Regreso al pasado

Ánforas de barro como los romanos: se vuelven a hacer vinos como antes

La búsqueda de tragos más frescos y ligeros activa la recuperación de métodos de elaboración milenarios como las tinajas

De terciopelo, con madera, realidad aumentada... El futuro de las etiquetas de vino ya se asoma por aquí

Barcelona Wine Week 2024: lo mejor del salón del vino

La escritora de vinos Beth Willard, con cinco creaciones elaboradas con ánforas de barro y depósitos de hormigón que ha comentado este martes en la Barcelona Wine Week.

La escritora de vinos Beth Willard, con cinco creaciones elaboradas con ánforas de barro y depósitos de hormigón que ha comentado este martes en la Barcelona Wine Week. / Ferran Imedio

Ferran Imedio

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La segunda jornada de la Barcelona Wine Week ha viajado al pasado, sin salir del presente, sumergiéndose en ánforas de vino y depósitos de hormigón. Dos tipos de recipiente que llevaban décadas olvidados y que en los últimos años se han ido recuperando a través de pequeñas y grandes bodegas. La australiana Beth Willard, redactora de la prestigiosa revista 'Decanter', copresidenta regional para España en los Decanter World Wine Awards, colaboradora del Master of Wine Tim Atkin y miembro de la Gran Orden de Caballeros del Vino, ha puesto sobre la mesa (y en la copa) cinco ejemplos de cómo la crianza al margen de los omnipresentes acero inoxidable y maderas puede alumbrar creaciones excepcionales.

"A veces, los mejores métodos son los de antes", ha comentado a modo de preámbulo de su didáctica cata. Y sí, hay que irse muy atrás en el tiempo para hablar de las ánforas o tinajas, que se usan desde que el vino es vino. Son milenarias. El hormigón, en cambio, apenas tiene algo más de un siglo de vida, y eran habituales en las cooperativas, que descubrieron que este material era muy fácil de limpiar y no necesitaba ser repuesto casi cada año como sucede con las barricas de madera.

Para Willard, la clave de este resurgir es que "existe un movimiento que busca vinos con más frescura". Elaborar con ánforas y hormigón aporta, en general, "mucha concentración, mucha fruta, mucha identidad pero sin nada secante ni sabor a madera". "Son más ligeros", resume la experta. La oxigenación es muy lenta, con temperaturas muy estables y sin sabores ni aromas de madera.

Para concretar más, un vino tinto que ha pasado por una tinaja "tiene más recuerdos a barro, es más metálico en el buen sentido de la palabra, notas de tierra, más textura".

El hormigón, en cambio, "es como si no hubiera nada en contacto con el líquido, con lo que se consiguen vinos más abiertos, más puros, que hablan más del viñedo y la fruta". Willard lo compara con la elaboración reductiva del acero inoxidable, que no 'transpira' como el hormigón, un material que saca a relucir la acidez y la variedad, algo que la madera, que aporta complejidad y estructura, suele esconder.

¿Y los blancos? "En general, los blancos criados en tinajas y hormigón lucen más cuerpo, más peso, más boca gracias a la crianza más lenta -explica Willard-. Los blancos en ánfora tienen sensación de cera, resultan más sedosos, más golosos, y ganan mucho más en boca, mientras que los que salen del hormigón dan otra textura, más exfoliante, como piedra mojada, pero sin tanto peso en boca. Son muy vivos en boca".

Toda esta teoría ha sido refrendada en la práctica con una cata de cinco vinos que cualquier 'wine lover' debería apuntar en su lista de "joyas enológicas por descubrir", según Willard, muchos de ellos elaborados con garnacha porque es una variedad de uva que funciona a las mil maravillas en tinajas y hormigón.

Por la mesa han desfilado el 'orange wine' de chardonnay Pieles 2022 (Bodegas Binifadet, de Menorca), el blanco ecológico y biodinámico de garnacha blanca Kha Mé 2021 (Bodegas Bhilar, Vino de España), el 'provenzal' (por su palidez) Lalomba Finca Lalinde Rosado 2022 (un 'rioja' a base de garnacha con un poco de viura de Bodegas Ramón Bilbao), el "rosado oscuro o tinto ligero" Naturaleza Salvaje Clarete 2021, mitad y mitad de garnacha tinta y blanca (Bodega Azul y Garanza) y el 'garnacha' Kimera Tinto 2019 (LMT Wines, DO Navarra).