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Más allá de la crisis de las palmeras: los árboles emergen como reivindicación vecinal en Barcelona

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Protesta contra la tala en la arboleda del parque Joan Miró, en Barcelona.

Protesta contra la tala en la arboleda del parque Joan Miró, en Barcelona. / JORDI OTIX

Jordi Ribalaygue

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Los árboles han dejado de ser vistos como un mero ornamento en la ciudad. El accidente mortal por la caída de una palmera en agosto ha puesto el foco en la resistencia del arbolado de Barcelona ante el “estrés hídrico” por falta de agua debido a la sequía, que el Ayuntamiento ha manejado como la causa más probable del siniestro que mató a una joven de 20 años. Antes de que sucediera el trágico contratiempo, la demanda de proteger la vegetación urbana ante los síntomas del calentamiento global ya había alentado reivindicaciones que no han parado de propagarse por distintos barrios. 

Algunas congregan más apoyos que otras, pero todas han brotado aisladas, sin una sola plataforma que las aglutine. No obstante, abrazan consignas casi calcadas a favor de la conservación de ejemplares y en contra de que sean arrasados. Sirva de ejemplo la reacción al inicio de la tala de 22 árboles de distintas especies dentro de la masía de Can Raventós, que ha reavivado el movimiento opuesto a que se erijan hasta 59 viviendas catalogadas de ‘ecoluxury’ en la finca de Sarrià. Es la última que se había preservado libre de construcción en el barrio. 

Aunque contenida a la espera de novedades, palpita aún la oposición de parte de la Esquerra de l’Eixample a que las obras para unir las líneas de ferrocarril retiren 178 ejemplares de la arboleda del parque de Joan Miró, de los que solo 41 se podrían replantar. Los vecinos aguardan a que se les presente una alternativa menos gravosa. 

También siguen latentes las quejas por la previsión de instalar una carpa en los jardines del Baix Guinardó donde trasladar a los paradistas del maltrecho Mercado de la Estrella. Hace casi un año, el Ayuntamiento pospuso levantar el entoldado, tras las manifestaciones en contra de que se talasen algunos árboles.   

Cambio de paradigma

La vicepresidenta de la Asociación Española de Arboricultura, Inma Gascón, aprecia que “la sensibilidad” con el arbolado "va en aumento”. “Ha habido un cambio de paradigma”, percibe. 

La preocupación ante el cambio climático ejerce de catalizador. “Efectos como el de la isla de calor en las ciudades, que las sobrecalientan en verano, empiezan a calar en la sociedad, también que el atenuador natural es el arbolado. Hay una mayor conciencia social respecto a hace una década sobre la necesidad de tener árboles”, detecta Gascón.

Los tocones que han quedado en la plaza Trilla tras la tala de palmeras, en Barcelona.

Los tocones que han quedado en la plaza Trilla tras la tala de palmeras, en Barcelona. / MANU MITRU

El interés en auge ha propiciado que la Federación de Asociaciones Vecinales de Barcelona (FAVB) haya montado un grupo de trabajo sobre la cuestión, aún incipiente. Para la organización, se hace prioritario “adaptar ágilmente la ciudad a las condiciones climáticas más duras”, porque “afectarán indefectiblemente a los barrios y la población más vulnerable”, recalca la vicepresidenta segunda de la FAVB, Ana Menéndez.  

“Además, el estado del arbolado es muy deficiente -agrega la dirigente vecinal-. Una parte importante sufre muy severamente la sequía por la poca dimensión de las raíces, condicionadas por el exceso tan brutal de asfalto y superficies duras no porosas”. Gascón enfatiza la importancia de “mejorar las condiciones del suelo” para que los árboles urbanos sean “más resilientes al cambio climático”. Aboga por “más suelo y de mejor calidad, menos hormigonado, más permeable y más drenado”, para que los ejemplares tengan “mejores raíces y desarrollen la copa” para defenderse frente a unas condiciones cada vez más adversas.

A su vez, Menéndez se queja de que “la frondosidad se ha reducido de forma muy importante en los últimos 20 años” en la vegetación de las calles de Barcelona. Indica que expertos que colaboran con la FAVB lo achacan a “falta de lluvia y falta de riego”. 

El arbolado desempeña “un papel vital en la creación de entornos urbanos más saludables, sostenibles y agradables”, postula Manuel Esperón-Rodríguez, investigador de la Universidad de Sídney Occidental (Australia). “Todos estos beneficios se pueden perder con la pérdida de los bosques urbanos”, advierte el estudioso, autor principal de un informe sobre arbolado urbano y cambio climático en 164 urbes de 78 países. 

El profesor de la UB y experto en verde urbano, Vicenç Casals, duda de que crezca la conciencia a favor del arbolado. “Muchas veces crea problemas, por dos razones -señala-: porque se hacen plantaciones donde no se deben hacer, como aceras de un metro de ancho, y por un mantenimiento que, tradicionalmente, es muy malo. Los problemas del arbolado no son de los árboles en sí, sino que el medio urbano les es hostil. Si quieres tenerlos, hay que cuidarlos”. 

Casals agrega que Barcelona “tiene muchos árboles, pero siempre ha sido deficiente en espacio verde”. Se contabilizaban siete metros cuadrados por habitante en 2020. “Para una ciudad como Barcelona, Forestier estableció que la ratio debía ser entre 10 y 15 metros cuadrados por ciudadano. Está casi en la mitad de lo que se consideraba adecuado a principios del siglo XX”.  

De Pedralbes a Montjuïc

Más peticiones para resguardar el arbolado o auscultar su vigor han aflorado en los últimos días. La Asociación de Vecinos de Zona Universitària ha alegado en contra de que un espectáculo privado de alumbrado ocupe casi todo el jardín protegido de Torre Girona entre octubre y febrero. Entre otros motivos, alega que la instalación de luz y la afluencia de público amenazan “el extraordinario conjunto de árboles centenarios, algunos catalogados”. "Los parques no son para instalar ferias", zanja Casals.

También han despuntado voces particulares en Montjuïc contra las obras en marcha para crear unos huertos y abrir caminos escolares. Un vecino de la zona, Josep Maria Cruset, protesta porque, asegura, se ha arrancado arbolado de la montaña: “Hace muchos años que se talan árboles sin ton ni son, injustificadamente. No hay una política de reforestación, sino justo lo contrario, porque hay menos árboles. Montjuïc no es el pulmón verde que podría ser”. 

Un árbol junto a unas obras en la montaña de Montjuïc, en Barcelona.

Un árbol junto a unas obras en la montaña de Montjuïc, en Barcelona. / RICARD CUGAT

El Ayuntamiento está a la espera de un dictamen sobre el estado del arbolado en el tramo en obras. En todo caso, agrega que los trabajos preveían la “afectación de algunos ejemplares”, a lo que añade que se compensarán plantando “más de una veintena”.   

Cuestión aparte es la revisión a que se han sometido las palmeras datileras tras el percance fatal de primeros de agosto. La tala por la que se ha optado para prevenir nuevos sustos ha acabado con ejemplares emblemáticos, como los de la plaza Trilla, en Gràcia

El Consorci d’Educació de Barcelona ha inspeccionado todas las datileras de los centros educativos en agosto. En todo caso, apostilla que se trató de un examen ordinario. Antes de retomarse las clases, el chequeo se ha ampliado a las palmeras del colegio Antoni Brusi, en Sant Martí, a instancias de una familia que ha requerido talarlas tras el desplome fatal del Raval.

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