EL ANÁLISIS

La contracrónica del Barça-Almería: de Coutinho a Raphinha

El brasileño se puso los dedos en los oídos tres marcar el gol, repitiendo la recordada actitud de Coutinho en 2019, pero los dos goles del capitán evitaron que los pitos se multiplicaran

Raphinha hace oídos sordos tras marcar el primer gol del partido ante el Almería.

Raphinha hace oídos sordos tras marcar el primer gol del partido ante el Almería. / Josep Lago / AFP

Joan Domènech

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Philippe Coutinho cavó su fosa a ojos de los culés una noche en la que se puso los dedos en las orejas para simular que hacía oídos sordos a los pitos. Acababa de marcar un golazo al Manchester United en la Champions. Fue aplaudido luego al ser sustituido, con el 3-0 en el marcador que desprendía felicidad. Era el 19 de abril de 2019, fecha que remite a los cuartos de final de la competición europea.

Coutinho no marcó ningún gol más, y a final de temporada fue cedido al Bayern para que el Barça no dejara libre a la, entonces, inversión más cara de la historia. Volvió en 2020, jugó medio año y se marchó definitivamente entre la indiferencia general. Aquella noche estaba en el campo Sergi Roberto.

Raphinha y Sergi Roberto, los autores de los goles angte el Almería.

Raphinha y Sergi Roberto, los autores de los goles angte el Almería. / Josep Lago / AFP

Sólo atención

Raphinha se puso los dedos en las orejas como hizo su compatriota esta noche de diciembre. Un gol nacido de un rechace del meta a cabezazo de Araujo en un córner. Nada brillante, sólo un ejercicio de atención. Al Almería, el colista destacado de la Liga. El 1-0 hacia la media hora de juego, ventaja que duró poco.

Raphinha costó 55 millones y ese gesto entre la protesta y la reivindicación se tornó irritante. Siete minutos después igualaba Baptistao. Volvieron los pitos. Hasta entonces se habían dedicado a un par de largas posesiones del Almería, inocuas, pero que el Barça no supo acortar con la presión; a partir de entonces, las miradas de la hinchada se tornaron más severas. Esta noche todavía seguía Sergi Roberto en el campo. Ante los gestos de sus compañeros, él hizo una buena obra con sus dos tantos.

Ronald Araujo se impone en e,l salto a Chumi en el córner que supuso el 1-0.

Ronald Araujo se impone en e,l salto a Chumi en el córner que supuso el 1-0. / AFP7

Nada que reivindicar

El extremo brasileño no tenía nada que reivindicar ni nada por lo que protestar. Era su tercer gol en la Liga. Desde el 26 de septiembre en Mallorca. Los culés sólo le han podido aplaudir en Montjuïc el gol al Betis en la quinta jornada. Eran muchos menos en las gradas. Desde aquella tarde de septiembre, en la ascensión hacia la montaña han desaparecido 10.584 peregrinos de los 45.055 que disfrutaron con aquella apoteosis (5-0).

El Barça ha dejado de golear. A duras penas gana. Y, en el declive, el Almería acentuó la caída de espectadores. El Atlético, en el último compromiso, había establecido la peor asistencia (34.568 personas) y el Almería la rebajó a 34.471.

Raphinha acude a felicitar a Sergi Roberto después de que el capitán anotara el 2-1.

Raphinha acude a felicitar a Sergi Roberto después de que el capitán anotara el 2-1. / Albert Gea

Generosa hinchada

El reivindicativo Raphinha se marchó aplaudido entre otras razones, porque le sustituía Lamine Yamal, el niño del equipo. Él aplaudió brevemente a la grada. La generosidad de la hinchada se comprobó con los aplausos que recibió Oriol Romeu, cuyos errores han sido más visibles y salieron más caros (dos goles del Amberes, por ejemplo) y los breves cánticos de ánimo de Iñaki Peña tras fallar en el 2-2.

Más que gestos, el Barça necesita acciones silenciosas. De eso sabe Sergi Roberto después de una década en la plantilla. Volvía a ser titular, el primer capitán por las ausencias de Pedri y De Jong. Nada protestó, nada reclamó Sergi Roberto, cargado de motivos para agigantar su figura ante la grada con los dos goles que salvaron al Barça, a Xavi y a Raphinha. El aliviador cierre del año cuyo final pedía a gritos el equipo, agotado completamente.