Alcorques vacíos

La sustitución de las 540 palmeras taladas en Barcelona, a la espera de que la sequía afloje

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Dos de los ocho alcorques vacíos en la plaza Trilla, en Barcelona, tras la tala de palmeras datileras.

Dos de los ocho alcorques vacíos en la plaza Trilla, en Barcelona, tras la tala de palmeras datileras. / MANU MITRU

Jordi Ribalaygue

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La tala masiva de palmeras va a dejar un hueco duradero en las calles de Barcelona. Las 540 datileras fulminadas tras el derrumbe supuestamente imprevisible del ejemplar que mató a la joven Shamira no se reemplazarán de inmediato. Habrá que esperar a que un frente de lluvias cale, tanto como para rebajar las restricciones vigentes después de meses en que apenas ha caído gota. Solo entonces se llenará el vacío que ha quedado después de que el Ayuntamiento haya optado por arrancar palmeras, la única fórmula que ha juzgado efectiva para prevenir que se repita una tragedia como la ocurrida en el Raval hace un mes. Más allá del impacto del ambiente seco imperante, Parques y Jardines afirma que no sabe a ciencia cierta qué desencadenó que un ejemplar en aparente buen estado se desplomase sobre una chica de 20 años. 

La retirada de palmeras ha abierto decenas de hoyos en calles y plazas de Barcelona, en que el rastro del tocón permanece como huella de una poda del todo excepcional. Pasa en la plaza Trilla, donde solo se ha conservado una de las nueve datileras que le conferían una peculiaridad ahora arrebatada. Tanto en ese recodo de Gràcia -que añora su característica imagen- como los demás en que se alzaban los ejemplares condenados tendrán que aguardar a que las medidas impuestas por la escasez de precipitaciones se rebajen antes de que los alcorques huérfanos se reocupen. 

“Se comenzará a plantar cuando finalice el decreto de sequía”, responde el Ayuntamiento. Catalunya se halla en fase de excepcionalidad desde el 22 de marzo, cuando el Parlament aprobó el decreto ley antisequía en vigor. En la situación actual, se prohíbe el uso de agua potable para el riego de jardines y zonas verdes, a excepción de necesidad por supervivencia de vegetación. Es el resquicio que ha dado pie a que las datileras se hayan empezado a remojar después del siniestro, lo que se prolongará mientras la temporada de calor dure.  

Aunque quizá pasen meses hasta que los plante, Parques y Jardines ha seleccionado los relevos de las datileras. Se suplirán por otras clases de palmeras. Las elegidas son las whasingtonias, el cerezo australiano, la butiá, la livistona, el palmito elevado y dos más ausentes hasta ahora en la ciudad, a tenor del Atlas de la Biodiversidad de Barcelona: la roystonea y la jubaea. Que acaben predominando más unas u otras dependerá de las existencias en los viveros en que se surte la ciudad. 

Una quinta parte

Por ahora, se han extirpado 308 datileras. Teniendo en cuenta las 232 que se retirarán en el próximo mes, la suma alcanza una quinta parte de los 2.500 ejemplares que Parques y Jardines estima que permanecían en pie hasta ahora en las calles de la capital. El Ayuntamiento dice que la ambigüedad sobre los motivos de la caída de la palmera del Raval precipita acelerar la sustitución de la especie. 

No obstante, la especie no se abolirá por completo de la ciudad. De hecho, algunos ejemplares están catalogados. En todo caso, se intuye que el número de las que serán sentenciadas será aún mayor. Parques y Jardines arrancará todas las datileras que superen los 10 metros de altura, también en las que diagnostique algún defecto a partir de ahora. 

El Ayuntamiento comunicará el drástico cambio que ha tomado con las datileras a otros estamentos que poseen la misma especie en edificios de Barcelona. Así, queda por ver cuántos otros ejemplares acaban desapareciendo de interiores de recintos y equipamientos de la ciudad, incluidos patios de colegios. El Consorci d’Educació de Barcelona efectuó una revisión ordinaria de sus datileras este agosto.