Gastronomías

El psicólogo y escritor que guisa albóndigas en una librería

La carrera de Carles Armengol ha dado la vuelta para regresar al origen: psicólogo, escribió un exitoso libro de recuerdos sobre el restaurante familiar, Collado, y se ha hecho cargo de la comida de la librería +Bernat

Bagá: un talento gigantesco en 44,5 metros cuadrados

El restaurante de carretera con estrella que llena

El psicólogo y escritor Carles Armengol.

El psicólogo y escritor Carles Armengol. / Pau Arenós

Pau Arenós

Pau Arenós

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Carles Armengol (Barcelona, 1981) se ha hecho cargo de un bar después de haber odiado el bar. Sus desamores de barra y malos humos los contó de forma detallada y sin épica ni nostalgia en 'Collado. La maldición de una casa de comidas', inesperado éxito con cinco ediciones publicado por el Colectivo Bruxista, editorial de submundos que emerge del mundo del fanzine.

Cómo la historia de un restaurante cerrado en el 2012, fronterizo entre L’Hospitalet y Barcelona, ópera prima de un psicólogo, acaba siendo publicado por una editorial asturiana cuyo nombre es el del rechinar nocturno de dientes se explica desde las amistades fortuitas en la noche barcelonesa.

Decir que ese libro de memorias tempranas cambió la ocupación de Carles Armengol, el hijo menor de la familia propietaria del Collado, fundado en 1928, no es ninguna exageración ni un lugar común porque ha dejado atrás el trabajo de psicólogo 'freelance' y precario para regresar al lugar donde nunca creyó que volvería: el mando de un bar.

Las albóndigas de la +Bernat.

Las albóndigas de la +Bernat. / Pau Arenós

El lugar elegido reviste la misma singularidad que todo lo narrado en este artículo: la librería +Bernat, en la calle de Buenos Aires de Barcelona, propiedad de Montse Serrano y varios socios, entre ellos, Mercedes Milá. 

En el Sant Jordi del 2022, Carles fue a firmar y Montse le ofreció la cafetería: «¿Por qué no te la quedas?’, me dijo. En ningún momento me había planteado tener un bar». 'Tener' es el verbo porque durante un tiempo defendió el fuerte del Van Van Var.

En la última etapa del Collado sopesó la continuidad, superado el tiempo de la aversión y el rencor por la infancia robada, aunque también fue una escuela conmovedora con aquellos clientes –yonquis, prostitutas, enfermos, delincuentes– sobre los que el día a día pasaba como una apisonadora.

El bocadillo 'Americanah' de la +Bernat.

El bocadillo 'Americanah' de la +Bernat. / Pau Arenós

Que se coma en una librería no es nuevo, pero que las mesas estén dispersadas por todo el espacio, tal vez sí. El comedor librería o la librería comedor.

Primero, Carles dice lo que no es: «No soy cocinero». Sin embargo, es un hombre con recursos, con dos fuegos de inducción («esto es un poco punki») con los que prepara el plato del día, con dos propuestas para este viernes: las albóndigas, plato-enseña, y los garbanzos con verduras y curri thai.

Despliega una importante panoplia de bocadillos con el pan de Solà, de Argentona, como soporte. Estamos de acuerdo en que el pan es más de la mitad del resultado: «El 60%».

collado

Portada del libro 'Collado'. / EP

Entro con una cerveza y las albóndigas, mitad cerdo, mitad ternera, basadas en la fórmula del Collado, jamás apuntada, cocina oral («querría hacer un recopilatorio de recetas»), con una salsa con zanahoria, guisantes y champiñones y un añadido personal: «Puré de patatas, mantequilla y un toque de mermelada de naranja amarga, según la idea de un cocinero amigo».

+Bernat sirve también como recuperadora de afectos: cada día, Miquel, el padre, viene a echar una mano mañanera y le da a la cebolla o al 'tall rodó'.

Collado robó no solo la infancia y la adolescencia de Carles, sino también secuestró a los padres, Miquel y Flora. Era la hostelería esclavizadora que tragaba a las familias por un malentendido: para ganarse la vida había que dejarse la vida.

«Desde que se jubiló, se libró de la maldición. Y comenzó a conocer a sus hijos y a sus nietos». Carles refiere con alegría esa complicidad que no tuvo antes.

La pizarra con la oferta nombra los bocatas: el 'Collado' es un bikini, aunque, reconoce el autor, meter un fricandó entre panes representaría mejor el espíritu.

Las cazuelas de Carles Armengol.

Las cazuelas de Carles Armengol. / Pau Arenós

Doy un mordisco ansioso al 'Americanah': 'bull' blanco con nueces, 'bisbe' negro con pistachos y queso havarti, pasado por la sandwichera, generoso de contenido y exterior crujiente, y lo disfruto como la novela con el mismo título de Chimamanda Ngozi Adichie, también abundante.

El primer libro de Carles «conectó con una gente y una generación» y el segundo, en proceso, sigue tocando la tecla colectiva y local: «Personas con dos carreras que tienen que buscarse la vida, trabajar en lo que no gusta, los desamores, lo que cuesta madurar…». Es la banda sonora de este cocinero repentino, 'dj' con conocimiento, con una lista entre manos de «música afroamericana» o de «soul japonés de los 70».

La pizarra con los bocadillos de +Bernat.

La pizarra con los bocadillos de +Bernat. / Pau Arenós

Le pido otro inventario, de restaurantes, de bares («soy el Julio Iglesias de los bares: infiel»), así que enumera los favoritos de ahora, que no necesariamente serán los de mañana: Gelida, La Chana, Can Vilaró, Bar Neme e Iberia.

 Psicólogo «analista de consumo y tendencias sociales», el máster lo hizo en Collado cuando solo era un niño. 

Suscríbete para seguir leyendo