Retrospectiva en Arlés

Jacques Léonard, el fotógrafo payo al que cautivó una gitana de Montjuïc

Arlés reivindica la fascinante obra y la vida del francés en el prestigioso festival Les Rencontres de la Photographie

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Anna Abella

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Jacques Léonard (1909 -1994) aún no era fotógrafo profesional cuando conoció a una joven gitana, de indomable carácter, llamada Rosario Amaya, que aunque vivía con sus 13 hermanos en las barracas de Montjuïc, con una lona por techo, desde niña era una de las modelos más buscadas por los artistas de Barcelona. "A mí, este payo loco no me pinta", llegaría a responder ante la pretensión del mismísimo Dalí, que quiso llevarla al lienzo. Locamente enamorado, el tímido Léonard logró conquistarla y se casaron, tras quebrar la reticencia del que sería su suegro, Indalecio, que no quería ver a su hija con un payo, y menos francés, revela Santi, uno de sus dos hijos. Junto a ella, su vida dio un vuelco.

Empezó en los estudios de cine Gaumont de París como montador y trabajó con cineastas como Abel Gance. De la generación de Oriol Maspons o Francesc Català-Roca, del que se hizo amigo, fue en Barcelona y junto a Rosario, prima de la bailaora Carmen Amaya, donde en 1952 Léonard se instaló como fotógrafo profesional en su estudio en Gràcia. Además de documentar la vida y la realidad social de la ciudad entre los 50 y 70, su vínculo con la comunidad gitana, que le apodó ‘el payo Chac’, le permitió inmortalizarla desde dentro con su cámara como nadie antes. 

Chavales en la calle en Montjuïc, en 1955, en una foto de Jacques Léonard (a la derecha, fotografiado por Juan Amaya en 1958). 

Chavales en la calle en Montjuïc, en 1955, en una foto de Jacques Léonard (a la derecha, fotografiado por Juan Amaya en 1958).  / Arxiu Família Jacques Léonard/Photographic Social Vision

Al margen de sus trabajos publicitarios, desarrolló una "fotografía humanista, comprometida, profundamente respetuosa, de equilibrada composición y gran valor documental, histórico y artístico", explica Maria Planas ante la primera retrospectiva de Léonard, que comisaría en el Museo Réattu de Arlés, en la Provenza, dentro de la 54ª edición del prestigioso festival Les Rencontres de la Photographie (del 3 de julio al 24 de septiembre), de la ciudad del sur de Francia, a tres horas en coche del Empordà.  

Tres fotos tomadas por Léonard de su mujer, Rosario Amaya.

Tres fotos tomadas por Léonard de su mujer, Rosario Amaya. / ANNA ABELLA

Buena parte de las 164 fotos, muchas inéditas (y 68 de ellas, copias de época), de la muestra, titulada ‘Jacques Léonard. El espíritu nómada’, que puede verse hasta el 1 de octubre, pertenecen al mundo gitano, al igual que las de la exposición paralela que también en Arlés le dedica la galería Anne Clergue (hija del famoso Lucien Clergue) que hasta el 26 de agosto pone a la venta copias actuales y ‘vintage’ que cotizan a entre 1.200 y 4.200 euros. Ambas las organiza la Fundación Photographic Social Vision, que representa al Archivo Léonard. 

Un visitante de la muestra sobre Léonard en el Réattu, ante fotos tomadas en Barcelona. 

Un visitante de la muestra sobre Léonard en el Réattu, ante fotos tomadas en Barcelona.  / ANNA ABELLA

Pero, como enseña Planas y el cocomisario y director del Reattu, Daniel Rouvier, la retrospectiva revela otras temáticas captadas por el perfeccionista y minucioso Léonard. "Veía la foto antes que nadie. Siempre iba con la cámara colgando, pero no solo porque tuviera un encargo, sino por puro placer, para captar y retener lo que veía", afirma su hijo Santi, que con su hermano Álex y su madre Rosario, ayudaba en el laboratorio desde pequeño a hacer copias y revelar. Ahí está la serie ‘Evadés’, un reportaje del 23 de diciembre de 1943, antes de ser profesional y surgido probablemente de sus contactos con la resistencia: testimonió la huida del fascismo de refugiados, desde la Francia ocupada por los nazis hasta Málaga, donde iban a embarcar hacia África. Filas de hombres -judíos, soldados, aviadores de la RAF...-, con etiquetas en el pecho que los identificaban. "Tenía una mirada innovadora, de modernidad, fotografiaba con intención", apunta Planas ante una imagen de una extensión de platos metálicos en el suelo en los que les daban de comer, o ante una foto que solo capta dos pies, unos calzados con enormes zuecos de madera, y otros con alpargatas.   

