Red Fish en jaque
Barcelona salvará el club de patín de vela pero deja en el aire su restaurante de playa
La entidad deportiva ultima su continuidad pero el plan del Port Olímpic ya no permite la estructura exterior para la restauración
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Edículo y terraza del restaurante Red Fish, en el exterior del Club Patí Vela Barcelona, que podría cerrar en unos días. / Elisenda Pons

Patricia Castán
Patricia CastánPeriodista
Periodista en El Periódico de Catalunya desde 1996. Ha ejercido de redactora y jefa de sección en Gran Barcelona. Especializada en los ámbitos de economía local, comercio, turismo, vivienda, ocio, gastronomía y tendencias urbanas.
Patricia Castán
En 2015 y tras un difícil parto, dada su singularidad, nació en pleno muelle de la Marina el Club Patí Vela Barcelona, enfocado en la promoción popular de esta embarcación "genuina de Barcelona", reconocida y protegida como tal por el ayuntamiento. Pero con su primer contrato finalizado y un plan de usos que regula el futuro del litoral olímpico, la negociación está a punto de resolverse con la continuidad de la entidad deportiva, pero la posible desaparición del carismático restaurante que completaba la oferta: tiene una orden de cese de la actividad de restauración para el próximo 2 de diciembre. Los titulares del Red Fish batallan estos días, a través del Gremi de Restauració de Barcelona, para que el consistorio permita su supervivencia.
El proyecto del club centrado en la difusión del patín catalán de vela fue una iniciativa privada, que supuso una inversión de más de dos millones de euros. Se ubica al final del muelle de la Marina, frente al Hotel Arts. Pese a que se basa en una entidad sin ánimo de lucro que despliega cursos y formación en torno a esta embarcación y algunas otras actividades acuáticas, una de sus patas fue la restauración en tanto que posibilitó la viabilidad del proyecto.
Nació ya con muchas incertidumbres, habida cuenta de que el ayuntamiento tenía en mente asumir la gestión del Port Olímpic y regular todos los usos y reconfiguración de la zona. Por ello, bajo el mandato de los Comuns su continuidad estuvo siempre en el punto de mira. En los últimos tiempos su encaje ha pasado a depender de BSM, la empresa municipal que gestiona la nueva etapa del Port Olímpic, donde ha desarrollado un gran proyecto gastronómico, controvertido por sus millonarios alquileres. No obstante, la compleja transformación urbanística de todo el ámbito ha derivado en meses de negociaciones para resolver la cabida o no del club de patín catalán de vela y sus servicios complementarios.
Deporte y gastronomía
Aunque la voluntad municipal es preservar el club, con unos 200 socios en la actualidad, el importe de alquiler propuesto recientemente por BSM resultaba inasumible para la entidad, según relata un portavoz a El Periódico, y quien descarta la posibilidad de trasladarse a ningún otro punto del litoral. Por ello, desde hace semanas las dos partes están buscando un acuerdo viable. Más compleja es aún la situación del restaurante Red Fish, dado que tras la ordenación de la zona a priori solo podrá operar en el espacio interior del recinto, donde puede ocupar un máximo del 8% de su superficie, como recoge el artículo 18 del Plan Especial Urbanístico de Ordenación y Usos del Port Olímpic de Barcelona. En concreto, le corresponderían en torno a cien metros cuadrados, según la misma fuente. En cambio, perdería la cotizada terraza que ahora es su principal reclamo y sobre la que se construyó un colorido edículo.

El exterior del restaurante, con la estructura del club al fondo (de madera). / Elisenda Pons
Desde el Gremi de Restauració enfatizan que el espacio estuvo en desuso desde 1992 y que el espacio de restauración se ha afianzado no solo como restaurante marinero "al alcance de la mayoría de barceloneses", sino como escenario de eventos corporativos y demás. Lamentan que el nuevo marco normativo no le dé cabida tal y como es en la actualidad, ya que su funcionamiento sin su estructura exterior sería difícil. La patronal cree que el texto regulador es lo bastante confuso y genera las suficientes "dudas jurídicas" como para que la propia administración lleve semanas analizando el desalojo. De hecho, en julio se notificó que el cierre debía llevarse a cabo en octubre, posteriormente se prorrogó hasta el 25 de noviembre, y este mismo viernes, in extremis, obtuvo un nuevo aplazamiento hasta el 2 de diciembre.
"Hay que poner en valor el trabajo y la aportación que realizan los emprendedores en Barcelona y el caso de Red Fish es paradigmático", señalan en el gremio. Consideran que la zona pasó de ser un "vertedero" a un restaurante con vistas inmejorables y reivindican que se le permita seguir operando en las mismas circunstancias y que no sufra la continua presión de los plazos de cierre.
Recta final
Las fuentes del club, por su parte, relatan que están pendientes de cerrar un acuerdo económico con BSM que sí preservaría el restaurante interior. Aseguran que el actual operador, Red Fish, podría continuar si acepta el nuevo escenario.
Desde BSM aseguran que el diálogo continúa y que "el Port Olímpic tiene la firme voluntad de que el Club Patí de Vela pueda seguir utilizando sus instalaciones en el Moll de Marina, porque la actividad de la entidad es coincidente con los objetivos del plan de usos aprobado por el plenario municipal". Pero puntualizan que "tras la adscripción definitiva de este ámbito del muelle de Marina al Port Olímpic, la entidad tiene que regularizar su situación formalizando un contrato de cesión del espacio". Una vez resuelta esta situación, agregan, "podrá acordar con la propiedad del espacio de restauración la continuidad de estos usos como actividad complementaria, siempre de acuerdo con las condiciones establecidas por el nuevo plan de usos". Es decir, con la limitación del 8% del espacio total. Y sin velador.
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