La crisis del euro

La batalla por el nuevo tratado pone a Cameron en aprietos

BEGOÑA ARCE
LONDRES

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

David Cameron se encuentra pillado en medio de un conflicto que le obliga a luchar al mismo tiempo en dos frentes. El primer ministro británico pelea en Bruselas con Angela Merkel y Nicholas Sarkozy y amenaza con vetar cualquier propuesta de reforma del Tratado de la Unión Europea que pueda dañar los intereses británicos y en especial a la City de Londres. En casa, Cameron tiene dentro de su propio partido a los euroescépticos en pie de guerra, exigiendo el rediseño de los vínculos, que actualmente unen al Reino Unido con la Unión Europea (UE). El ala más derechista de los conservadores ve en la actual crisis la oportunidad de oro para recuperar algunos de los poderes cedidos a la UE. El grupo también pretende que cualquier cambio en el tratado sea sometido a referendo, algo a lo que Cameron se resiste.

«LÍNEAS ROJAS»/ «Si no puedo tener lo que quiero, no dudaré en vetar un tratado para los 27, porque si voy a Bruselas es para defender a nuestro país», declaró ayer, pocas horas antes de reunirse con Merkel y Sarkozy en un encuentro para dejar claras cuáles son las «líneas rojas» del Reino Unido y las condiciones que considera irrenunciables.

Con su advertencia de veto, Cameron pretendía tranquilizar a los conservadores euroescépticos, pero estos piden algo más que promesas y buenas palabras. En un artículo publicado ayer en elDaily Telegraph, 30 de esos diputados reclamaron al primer ministro que defienda los intereses de la City, frente a las medidas «dañinas» que proponen Merkel y Sarkozy.

El sector de servicios financieros británico emplea a casi dos millones de personas, genera más de 50.000 millones de libras (58.600 millones de euros) al año y representa el 10% del Producto Interior Bruto (PIB) del Reino Unido. Los euroescépticos se oponen a cualquier regulación más estrecha por parte del tándem francoalemán y a la imposición de una tasa a las transacciones financieras. «Es imperativo que el Gobierno luche por nuestros intereses, peleando o bien por un nuevo protocolo europeo, o bien por salvaguardas legales específicas para Gran Bretaña», decía la carta.

El miércoles por la noche, tres grupos distintos de parlamentarios euroescépticos celebraron una reunión para aunar sus estrategias. Una de las figuras más populares de los toriesy contrincante potencialmente peligroso para Cameron, el alcalde de Londres, Boris Johnson, ha reclamado la convocatoria de un referendo, en caso de que se modifique el actual tratado. El propio ministro para Irlanda del Norte, el conservador Owen Paterson, considera el referendo «inevitable» si se crea una eurozona más integrada.

PRIORIDAD ABSOLUTA/ Lo más chocante de la actual situación es que el propio Cameron es un euroescéptico, pero al mismo tiempo es perfectamente consciente de que la prioridad absoluta en este momento es rescatar la eurozona. Si el euro se hunde, la propia economía británica se verá arrastrada a su vez. Pero Cameron recuerda también cómo las divisiones sobre Europa desgarraron el Partido Conservador en la década de los años 90, cuando los euroescépticos se amotinaron contra el entonces primer ministro, John Major, durante la ratificación del Tratado de Maastricht.