Un 'hostel' para mujeres afianza a Barcelona como destino para viajeras solas

Los hoteles de Barcelona dispondrán de un protocolo contra el acoso sexual

Barcelona crea cuatro itinerarios seguros para volver de noche a casa desde zonas de ocio

Multimedia: Soy mujer y viajo sola, ¿qué pasa?

Recomendaciones para mujeres que viajan solas por el mundo

Viajar sola por Barcelona

Barbara Favant, Patricio Ortiz, Manuel Mitru y Jordi Otix

Patricia Castán

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Una ciudad "bastante segura", "amable", "donde encontrarte contigo misma"…, así definen a Barcelona las turistas que viajan solas. La capital catalana es considerada especialmente “friendly” para estas viajeras, por europea y cosmopolita, sin dejar de ser hospitalaria. Pero lo es todavía más desde hace un año con la apertura de un ‘hostel’ específicamente creado por y para mujeres, Hostelle, que se ha convertido en un gran reclamo internacional. No solo encuentran un entorno especialmente seguro, si no que está diseñado para que las viajeras interactúen, tengan apoyo y compañía para realizar actividades en la ciudad que tal vez no se atreverían a hacer solas (como salir de noche) y para acabar haciendo amigas, a veces para siempre. Una huésped rumana, Dana, recomienda a todas las mujeres que se prueben la experiencia, porque de lo contrario "nunca saldrás de la burbuja de la inseguridad".

Terraza chill-out en el Hostelle.

Terraza chill-out en el Hostelle. / Jordi Otix

A Barcelona, un 29,5% de los visitantes llegan solos, aunque la cuota incluye tanto a vacacionales como a profesionales desplazados por trabajo, según datos de Turismo de Barcelona. Pero de ellos, un 72,2% son hombres, lo que constata que la viajera femenina sin acompañantes es aún una perfil minoritario, aunque cada vez más visible. Las estancias de los viajeros 'singles' son más prolongadas y tienden a alojarse en albergues (20,5%) o casas particulares más que el resto, en tanto que las habitaciones de hotel resultan más asequibles en pareja. En promedio, quienes llegan en solitario tienen 33,8 años, sin distinción de sexos, con la franja de 25 a 34 como la más destacada.

Viajar sola por Barcelona

En la capital catalana, las medidas de seguridad de signo femenino que las visitantes pueden hallar son las vinculadas a la prevención de agresiones sexuales o violencia machista. En 2018, el ayuntamiento impulso el protocolo ‘No callamos’ contra las agresiones y acosos en el ocio nocturno privado, con un convenio renovado en 40 espacios que forman o han formado a su personal para detectarlo e intervenir si procede. En el ámbito de la prevención en el año pasado se desplegaron 96 puntos lilas con más de 9.500 actuaciones de sensibilización e información, acompañando a fiestas mayores y eventos, informan fuentes municipales. De hecho, el del Front Marítim está activo a partir de la verbena de Sant Joan.

Otro elemento clave es poder regresar a casa o, en este caso, a los hoteles sin miedo. En este sentido la Guardia Urbana implantó cuatro itinerarios seguros permanentes en zonas de ocio hasta las paradas de transporte público más cercanas para detectar cualquier situación de violencia sexual (Front Marítim, el Poblenou, Paral·lel y Gràcia/Sarrià–Sant Gervasi) además de los que se articulan durante fiestas y festivales.

Y precisamente los hoteleros se han sumado a esta ofensiva asumiendo recientemente un protocolo, en colaboración con los Mossos d’Esquadra, para ofrecer asistencia a clientes o cualquier persona que lo precise en caso de acoso sexual. Más de 70 hoteles ya han recibido la formación específica. El Gremi d’Hotels quiere estos espacios sean “seguros” para cualquier potencial afectada.

