Cata Menor

¿Y el premio al mejor camarero del mundo?, por Pau Arenós

Camareras acosadas a diario (“Oye, guapa”), camareros reclamados a silbidos como si fueran cabras

The World's 50 Best Restaurants 2023: los ganadores son las marcas

El comensal solitario molesta

Un camarero limpia una mesa en una terraza

Un camarero limpia una mesa en una terraza

Pau Arenós

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Sentado junto a Pere Monje, el director de Via Veneto, durante una cena, pregunta con la mejor de las intenciones.

–¿Alguna novedad en el mundo del servicio?

Pere pertenece a esa gran escuela de camareros que coloca al cliente delante de cualquier otra cosa. Su casa es un restaurante de clientes y eso, que parece una obviedad, no lo es.

La mayoría son restaurantes de cocineros; algunos, de propietarios; una minoría, de clientes.

El cliente es, a veces, un dictador. Esa letanía de que siempre tiene la razón es una doctrina de sumisos.

El camarero es el último mono en la selva hostelera. Sueldos bajos, trabajos ingratos, poco reconocimiento.

En la otra cara, ese intrusismo de temporada, personajes que se sientan a tu lado sin ser invitados para tomar nota: “Hola, chicos, ¿cómo estáis?”. Mal.

O los aficionados incapaces de saber a qué comensal corresponde cada plato.

No existe el premio al mejor camarero del mundo. Sí existe el certamen Camarero del Año. Le hacemos poco caso.

La servidumbre, piensan los engreídos. Nosotros, que también somos criados de otros, nos sentimos señores por el precio de una taza de café.

Camareras acosadas a diario (“Oye, guapa”), camareros reclamados a silbidos como si fueran cabras.

–¿Alguna novedad en el mundo del servicio?

Más bien un deseo: que se les forme bien, que se les pague bien, que se les trate bien.

Que no sea un trabajo mientras se busca otro trabajo.

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