Chequeo al arbolado

La sequía amenaza con más caídas de árboles en Barcelona: “Puede volver a repetirse”

La familia de Shamira, dolida por el vaciado súbito del altar junto a la palmera del Raval

MAPA | Dónde hay palmeras datileras en Barcelona como la que mató al caer a una mujer en el Raval

INFOGRAFÍA | Así cayó la palmera que mató a una joven en el Raval de Barcelona

MULTIMEDIA | Un mundo de sequías crónicas

Una palmera en la calle Marina, en Barcelona.

Una palmera en la calle Marina, en Barcelona. / ÁNGEL GARCÍA MARTOS

Jordi Ribalaygue

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La muerte de una joven sin techo de 20 años, Shamira, por la caída repentina de la copa de una palmera en el Raval ha puesto el foco este verano en los árboles de Barcelona. El siniestro ha suscitado dudas sobre si la vegetación que puebla la urbe es capaz de resistir la falta de lluvia o si flaquea ante los azotes del cambio climático. A la espera de los informes que aclaren por qué la datilera cedió, el Ayuntamiento apunta que se partió probablemente por “estrés hídrico”: es decir, por escasez de agua debido a los exiguos chubascos sobre la capital. 

Dos expertos consultados coinciden en que la sequía azuza el peligro de caídas de ramas y otros derrumbes repentinos, como el que ha causado conmoción este agosto. A su vez, reclaman medidas para que el arbolado urbano se habitúe a la subida de los termómetros.

“Casos desafortunados como el sucedido pueden volver a repetirse y puede darse una pérdida de la cobertura arbórea de la ciudad”, previene Manuel Esperón-Rodríguez, investigador de la Universidad de Sídney Occidental (Australia) y autor principal de un exhaustivo estudio sobre arbolado urbano y cambio climático en 164 urbes de 78 países. En conversación con EL PERIÓDICO, avisa de que “debido al cambio climático, y en particular a la combinación de calor y sequía, es muy probable que este tipo de incidentes sean más frecuentes”. Alerta de que las zonas más vulnerables “son donde se predice que la temperatura va a aumentar y la precipitación va a disminuir”. “Ciudades del Mediterráneo, como Barcelona, tienen un riesgo mucho mayor”, concreta.

El presidente de la Asociación Española de Paisajistas, el ingeniero José Luis Romeu, enfatiza que también se han desplomado palmeras en el Levante peninsular. Una decena se vinieron abajo en pocos días el pasado julio en la provincia de Alicante. “La mayoría eran datileras hembras y coincidió con la fructificación de dátiles, que están engrosando el tamaño”, ilustra el especialista. Diagnostica que “la rigidez del tronco por falta de agua y el peso mayor en la cabeza implican más riesgo de que las palmeras se rompan”.

Romeu propone análisis visuales de los ejemplares para identificar eventuales contingencias y “quitar el peso extra que las palmeras puedan tener por la fructificación”. En Barcelona no se ha hecho alusión a que el sobrepeso por los frutos tumbara la datilera. No obstante, los 914 ejemplares que Parques y Jardines ha sometido a revisión sí incluyen los que cargan con nidos. Por último, Romeu sugiere remojar todas las palmeras. “Son extremadamente flexibles en su tronco pero, para que tenga flexibilidad, hay que hidratarlo”, acentúa.

Riego semanal

Las datileras que el personal municipal chequea se nutren con un riego semanal desde que el siniestro mortal se produjo. “Es una buena solución para paliar la rigidez del tronco”, aprueba Romeu. Hasta ahora solo se rociaban los árboles plantados hace menos de cuatro años.  

Una palmera en la calle Marina, en Barcelona.

Una palmera en la calle Marina, en Barcelona. / ÁNGEL GARCÍA MARTOS

Esperón juzga “muy importante” que se rieguen los ejemplares mientras persista la sequía a fin de evitar más desmoronamientos. “Pero el gobierno debe tomar medidas que sean sustentables y a largo plazo”, agrega. 

