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Blanca Fernández Ochoa: El adiós a un mito... y el morbo está servido

Blanca Fernández Ochoa.

Blanca Fernández Ochoa.

Se nos ha ido un mito. Un ejemplo de esfuerzo y superación para el deporte español y mundial, el femenino en particular y la sociedad en general. Pero la vida en ocasiones es cruel y nos sorprende con estos duros reveses para los que nunca estamos preparados, y nos arrebata a alguien a una temprana edad.

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Tras el hallazgo del cuerpo sin vida de Blanca Fernández Ochoa, las múltiples elucubraciones acerca de las circunstancias de su muerte -a falta de que se haga público el informe forense- no se han hecho esperar. El morbo está servido. Cada cual en privado puede pensar lo que quiera, pero públicamente, a través de las redes sociales y, sobre todo, de los medios de comunicación, se ha de velar por la prudencia, la mesura y el respeto para no alimentar rumorologías innecesarias que añadan más dolor a la familia, especialmente durante el tiempo desde su búsqueda hasta su sepultura o incineración. Y, pasado este proceso, ya habrá tiempo de conocer las causas del fallecimiento. Pero ya sabemos que en este país gustamos de generar morbo y regodearnos en él.

He de confesar que yo, personalmente, desde el mismo momento en que anunciaron la desaparición de Blanca, a la vez que se iniciaban las labores de búsqueda, me vino a la mente -y no sé definir por qué- la posibilidad de que su desaparición y muerte fuesen voluntarias. ¿Fue un presentimiento? Posiblemente. Lo que si puedo asegurar es que en absoluto fue una conclusión morbosa, e incluso lo comenté en privado con unas pocas personas allegadas pero con todo el respeto, tristeza y reservas del mundo. Ahora que ya sus familiares, amigos y vecinos le han dado el último adiós, me permito explicarlo en esta carta.

Descansa en paz Blanca. Allá donde estés, recibe mi reconocimiento a tu figura. Y que las maledicencias y los falsos mensajes de condolencias no contaminen tu lugar de descanso.

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