Resurrección triunfal

España no tenía ninguna fábrica de discos de vinilo en 2012 y ahora tiene tres

Las ventas de vinilos se disparan impulsadas por jóvenes nacidos cuando el formato estaba en la tumba

La planta Krakatoa Records abrió como una "idea loca" en Castelló de la Plana en 2013

Como las tapas, el pan 'de calidad' y los tatuajes, el microsurco sufre un proceso de gentrificación

El rincón donde mejor se escucha la música en Barcelona

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Salvadiscos, esta semana

Salvadiscos, esta semana / Ferran Nadeu

Ramón Vendrell

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En 2012 no quedaba en España ninguna fábrica de discos de vinilo. Normal: el exterminio del microsurco iniciado por la gran industria discográfica en los 80 había culminado en los 90 y nada hacía pensar que pasaría lo que está pasando. El CD, aunque ya muy tocado por la piratería y la música digital, reinaba supremo como formato físico, también en los sellos independientes. Entonces, en 2013, tres amigos abrieron la planta de prensaje de vinilos Krakatoa Records en Castelló de la Plana. "Fue una idea loca", dice Bernat Fayos, uno de los tres socios. Un grupo empresarial fundó Press Play Vinyl en Urduliz (Vizcaya) en 2019 y Mad Vinyl comenzó su actividad en Algete (Madrid) en 2020.

Krakatoa empezó como "una apuesta irracional" de fans del vinilo, señala Fayos, 42 años y miembro de la formación de ska Bandits. Con unas viejas máquinas estadounidenses y con el método de ensayo y error fueron aprendiendo el oficio. Fue decisivo el apoyo de su camarada Radomir, checo para más e importante información. No solo por sus conocimientos de mecánica e ingeniería. En un viaje a Praga, Radomir consiguió un tesoro: material curricular de los estudios para ser técnico de prensaje de vinilos. Resulta que en la República Checa está la factoría principal de GZ Media, en funcionamiento desde el soviético año de 1951 y el coloso europeo, si es que no mundial, de la fabricación de microsurcos. Una industria nacional en toda regla que tiene por tanto su formación profesional.

Visión

Hay personas con visión. Tras varias visitas a Krakatoa, Enric Pedascoll, director de la discográfica barcelonesa Satélite K, entró en 2019 como socio de la fábrica de elepés y 'singles'. La inyección de capital permitió la renovación de la maquinaria. Los impulsores de lo que parecía una chifladura viven en la actualidad de Krakatoa. No solo eso: trabajan sobre todo para marcas independientes con las que sienten afinidad (Liquidator, Say It Loud, Buen Ritmo, Kasba, Potencial Hardcore, por supuesto Satélite K). Aunque no tienen ningún problema con manufacturar discos de metal o electrónica de baile, ni con satisfacer encargos de multinacionales si les llegan de rebote. Una aventura 'underground' con final feliz.

10.000 socios

La asociación cultural Salvadiscos abrió sus puertas en Barcelona en julio de 2021. Salvadiscos de vinilo, claro está. Desde entonces, casi 10.000 personas han sido socias de la entidad por un periodo u otro. El espacio es a la vez punto de encuentro para aficionados duros a la música (negra, principalmente), tienda de discos y cantera de "selectores", que no 'disc-jockeys', a través de sus talleres y las oportunidades al mando de los giradiscos que brinda. También ofrece Salvadiscos servicios externos de 'backline' y selectores a quien quiera contratarlos, que no son pocos.

"Un selector de discos de vinilo es un entendido -dice David Ayllón, gestor de Salvadiscos-. Alguien que se ha currado conseguir el material y que ha estudiado el viaje sonoro que va a proponer". Siempre ha sido así en las microescenas de forofos de la música de los años 50 y 60. Ahora se expande más allá de esos guetos. "Cada vez hay más bares y clubs en Barcelona con dos [platos] Technics -señala Ayllón-. Casi habían desparecido y están volviendo".

Audiofilia

Salvadiscos presta atención a la calidad del sonido, y mucha. Pero nada que ver con los llamados bares o cafés audiófilos. Son una tendencia internacional que en Barcelona tiene al menos dos representantes, el Oblicuo Hi-Fi Bar y el Curtis Audiophile Cafe. La reproducción en alta fidelidad alcanzó en los 60 y sobre todo los 70, cuando mandaba el vinilo, niveles asombrosos. Es la baza que juegan los también conocidos como 'listening bars', con sistemas de sonido que a los oídos educados en el 'streaming' convierten la música en algo parecido a una fantasmagoría de feria para los terrícolas del siglo XIX. La música es casi corpórea y lo llena todo sin necesidad de volumen demente.

Gentrificación

'Gentrificación' es un concepto de origen urbanístico e inmobiliario que hace referencia a la sustitución de la población de un vecindario por otra más rica siguiendo una lógica capitalista. Un mecanismo muy parecido se da en aspectos de la cultura popular. Básicamente, todo lo que renace, renace más caro y deja fuera de juego a sus consumidores de toda la vida. Sucedió con las tapas, ha sucedido con los tatuajes y el pan 'de calidad' y está sucediendo con el vinilo. Los 'listening bars' son el máximo exponente de la gentrificación del vinilo, con permiso de las reediciones de discos con gramaje digno de una guillotina.

En el mercado del coleccionismo de discos, Discogs ha tenido un efecto también gentrificador. Es Discogs una base de datos discográficos descomunal, una maravilla, a la vez que un zoco de discos igualmente descomunal. No hay tienda que no tenga su oferta en Discogs, sitio en el que también infinidad de particulares creen que van a hacerse ricos con sus colecciones. "Discogs funciona como comparador de precios y como tal crea especulación -dice Jordi Llansamà, jefe de BCore y comprador y vendedor de discos-. Todos comparamos al alza".

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