Comer por menos de 15 €

Menú del día: La Taverna del Caçador, en la franja

El restaurante, con especialidades aragonesas, se encuentra en la frontera entre Barcelona y L'Hospitalet

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El conejo de La Taverna del Caçador.

El conejo de La Taverna del Caçador. / Alberto García Moyano

Alberto García Moyano

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Con esta entrega me pasa que estaba tremendamente ilusionado por poder presumir de que esta vez os iba a hablar de un lugar fuera de Barcelona. Es más, tenía una perorata preparada acerca de L’Hospitalet de Llobregat y lo magnífica que resulta esta localidad para salir, comer (y el rollo de siempre).

Pero, mira por dónde, por escasos metros seguiremos en Barcelona, ya me disculparéis. Y es que La Taverna del Caçador se encuentra justo en la frontera entre ambas poblaciones, en la Riera Blanca. Teniendo en cuenta que, en este lugar, se hace un bonito proselitismo de Huesca, podríamos decir que esta visita lo es a “la franja”.

La Taverna del Caçador

Riera Blanca, 209. Barcelona

Tf: 933.311.004

Precio: 12,80 €.

En las varias visitas que dan origen a estas líneas felizmente se ha visto uno recibido en esta casa te con —adoradas— ilustraciones de Azagra&Revuelta, que conviven con anuncios de cursos de aragonés. Todo un detalle ahora que, aunque vayamos tarde, se puede hablar este bello idioma en el congreso de los diputados.

El estofado de pulpo de La Taverna del Caçador.

El estofado de pulpo de La Taverna del Caçador. / Alberto García Moyano

Aquí me trajo por primera vez Jordi, mi tete a la par que socio y alma de Sants es Crema. No dudó en convocarme tras ir de expedición por su cuenta un día que andaba investigando esta zona, que conoce más que bien. Y, como el señor se pasa el día entre fogones, en cuanto me convocó, corriendo a acudir a la cita. Del caserío, me fío.

La comodidad que te da no tener que sufrir con la elección del primer plato es algo que cada vez valoro más.

Opciones a la altura de unos garbanzos a la riojana con bien de oreja (todo un detalle) pero también con muchísima mano para sacarse de la manga unos sabrosos canelones en pleno mes de septiembre de los que hubiese repetido ración y no precisamente porque las tres importantes unidades que sirven sean escasas.

Y, si lo de los primeros no es problema, pues dos más dos suman cuatro, ya os podéis imaginar que escoger segundo plato no reviste el más mínimo riesgo para el disfrute completo.

La entrada de La Taverna del Caçador.

La entrada de La Taverna del Caçador. / Alberto García Moyano

Al margen de tener siempre una opción de pescado fresco (guardo un muy grato recuerdo de un sabrosísimo estofado de pulpo o de la merluza a la plancha), tienen mucha mano con la carne y la plancha, donde no es difícil encontrar churrasco.

Y una debilidad porque, en mi última visita, a los canelones les siguió el conejo al horno, tierno y con papas a la altura de las circunstancias. Como ya venimos diciendo, ¡hay que comer mas conejo!

La jugada en esta casa la rematan bien ya que, entre el amplio surtido de postres (que, salvo la fruta, de temporada, suelen ser caseros), destaca la variedad de flanes. Desde el clásico de huevo al de café, pasando por el de chocolate. No puedo decidirme por ninguno. Casi mejor que vayáis vosotros mismos y despejéis cualquier duda.

Felicidad es lo que se rezuma tras visitar esta casa. Felicidad que dura y que provoca asiduidad. Poco más se puede pedir, sinceramente.