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"Aprende a decir: 'estoy mal'"

Hombre preocupado con ansiedad en la cama.

Hombre preocupado con ansiedad en la cama. / 123RF

“Acabas de perder 14 kilos. Físicamente estás mejor que nunca. Tienes amigos y familia que te quieren y te cuidan. Nadie te lo hace pasar mal. Eres una persona feliz y alegre. Solo tienes 20 años. ¡No puedes estar mal! No debes estar mal. ¡Egoísta! No te quejes, lo tienes todo, no tienes derecho.“ Repetía estos pensamientos en mi cabeza una y otra vez. No entendía qué me estaba pasando. ¿Por qué no estaba bien? ¿Por qué yo? Algo pasaba dentro de mí que no era capaz ni de gestionar ni de explicar. Tenía miedo a todo, miedo a salir, entrar, ir o estar solo, a sentir, a dormir, a caminar por la calle, a la noche, al día, a las opiniones, al qué dirán,.. No entendía qué me pasaba. Solo sabía que yo no estaba bien.

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Al principio, convivimos en mi cabeza durante un tiempo, solo nos encontrábamos por las noches y en los momentos de soledad. Convivíamos 'tan bien' que la gente no se daba cuenta de que algo no funcionaba. La gente no podía imaginar lo que había debajo de esa coraza. Pero, la actuación de Oscar que tuve durante aquellos meses, solo hizo que incrementar y agravar mis miedos y pensamientos. Un buen día explotó. Saltó todo por los aires.

No podía respirar, lloraba, gritaba, me mareaba, sentía un dolor en el pecho y le pedía a mi madre entre sollozos “mamá no estoy bien, necesito ayuda”. La ansiedad había llegado a mi vida. Llegó de la forma más inesperada y dolorosa posible. Todo dolía, me hacía daño, mi máscara se había caído. Solo era un chico de 20 años llorando en los brazos de su madre como si de un bebé se tratara.

Y fue solo en aquel instante de miedo e incertidumbre ante lo desconocido cuando aprendí una de las mayores lecciones de mi corta existencia. Nos tenemos que permitir estar mal. Y cuando estamos mal tenemos y debemos pedir ayuda. Y así hice yo, desde aquel fatídico día las cosas solo han mejorado, la ayuda llegó y llegó para mí en las mejores manos profesionales posibles: mi psicóloga.

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