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"Cada día veo en el tren embarazadas y jóvenes con muletas buscando asiento"

Un tren de Rodalies, en una imagen de archivo.

Un tren de Rodalies, en una imagen de archivo. / ALBERT BERTRAN

Cada día voy en tren al trabajo. Llevo 6 años yendo al trabajo cada día en transporte público. Misma hora, mismo tren, caras ya conocidas, otras nuevas. Niños, personas mayores, jóvenes, adultos.

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Todos empezando el día y la rutina, algunos parecen más cansados, otros parece que lleven horas despiertos. En cada vagón de tren hay unos asientos reservados para personas mayores o embarazadas. Yo nunca me siento en ellos, prefiero que queden libres y cuando llegue alguien que realmente lo necesite, que pueda sentarse.

Me sabría mal no darme cuenta de que hay alguien ahí que quiere tomar asiento y no pueda. Es una lástima que no todo el mundo piense así; cada día veo embarazadas, personas mayores con bastón o jóvenes con muletas de pie, mirando hacia todas las direcciones por si encuentran asiento. 

A veces me miran con cara de "no importa", otras miran enfadados a la persona que no les cede el asiento destinado a ese uso. Si voy sentada en cualquier asiento, siempre les cedo el sitio. Si voy de pie, les emito compasión con la mirada y, en alguna ocasión, me he atrevido a animar a levantarse a alguna persona en un asiento reservado.

Por favor, viajeros del transporte público, poneos en el lugar del otro y empatizad, algún día podéis estar en esa situación. Sé que son las 8:00 h de la mañana, que es muy cómodo estar sentado, pero es necesario mostrar un gesto de compasión al otro.

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