Subraya que los síntomas del estrés hídrico pueden “tardar uno o más años” en manifestarse. Explica que los árboles pueden desprenderse de algunas ramas “como mecanismo de supervivencia” para “priorizar la conservación de agua”. Manifiesta que hay especies más susceptibles de venirse abajo; por ejemplo, por la “anatomía de la madera” o la “tolerancia al estrés hídrico y térmico”.

Memoria para sobrevivir

Romeu recuerda que los árboles de cierta envergadura han superado otros episodios de sequía. “Acumulan memoria y generan depósitos en sus tejidos que conservan agua”, expone. Lo menciona para abogar por “actuaciones individualizadas” con los ejemplares y “atendiendo a la situación del momento”. 

Esperón indica que monitorear el arbolado es “sumamente importante”. “Puede ser sencillo, viendo la salud de las hojas, por ejemplo; o mucho más complejo, tomando medidas de los árboles, valorando el estado del follaje o midiendo la humedad del suelo”, enumera. 

Esperón deja claro que “la peor combinación para los árboles urbanos es el calor y la sequía”: “Si tienen algún tipo de acceso de agua, pueden sobrevivir y mantener su función, incluso con altas temperaturas. Sufrirán daños en algunos casos, en especial durante las olas de calor, pero es menos probable que se den derrumbamientos”.

Romeu se pregunta si va a resultar necesario “regar todos los árboles con cubas”. El interrogante es oportuno en medio de las restricciones vigentes al consumo de agua, que amenazan con ampliarse en Barcelona de no variar el tiempo. Romeu sugiere un “sistema de riego individualizado por alcorques”, con uso de agua regenerada. Puntualiza que Barcelona está desarrollando nuevas instalaciones de riego y opina que su gestión de zonas verdes es ejemplar.  

Por su parte, Esperón advierte que algunas palmeras “no se riegan con la frecuencia" que requieren y "no reciben suficiente fertilizante”. Afirma que el crecimiento de las raíces puede verse limitado “por aceras y pavimentos” y el "lecho rocoso natural” del suelo. “El resultado pueden ser árboles que son demasiado altos para la estructuras de sus raíces, más susceptibles a caerse en condiciones de viento o sequía”, concluye.

Especies en declive

El informe que Esperón dirigió el año pasado clasifica a Barcelona entre las ciudades en que la supervivencia de todas sus especies examinadas -tantas como 235- está en riesgo hacia 2050 por la subida de la temperatura media anual. Apunta que la capital catalana se enclava en una región que “se volverá más cálida y seca”.

“Esto traerá varios retos para el arbolado”, avisa Esperón, aunque matiza que algunos tipos de árboles pueden adaptarse a circunstancias más extremas en Barcelona. En todo caso, apostilla que “seleccionar especies resistentes a las condiciones presentes y futuras será vital para mantener la cobertura arbórea de Barcelona”.  

El investigador señala que los ejemplares “más afectados por la sequía son los plantados con poco suelo disponible, rodeados de pavimento, en suelos arenosos, o los que han sido plantados incorrectamente”. “Es en lo que ocurre en el suelo donde debemos poner el énfasis en los cambios”, ruega Romeu. Recalca que conviene ganar volumen de terreno para que los árboles desplieguen sus raíces y soporten los cambios de temperaturas. También lo cree relevante para plantar más ejemplares, sin temor a los desplomes y como antídoto al calentamiento.  

Romeu llama la atención sobre los perjuicios de las ciudades demasiado impermeables, “llenas de pavimento o asfalto y con muy poca agua de lluvia que penetra en el suelo”, describe. “Hay que usar pavimento de material poroso para que el agua se infiltre para beneficio de los árboles”, sostiene. Esperón urge a buscar métodos para ahorrar y obtener reservas hídricas durante las sequías, como el “reciclaje de aguas residuales” y la “cosecha de agua de lluvia”, dos sistemas que ya se ensayan en Barcelona.