"Nos dejamos engañar por la desesperación de obtener un trabajo"

A toda aquella persona que emprende la búsqueda de candidatos para una vacante, me veo en la obligación de hacerles una propuesta, que también es una reflexión. ¿Qué pasaría si cuando se requiere un mínimo de tres a cinco años de experiencia, flexibilidad horaria, referencias, residencia próxima al lugar de trabajo, puntualidad, capacidad de trabajo en equipo y estar acostumbrada a los posibles momentos de presión, la predisposición a colaborar con otros departamentos y unos cuantos etcéteras más se ofreciera el tipo de contrato y remuneración acorde con las aptitudes solicitadas?

Les garantizo que, al final de los muy variados tipos de procesos de selección, obtendrían un o una candidata motivada que no les dejaría en la estacada ante cualquier propuesta aparentemente mejor; podrían tener la satisfacción de incorporar en su plantilla a una persona con un interés real en el buen funcionamiento, así como el buen ambiente, de la empresa.

Es curioso cómo se olvida la ilusión e intención con la que un día se aventuraron a poner en marcha la empresa, grande o pequeña, cada uno con sus posibilidades y aspiraciones.

Yo siempre digo que "las cosas más importantes de esta vida no se pueden pagar con dinero". ¿Por qué, entonces, dejamos de darnos valor y nos dejamos engañar por la desesperación de tener un trabajo, sea el que sea? Cómo gusta presumir de "calidad humana" desde el marzo pasado, ¿será que así no les corroen tanto los remordimientos al seguir rotando de personal y perdiendo tiempo y dinero formando a personas que saben que van a salir corriendo en cuanto puedan, porque es el único resultado tras hacerles creer que les "salvan la vida" con un sueldo ridículo a cambio de un sinfín de obligaciones que ellos no serían capaces de cumplir? A mí personalmente me han descartado en muchas ocasiones, casi siempre por e-mail.