"RESPETO AL CLUB Y AL ESCUDO"

La intrahistoria de la gran bronca de Xavi: de Múnich 2021 a ganar al Almería en 2023

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Xavi: "La primera parte es inaceptable, no somos el Barça de 2010"

Los jugadores del barça celebran el primer gol de Sergi Roberto al Almería.

Los jugadores del barça celebran el primer gol de Sergi Roberto al Almería. / AFP7

Joan Domènech

Joan Domènech

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Soltó Xavi en el descanso ante el Almería una de las mayores broncas que recordaba. Comparable, quizá, a la Múnich de 2021. “Algunos no entendéis lo que significa jugar en el Barça”, chilló aquel día, en el que dejó como prueba de su enfado una pizarra rota. Dos años después, la repetía. Por el mismo motivo: la ausencia de espíritu luchador de los jugadores del FC Barcelona.

El técnico recriminó ante el Bayern una falta de intensidad inaceptable para jugar en el Barça.

El 8 de diciembre de 2021, en su quinto partido como entrenador azulgrana, el equipo visitaba al Bayern para pelear por sus últimas opciones de pasar a la fase de grupos. Encajó dos goles antes del descanso, se llevó una tunda (3-0) y cayó, resignado y acomplejado, a la Europa League.

El Almería no es, ni mucho menos, el Bayern. Colista de la Liga, se presentó en Montjuïc sin haber ganado ni un partido y en el descanso empataba (1-1). Rebrotaron algunos pitos en la grada. Habló Xavi en el vestuario. Gritó Xavi. “Hay que dejarse la piel por respeto al club y al escudo”, iteró.

Xavi, preocupado durante el Barça-Almería.

Xavi, preocupado durante el Barça-Almería. / Albert Gea / Reuters

"Correr como animales"

“Es inaceptable”, concluyó la charla, en comunión con el sentir de la mayoría de aficionados culés que estaban helados viendo el partido, incluso los que estaban en sus casas. Sonrojado como entrenador porque, como reconoció, ”es responsabilidad mía”.

Ordenó Xavi a sus hombres que salieran “a correr como animales” a que se “dejaran el alma” en el campo, contraviniendo -o no- las instrucciones que acompañan al manual por el que el Barça ganará jugando mejor que el rival, en ese apasionado alegato apelando al amor propio y al profesionalismo. Siempre falta algo en el equipo que lastra su trayectoria. Falta contundencia, falta efectividad, falta suerte… Pero lo que no puede faltar es predisposición ni entrega, recriminó.

Raphinha, después de un remate fallido ante el Almería.

Raphinha, después de un remate fallido ante el Almería. / Josep Lago / AFP

La alerta a la desgana y el abandono de Xavi remitieron a la actitud personal de cada futbolista, una acusación más ofensiva

Propósito de enmienda

La impericia del remate y la blandura defensiva son carencias más o menos transitorias que atañen a la cualidad y la calidad del futbolista. A ellas se aferró el técnico para explicar otros resultados, el 1-1 de Valencia, sin ir más lejos.

La alerta a la desgana y el abandono remitieron a la actitud personal, una acusación más cruel y ofensiva. Para el deportista y para el trabajador en general. Recriminación avergonzante, que también puede ser momentánea. De hecho, en la segunda mitad del partido, Xavi atisbó el propósito de enmienda y el equipo superó el trago con apuros. Sergi Roberto anotó el primer doblete de su vida a los 31 años e Iñaki Peña sacó una mano salvadora que evitó el 3-3 luego de haber regalado el 2-2.

Ilkay Gundogan anima a sus compañeros.

Ilkay Gundogan anima a sus compañeros durante el partido ante el Almería. / AFP7

"No somos el Barça de 2010", increpó al grupo, recordando su inferior calidad respecto a un equipo que "corría y era agresivo"

El efecto de la charla

“La charla del descanso ha ido bien”, entendía Xavi, concediéndose la buena lectura de la situación y aceptando que el nivel del primer tiempo era responsabilidad suya. “No volverá a ocurrir”, prometió, igual que garantizó que bajo sus órdenes no se vería otra representación tan floja como aquella del Allianz Arena. “Debemos exigirnos muchísimo más porque somos el Barça”, calcó de regreso al presente de una intervención que calificó de "tensa".

Se adentró Xavi en el terreno siempre fácil de la comparación, a menudo útil, para enfrentar dos elementos y subrayar las semejantes y las diferencias. “No somos el Barça de 2010”, enunció, tal vez para alejar las expectativas de su propio equipo y aliviarle de presión. Incluso para reclamar la humildad imprescindible para competir. “O nos dejamos la vida o no ganaremos nada. Si no nos llega por fútbol, nos tiene que llegar por alma. Si no lo damos todo, no nos llega. Contra ningún equipo”. Ni contra el colista.

Sergi Roberto, felicitado por Ferran.

Sergi Roberto, felicitado por Ferran. / Alejandro García / Efe

"O nos dejamos la vida o no ganaremos nada. Si no nos llega por fútbol, nos tiene que llegar por alma. Si no lo damos todo, no nos llega. Contra ningún equipo”

Xavi Hernández

— Entrenador del Barça

Hubo el Barça de ‘les cinc copes’ de Ladislao Kubala como vara de medir para las siguientes generaciones. No se elevó el listón hasta el ‘Dream Team’ de Johan Cruyff, periodo mítico, hasta la irrupción del ‘Pep Team’ que establece la cota máxima en títulos -el primer sextete de la historia del fútbol- y en nivel de juego.

Aquel Barça de 2010 había conquistado el triplete mayor (Liga, Copa y Champions) en su primera campaña y completó el recorrido de la inmortalidad con las dos Supercopas y el Mundial de Clubs, más otra liga. Siete títulos en dos campañas reunió el grupo bajo las órdenes de Pep Guardiola.

Robert Lewandowski dispara a portería.

Robert Lewandowski dispara a portería. / AFP7

Dos títulos (Liga y Supercopa de España) en dos temporadas, que pueden aumentar a seis si conquistara los cuatro títulos que hay un juego, acumula el Barça de Xavi, integrante del 2010 dentro del césped. Una de las pocas similitudes radica en la presencia del delantero centro referente, Robert Lewandowski en la actualidad, Zlatan Ibrahimovic entonces, al que se tuvo que echar por su inadaptación.

“No somos aquel equipo de 2010, no tenemos esa calidad”, dijo Xavi en la equiparación que efectuó, recordando que, además, aquel equipo “corría y era agresivo”. Y tenía a Lionel Messi, el único futbolista que puede permitirse el lujo de jugar caminando.