Experiencias en la ciudad

Barbara L., una estadounidense (de Boston) de 29 años que ha pasado seis días en Barcelona, resume el sentir de muchas, mientras se encamina hacia la Catedral. “Como mujer me he sentido cómoda, a salvo en general y bastante libre de vestir como quisiera… El único riesgo que veo en esta ciudad es que te roben el móvil o el monedero”, dice con sorna, aunque admite que ha hecho poca vida nocturna. En ciudades occidentales y abiertas al turismo, las entrevistadas coinciden en que un hombre puede viajar con muchas menos precauciones, más allá de los hurtos.

Ellas suelen tener puesto el 'piloto automático' en temas de seguridad sexual cuando van solas: cierto cuidado con la ropa que se ponen, las calles oscuras que evitar o el transporte público a partir de determinada hora. “En las zonas de Barcelona que he visitado he visto a muchas mujeres solas, y eso da confianza”, añade esta estudiante de doctorado que se ha regalado un viaje por el viejo continente. Pero la vigilancia instintiva está siempre activada.

La emprendedora Bianca Brasdorp quiso crear alojamientos donde las mujeres pudieran sentirse seguras y "ser ellas mismas", como en el Hostelle de Nou Barris

A sabiendas de esa sensación de vulnerabilidad que pesa sobre muchas viajeras, la emprendedora Bianca Brasdorp abrió hace unos años un primer Hostelle en Amsterdam, solo para mujeres, con tal éxito que muchas huéspedes les pedían opciones en otras urbes. Quería espacios donde decir "puedo estar segura, puedo ser yo misma", nos cuenta. Barcelona fue la elegida para una segunda experiencia, en abril de 2022, y desde entonces ha atraído a miles de viajeras. Algún hombre despistado se ha presentado allí, sin encontrar cabida.

Por entre 25 y 60 euros la noche, según la temporada, las chicas (sobre todo de 18 a 30 años) y también viajeras maduras (de hasta 70) se alojan en el agradable ‘hostel’ (tipo albergue) de la Via Julia, 153, en Nou Barris. Se estructura en cuatro grandes habitaciones con 20 camas tipo litera, que cuentan con una cortina para darles intimidad. Cada una es de un color (azul, rosa, amarillo o marrón) y cuenta con su zona de baños comunitarios. Todo nuevo, reluciente y bien cuidado. Nada de olor a zapatos ni zafarranchos de mochilas, y mucho compañerismo acompañan la rutina de este espacio, que cuenta con una terraza chill- out para relajarse o tomar el sol, con un mini gimnasio, una zona de trabajo y una cocina comunitaria que es el corazón del lugar.

Literas en las habitaciones de Hostelle.

Literas en las habitaciones de Hostelle. / Jordi Otix

Jóvenes y jubiladas

Como no todo el mundo tiene facilidad para interactuar, las trabajadoras (de varias nacionalidades) organizan actividades (desde una salida en grupo a la verbena en la playa hasta una noche de trivial multilingüe) continuamente. El día que este diario visitó Hostelle, se anunciaba una noche con degustaciones y sangría. La colombiana Amiris, feliz con su experiencia individual en la metrópolis, constata que desde ese 'hogar' de tránsito "se pueden armar planes, salir", o entablar lazos. Del buen rollo dan fe las decenas de notitas que las alojadas dejan en el tablón, agradeciendo el calor recibido, las amistades forjadas o el recuerdo que se llevan de Barcelona.

Nour Elimane Dayf, responsable de la sede barcelonesa, realata que acaban de abrir otro en Londres, y que pronto lo harán en París. “Nos gusta integrar en el proyecto la cultura local”, cuenta, por eso el albergue cuenta con numerosas y coloridas creaciones en sus muros, de artistas y estudiantes. “Queremos que todas las viajeras se sientan a gusto y cómodas”, subraya. Y este oasis femenino atrinchera a españolas, europeas, latinas, norteamericanas, australianas… lo ratifica un mapamundi donde cada huésped coloca una chincheta en su país, y ya las hay incluso en el área de Hawai. Una iraní acaba de colocar la suya. Y recientemente lo hizo incluso una jubilada canadiense que “por fin tenía tiempo de descubrir mundo”.

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