Gastronomía asequible

Barcelona buena y barata: trío de boquerones en El Moll del Rebaix, viaje a la Barceloneta profunda

Este bar es un espacio con alma, sin pátina impostada, y con un gran ambiente

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Paco Parra tras la barra de El Moll del Rebaix.

Paco Parra tras la barra de El Moll del Rebaix. / Òscar Gómez

Òscar Gómez

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Entre calles angostas, fachadas con desconchón y aceras manchadas de noche gentrificada, la Barceloneta atesora locales de autenticidad incorrupta. Son pocos pero existen. Espacios con alma, bares sin pátina impostada. Supervivientes que habitan en el recuerdo colectivo de una Barcelona en retirada. Son la resistencia, y también son un pequeño milagro. Una de estas joyas es El Moll del Rebaix, donde Paco Parra lleva desde el 2004 sirviendo excelentes boquerones al personal.

La puerta desvencijada que da acceso al bar El Moll del Rebaix.

La puerta desvencijada que da acceso al bar El Moll del Rebaix. / Òscar Gómez

Tras la puerta desvencijada de El Moll encontramos paredes pintadas de azul eléctrico repletas de fotografías con referencias cinematográficas. No quedan apenas huecos. Los recuerdos de clientela y familia se acumulan tras la barra, en un abigarrado desorden colorido y sensacional. Es sábado por la tarde y mientras me zampo unas anchoas de campeonato, a mi lado Humphrey Bogart se asoma a la regatera a Marilyn Monroe ante la mirada atónita de Lauren Bacall.

El Moll del Rebaix

Baluard, 84. Barcelona

Tf: 93.221.89.56

Boquerones en vinagre: 7,5 € (4,5 € media ración)

Anchoas: 2,60 €

'Pescaíto' frito: 7,5 € (5 € media ración)

Suena la música y la clientela canta animadamente las letras de un karaoke proyectado en la pantalla. La parroquia se pone a corear una de Sergio Dalma y alguien grita que quiere que suene Aitana. Me empujo 'pa' dentro' otra anchoa carnosa, intensa y excelentemente aliñada. Una pareja baila junto a un tonel-mesa y le pedimos a Paco otra más de boquerones en vinagre y unas gambas saladas. De fondo, siguen reclamando a Aitana y estoy superado por la situación. Es un desparrame total.

Las paredes repletas de cine y recuerdos del bar El Moll del Rebaix.

Las paredes repletas de cine y recuerdos del bar El Moll del Rebaix. / Òscar Gómez

Paco tiene 47 años, pero sigue siendo Paquito para muchos vecinos. Se crió en el barrio y con 18 entró a trabajar en Les Parres, el antiguo local donde ahora está El Moll del Rebaix. Estudió para abogado, estudió para criminólogo y en 2004 se cansó de dar vueltas por la vida y terminó recuperando este local para disfrute del vecindario. Abre todos los días y sólo cierra un lunes cada dos semanas. Es un currazo. 

Su padre también se llama Paco, es pescador granadino del pueblo de La Mamola. Se vino a Barcelona para ganarse la vida y conoció el amor con la catalana Marga Rodríguez. Él se encarga de cocinar cada sábado por la mañana el caldero negro de porcelana llenito de migas que sitúan junto a la vitrina de tapas, sobre la barra. Las sirven con pescaditos fritos como tapita gratis con cada consumición. Que te pides una caña: cucharazo de migas y boquerón frito para acompañar el trago.

Los domingos, cazuela y guiso

Los domingos es el turno de la cazuela y el guiso, que puede de ser de atún con tomate, de albóndigas... "No tenemos uno fijo. El guiso del domingo... cada semana lo vamos cambiando", nos cuenta Paco. Marga, la madre, echa una mano los fines de semana y es la primera que se anima a cantar.

Los boquerones en vinagre, las anchoas y el 'pescaíto' frito de El Moll del Rebaix.

Los boquerones en vinagre, las anchoas y el 'pescaíto' frito de El Moll del Rebaix. / Òscar Gómez

Además del ambientazo, El Moll del Rebaix tiene tres grandes especialidades: las anchoas ya mencionadas, los boquerones en vinagre y los boquerones en 'pescaíto' frito 'style'. “Mi estima por el producto fresco, por el buen pescado, lo heredo de mis padres. Para hacerlos en vinagre, les limpio la espina, los dejo en agua hasta que pierden todo rastro de sangre y quedan blancos. Luego, por capas y a curarse con sal y vinagre. Al día siguiente, los enjuago y los conservo con aceite y ajo. No hay más truco, hacerlos cada día bien frescos y hasta hoy con eso, hemos triunfado", nos explica Paco.

Son boquerones jugosos y ligeramente acidulados, pero sin rastro de bastardos aromas acéticos. Gordos y tersos, los sirven con aceitunas, un bocado de dioses a precio de proletario. 

El ambientazo de los sábados

El nombre del bar remite al coro de la Barceloneta que lo usa como local social. En este barrio es tradición que los vecinos se organicen formado 'coros' o agrupaciones musicales que anualmente recorren junto con orquestas las calles cantando su repertorio durante las fiestas de la Segunda Pascua Granada. Quizá esto explique en parte el ambientazo de los sábados.

"No es que sea algo establecido, es un tema espontáneo. La gente se anima poco a poco y se va liando la fiesta... Si coincide que no hay fútbol es muy más habitual, acostumbra a pasar cada sábado. Cuando hay fútbol vemos los partidos, y aunque somos del Barça también vienen grupos del Espanyol al bar, e incluso a los del Madrid. Aquí vienen todos los vecinos, nos encontramos y charlamos".

Migas con 'pescaíto' frito

Marcha y pasa una de migas con 'pescaíto' frito, que son también boquerones, claro. Desde la barra puedes observar parcialmente la cocina y ver como los fríen tras un ligero enharinado. Tienen las carnes prietas y tersas, sin rastro de aceite. Finos, crujientes y ligeros, completan el trío del boquerón triunfal: anchoado, frito y envinagrado.

"De la Barceloneta de antaño, habitada por pescadores y portuarios casi no queda nada. Y a nivel de bares quedamos cuatro. Establecimientos hay muchos, yo te hablo de bares de barra y con espíritu de barrio. Como el nuestro, el Chusco o el Sergio. Antes, cada bar tenía su especialidad y la gente iba de barra en barra. La nuestra son los boquerones. Ahora hay mucha terraza y la gente se sienta y se queda ahí fija. Todo esto ha cambiado", nos comenta Marga mientras, tras la barra, Paco sigue sirviendo boquerones a destajo.

Es la Barceloneta profunda que, aunque escasa y en retirada, sigue luchando. Un pequeño milagro que por suerte, todavía podemos disfrutar.