Diez metros de altura

El retrato gigante de un patriarca gitano se asoma en la Rambla contra el racismo

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El retrato de Sebastián Fernández Cortés, el 'tío Bastián', en la parte baja de la Rambla.

El retrato de Sebastián Fernández Cortés, el 'tío Bastián', en la parte baja de la Rambla. / TEO VÁZQUEZ

Jordi Ribalaygue

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Sebastián Fernández Cortés, el ‘tío Bastián’, guitarrista que alguna vez acompañó a Carmen Amaya y otras leyendas del flamenco sobre las tablas, asoma colosal en la parte baja de la Rambla. El retrato de este vecino de L’Hospitalet -inconfundiblemente gitano, con el sombrero y el bastón de rigor de un hombre de ley– se eleva como un gigante de 10 metros sobre la multitud que transita, ajetreada y turística, por el paseo universal de Barcelona. La efigie enjuta y elegante, en blanco y negro, forra desde hace pocos días el muro que separa el centro de arte y el templo consagrados a Santa Mónica. Es un homenaje efímero -no tanto en realidad, porque permanecerá colgado hasta finales de enero- a la comunidad gitana, personificada en uno de sus ancianos venerados del extrarradio, para dejar cuenta en el escaparate insigne de la urbe de un pueblo tan a menudo relegado.

“Es una buena oportunidad para darle más visibilidad”, opina Teo Vázquez, el fotógrafo tras el retrato de grandes dimensiones del ‘tío Bastián’. Quizá es el reclamo más visible de un proyecto artístico llamado ‘Anti-futurismo cimarrón’, que bascula entre els Arts Santa Mònica y La Virreina. Es decir, una muestra que se balancea entre una punta y otra de la Rambla, sin salirse de su eje. 

Vázquez, gaditano, vive en el barrio de Sant Roc, una de las periferias destempladas por la pobreza en el entorno de Barcelona, en que las familias gitanas son multitud. “Cuando llegué hace 20 años, me impactó ver a tantas personas del pueblo gitano en el mismo lugar -confiesa-. Empecé a fotografiar esos barrios: La Mina, La Catalana, que ya desapareció… Y, aunque todo ha evolucionado, la comunidad sigue marginada y hay poco entendimiento sobre ella. No solo en Barcelona, sino en toda Europa. Hay racismo y veo abandono, que es una cuestión política, pero la imagen que he puesto en la calle también lo es. Mi barrio está muy abandonado. Creo que les es muy conveniente tenerlo descuidado y estropeado para que, cuando les interese, quitar a la gente por un proyecto urbanístico. Es la dinámica que he visto en los barrios que he documentado y luego han desaparecido”.

El retrato de Sebastián Fernández Cortés, el 'tío Bastián', en la parte baja de la Rambla.

El retrato de Sebastián Fernández Cortés, el 'tío Bastián', en la parte baja de la Rambla. / TEO VÁZQUEZ

Inspiración y fascinación

Aun no siendo el único afán de su objetivo, Vázquez acredita especial fascinación por levantar acta de los gitanos, “una minoría que se ha resistido a ser colonizada”, recalca. Tras estudiar cómo atender la invitación a colaborar en el ciclo de arte afincado en la Rambla, el fotógrafo concluyó que el ‘tío Bastián’ era el icono de lo que busca atestiguar: un caballero gitano, exponente de reverencia para su comunidad, con un gallo sujeto en la diestra –una alegoría de Europa o, si se quiere, de la opresión-, y la vara -con el puño rematado con una testa de caballo tallada- a la zurda, indicativa de poder y, en consecuencia, también de libertad

Tras posar en varias ocasiones ante su cámara, el ‘tío Bastián’ ha devenido un amigo para el retratista. “Es un artista, un patriarca, una persona respetada que viene de una familia grande, también de artistas. Su padre era nómada, iba de un lado para otro, era tratante… Él ha vivido eso. Y, además, es un tío elegante y con presencia. Es una persona especial, un gitano bohemio, una persona con mucho carisma y muy querida. Representa al pueblo gitano”, interpreta Vázquez.