo, la desocialización del entorno laboral, la monitorización del empleado en contraposición al derecho a la desconexión digital, la adaptación del espacio domiciliar al teletrabajo, los costes directos e indirectos, como el ordenador, internet, el mobiliario, teléfono, aire acondicionado, etcétera.

Del presentismo en la oficina, no exento de procrastinación, escasamente productivo se corre el riesgo de sucumbir a un esclavizante y estresante telepresencialismo. En cualquier caso, obtener un mejor rendimiento en el desempeño a distancia de las obligaciones profesionales no es algo automático, dependerá del compromiso, de la implicación, de su talento, adaptabilidad y capacidad de organización, de los medios y facilidades que ponga a su alcance la empresa. La voluntariedad del trabajador junto con las necesidades propias de cada empresa en la reactivación del tejido productivo y su adecuación serán esenciales con miras al progreso. Se abre una nueva era: la redefinición o reformulación del trabajo con sus pros y sus contras.