Comer por menos de 15 €

Menú del día: Bar Restaurante Azul, un 'Modelo' a seguir

En este garito veterano junto a la antigua cárcel del Eixample cuesta encontrar sitio pero te aseguran: "De aquí no se va nadie sin comer"

Arroz del menú de mediodía del Bar Restaurant Azul.

Arroz del menú de mediodía del Bar Restaurant Azul. / Alberto García Moyano

Alberto García Moyano

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Pues qué os voy a contar. Escribí la anterior crónica, tan 'sabadellenca' ella, sobre el Bar-Restaurante Vilarrubias, pensando en que iba a ser la última de la temporada; y así dejarlo todo en una localidad fuera del 'barcelocentrismo'. Pero no. Me avisaron de que restaba una, la definitiva, la que pone el broche, el lacrado en el sobre. La que anuncia que en septiembre nos volvemos a leer. Porque, de momento, estos romanos siguen igual de locos y me dejan seguir dándoos la tabarra desde este rinconcito de la red. Celebrémoslo pues.

Bar Restaurante Azul

Provença, 54. Barcelona

Teléfono: 653 40 94 23

Menú: 13 €

Va a ser la primera entrega hecha en caliente, pues escribo estas líneas tras volver de disfrutar en un sitio tan estupendo como el Bar Restaurante Azul, en la Nova Esquerra del Eixample barcelonés. Y es que, esta vez, he compartido mesa y mantel con otro de los culpables (así, con todas las letras) de que la temporal despedida de la Bodega Montferry haya sido muy sentida: el ilustre 'santsenc' Messidor. Como, según mis notas, no visitaba el lugar desde febrero de 2021 y encima salí maravillado de allí, esto vendría siendo, 'a priori', lo que “ahora” se llama un 'win-win'.

Ambiente del Bar Restaurante Azul.

Ambiente del Bar Restaurante Azul. / Alberto García Moyano

El Azul de calle de Provença (no confundir con el de Còrsega, otra maravilla de sitio) es un local que mira de frente a la otrora cárcel insignia de la ciudad, con permiso de Wad-Ras: la Modelo. Un local esquinero en el que no es fácil encontrar asiento para probar su reputado menú pero en el que te adelantan, textualmente, que "de aquí no se va nadie sin comer". No me negaréis que así se empieza bien la cita, ¿verdad?.

Visita en jueves significa arroz y así ha sido, pero debo decir que el pastel de salmón que se servía en un número no desdeñable de mesas no tenía mala pinta. El de hoy era tirando para caldoso, con un denso y sabroso caldo, del que alguna culpa habrá que echarle al comodín del arroz, la apreciada costilla. Quizá (y digo quizá solamente) en mi anterior visita tuve mejor impresión del arroz, pero no es plan de cogerse las cosas con papel de fumar, pues si al Azul acude una cuadrilla cada jueves a por el combo arrocero del jueves, a quien tuve el placer de conocer, vamos a dejar que la reputación rellene los huecos que uno crea que se encuentre.

Callos del menú de mediodía del Bar Restaurante Azul.

Callos del menú de mediodía del Bar Restaurante Azul. / Alberto García Moyano

En cuanto al segundo, debo decir que la mirada estaba puesta en la fricandó que figura(ba) en la pizarra junto a la cocina, pero había volado para cuando lo pedimos. Esto, además de evitaros repetir hablar de nuevo de la fricandó como pilar de mi alimentación semanal, ha generado echar mano de un aforismo que practico con fervor. Y es que los callos son para el verano. No ha faltado tripa; ni garbanzos, que no invadían al ingrediente principal sino que lo acompañaban, que ya es lo suyo. Picante ('ma non troppo') y una salsa en la que poder mandar varios galeones a navegar para luego recogerlos y seguir disfrutando del plato.

Si tengo que hacer estadística gratuita, diría que el control del guiso es algo de la casa, porque la anterior vez gocé cual niño chico de unos pies de cerdo nada fáciles de olvidar. Habrá que seguir ampliando la muestra.

Flan del menú de mediodía del Bar Restaurante Azul.

Flan del menú de mediodía del Bar Restaurante Azul. / Alberto García Moyano

Flan de huevo para rematar la jugada. Canónico entre los flanes de menú del día. Con su nata de custodio. Diríase que la tarta de queso también estaría en la misma liga, pero al final se me ha pasado clavar cuchara en el plato de mi acompañante.

Una verdadera gozada ver que un garito veterano como este aguanta en una zona sujeta a importantes cambios urbanísticos e inmobiliarios (habidos y por haber). Alegrémonos de poder tener este torreón esquinero en plena forma, que ofrece este menú por 13 €.

Ahora diría que sí, que en septiembre más. Tengan ustedes un buen verano.