Santi Léonard, ante una foto de su padre de la serie 'Evadés', en Arlés.

Santi Léonard, ante una foto de su padre de la serie 'Evadés', en Arlés. / ANNA ABELLA

De abril de 1954 es otro reportaje ligado a la Segunda Guerra Mundial, de la División Azul: documentó la llegada al puerto de Barcelona, a bordo del ‘Semiramis’, de un grupo de combatientes que Franco había enviado a ayudar a Hitler a luchar contra Rusia. "Tenía una gran capacidad para transmitir las emociones: las de los que regresan y de las familias que los reciben", detalla la comisaria.  

Entre ambas series, entre 1949 y 1951, acompañó al ventrílocuo Robert Lamouret y a su mujer, la contorsionista Vicky Ross, en su gira por Australia, Grecia, Italia e Inglaterra, creando "un álbum familiar de una gran modernidad". Ya desde su estudio se sucedería el retrato social de una Barcelona ya desaparecida: la Rambla, mercados, fiestas, el rompeolas, el congreso de Medicina en el Hospital de Sant Pau… Impagables imágenes de un hombre en la calle de Pelai con un cuadro del Greco bajo el brazo, de durmientes sentados en plena Rambla o de médicos de bata blanca volcados sobre una camilla mientras la enfermera prepara el instrumental. Pero también la Copa Davis o las 24 horas de Montjuïc, las inundaciones de Terrassa y Sabadell de 1962, y el incipiente turismo en Sitges, Salou, Tossa, Vilanova o Menorca. 

Desconocido origen gitano de Léonard

Antes de esta retrospectiva por su vida y obra, en Barcelona, una selección de fotos suyas ya pudo verse en 2011 en el Arxiu Fotogràfic y el Institut Française y, en 2017, en la galería Marc Domènech. También de 2011 es el documental ‘Jacques Léonard, el payo Chac’, hecho por su nieto Yago, que ahora forma parte de la retrospectiva de Arlés. 

Léonard se había divorciado de su primera mujer para casarse con Rosario, y su madre, rica empresaria de moda parisina, no le perdonó nunca esta segunda boda, hasta el punto de que le desheredó. Algo sorprendente, pues ya de mayor descubrió que su padre era de origen gitano, revela su hijo Santi.   

La bofetada a un cura de la Salle

De los 20.000 negativos que se conservan del Archivo Léonard, 4.000 son de la comunidad gitana. Desde las barracas del Somorrostro a Montjuïc documentó rituales de boda como el del pañuelo, para comprobar la virginidad de las novias, velatorios, fiestas y la vida cotidiana: cómo cocinaban y dormían en el suelo, cómo lavaban y se limpiaban en ríos y fuentes, pero también las romerías anuales al Rocío, Montserrat, Lourdes o Les Saintes Maries de la Mer (en la Camarga francesa). "Fue su forma de difundir y preservar una cultura antes de que pudiera desaparecer, como pasó cuando derruyeron las barracas y les enviaron a los pisos de la Mina", explica Planas ante la foto de Indalecio bailando. "Mi abuelo llevaba bajo la faja una navaja de siete muelles. Ahí está en una boda con la Anika, una bruja que echaba mal de ojo", cuenta Santi, quien se emociona al ver las fotos de su madre en la exposición. Aún recuerda cómo en pleno franquismo se plantó en la Salle, donde estudiaba él y su hermano, y le clavó una bofetada a un cura porque había herido en la cabeza al pequeño por saltar por una ventana para no llegar tarde a clase. "Se le desató la furia de Bruce Lee". Puro carácter que enamoró al ‘payo Chac’.