Mercado icónico de Barcelona

La Boqueria convive con 21 puestos cerrados pese a que le llueven 'novios'

La junta de comerciantes reclama un plan urgente para reabrir los negocios con operadores de 'calidad'

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Una antigua pollería que lleva largo tiempo cerrada en la Boqueria.

Una antigua pollería que lleva largo tiempo cerrada en la Boqueria. / Ángel García Martos

Patricia Castán

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Se acceda por delante, desde la Rambla, o por la parte trasera de la plaza de la Gardunya, resulta sorprendente que la Boqueria, el más concurrido e icónico mercado municipal de Barcelona, exhiba persianas bajadas desde hace años. La reivindicación de la junta de comerciantes del recinto para que el ayuntamiento permita el acceso de nuevos operadores ha caído en saco roto hasta el momento pese a que en los últimos tiempos al mercado no le han dejado de llover 'novios' u operadores interesados en resucitarlos. Mientras el consistorio decide, los puestos clausurados juegan el doble efecto secundario de dar una imagen de "tristeza" a algunas zonas del mercado, a la vez que desequilibran los flujos de visitantes, ya que pocos quieren pasar por los pasillos con más inactividad.

La particularidad que vive la Boqueria es que los cierres no han sido forzosos por falta de interés comercial, sino como parte de los planes municipales de ir esponjando el recinto para evitar su masificación y reducir el volumen de operadores. Cuando se producía una jubilación o traspaso urgente, el Instituto Municipal de Mercados amortizaba los establecimientos con afán de ganar áreas de paso. Así se ha hecho durante años hasta incorporar dos plazas interiores que alivian el acceso y acogen eventos y exposiciones. Pero la junta cree que en la actualidad no se requiere una tercera planta, ya que además los puestos cerrados están muy dispersos y sería muy complejo redistribuir los establecimientos para liberar toda una isla, como se había hecho anteriormente.

Puestos posteriores del mercado de la Boqueria cerrados.

Puestos posteriores del mercado de la Boqueria cerrados. / Ángel García Martos

Con esa tesis, hace más de año y medio empezaron a reclamar la reapertura de puestos, no con más producto fresco sino con la ambición de incorporar nuevos contenidos de "calidad". El nuevo presidente del mercado, Jordi Mas, ha redoblado esa demanda con idea de que aterricen operadores que representen "la esencia de Barcelona", nuevos profesionales que recuperen los "orígenes" dice, en alusión a algunos nombres propios de gran tradición en la ciudad que ya han expresado su "interés" en aterrizar en la Boqueria. Incluidas marcas "que ya están en otros mercados", avanza.

Mas no quiere dar nombres porque el ayuntamiento no ha dado luz verde a nuevas incorporaciones, pero sigue sumando peticiones desde distintos flancos --incluso centenarios--, de 'delicatessen' a helados, pastelería, productos veganos y hasta no alimentarios que tengan "identidad" local, defiende. Esta misma semana han reiterado su voluntad de reabrirlos también al concejal del distrito, Albert Batlle. "Se nos acaba la paciencia", dice el representante del mercado, con la vista puesta en un 2024 que pondrá a Barcelona en pleno foco mundial por la Copa América de Vela. "No podemos dar esta imagen", insiste.

Hay otra cuestión, no menor, y es que la no actividad de esos 21 puestos significa para la asociación de comerciantes la pérdida de unos 3.000 euros mensuales (36.000 anuales) que potencialmente ingresarían en concepto de las correspondientes cuotas de asociados, y que son relevantes para sus cuentas. Cinco de ellos se ubican en la entrada de la Gardunya desde la ampliación del recinto en 2015 y nunca han llegado a abrirse; los otros se han ido sumando durante los siguientes años, algunos incluso en pasillos centrales y posicione estratégicas.

Espacio de cata

Mas lamenta que el consistorio defienda la venta de producto fresco frente al radical giro turístico y hacia las elaboraciones 'take away' de los últimos años, pero "precisamente haya amortizado puestos como pollerías, carnicerías, fruterías...". De cara a posibles nuevas incorporaciones, defiende abiertamente que combinen la venta y la degustación (en la cuota permitida) porque cree es lo que el comprador demanda. Y aprovecha, como "segunda prioridad", para reclamar al nuevo gobierno local socialista también la incorporación de espacios reglados para consumir o degustar en mesas en la Gardunya, donde ahora los turistas lo hacen de forma anárquica en el mobiliario urbano.

Desde la junta cunde la sensación de que en el ayuntamiento se "castiga el éxito de la Boqueria" --que no estará presente, por ejemplo, en la inminente gala de las estrellas Michelin--, y reivindican más protagonismo.

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