Proyecto urbanístico

Así se prevé el ‘ecodistrito’ de la Mercedes: nueve hectáreas sin coches, con menos calor y árboles en las terrazas

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El promotor de la reforma en el barrio de Bon Pastor, en Barcelona, proyecta una 'superilla' con 3.250 vecinos, siete aparcamientos soterrados y autoabastecimiento de energía

El solar de la antigua fábrica de Mercedes Benz, en Barcelona, donde se prevé edificar un 'ecodistrito'.

El solar de la antigua fábrica de Mercedes Benz, en Barcelona, donde se prevé edificar un 'ecodistrito'. / JOAN CORTADELLAS

Jordi Ribalaygue

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El recinto que ocupó la fábrica desmantelada de Mercedes Benz en Barcelona es una explanada vallada, con naves deshabitadas y enganchada a los polígonos del extremo de la ciudad que bascula sobre el Besòs. “Es una ubicación desconocida por muchos, pero muy relevante, en la entrada norte de la ciudad”, describe Paco Hugas, directivo de la sociedad inmobiliaria Conren Tramway, dueña de la parcela desde 2018. Son nueve hectáreas yermas, que aspiran a poblarse en menos de una década tras rehacerse el solar por completo, aunque reaprovechando parte de las instalaciones en pie.

Pendiente de recibir la bendición de la comisión de urbanismo de la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona dio curso a la transformación urbanística sin oposición en marzo. Ahora, los promotores diseñan lo que anuncian como el primer ‘ecodistrito’ de España, con la perspectiva de edificarse entre 2025 y 2029. Se promete libre de tráfico y concebido para ahorrar en el gasto de agua, electricidad y sistemas de refrigeración. "Ataca directamente al cambio climático por lo que hace al calentamiento global, la demanda energética y de agua", enumera Hugas.

“Será una de las dos o tres operaciones de construcción de un ‘ecodistrito’ más importantes en Europa de los últimos años”, ensalza Enric Batlle Roig, el arquitecto encargado del proyecto de la remozada manzana, con 185.000 metros cuadrados edificables y a la que se prevé que se trasladen a vivir unas 3.250 personas. Además, se quiere reformar uno de los edificios existentes para albergar unos 2.000 estudiantes y 500 profesores de la escuela universitaria de diseño Elisava. El centro podría trasladar sus aulas a la Mercedes si fructifican las conversaciones abiertas. 

También se rehabilitarán antiguos almacenes y se levantarán inmuebles para alojar oficinas para unos 3.500 empleados. Se pretende que en los despachos se acomoden negocios de industrias creativas y 4.0, vinculados a las disciplinas que se imparten en Elisava. 

La nave central se transfigurará en una plaza descubierta de 11.400 metros cuadrados. En todo caso, se conservará el armazón de la fábrica, recubierto con plantas y coronado con placas fotovoltaicas sobre las vigas, que suministrarán energía al conjunto. También se dispondrá de unos 15.000 metros cuadrados para comercio “mayoritariamente de proximidad”, indica el propietario, más otros 11.000 para equipamientos públicos, pendientes de definir. 

Isla “de frescor”

Todas las vías interiores del futuro vecindario serán en exclusiva para peatones y ciclistas. “De partida, no se hacen calles nuevas para coches. Los vehículos que accedan lo harán directamente al subsuelo, también los de carga y descarga. Se construirán siete ‘parkings’ subterráneos. El proyecto nace desde el principio como una ‘superilla’”, resalta Batlle, refiriéndose al modelo con el que Barcelona ha restado espacio al tráfico, motivo habitual de debate entre alcaldables en la campaña electoral.

Recreación de la futura plaza en la nave central de la Mercedes, en Barcelona.

Recreación de la futura plaza en la nave central de la Mercedes, en Barcelona. / CONREN TRAMWAY

A su vez, la Mercedes pretende ser la antítesis de las islas de calor, otro concepto en boga en el urbanismo de la ciudad. Se refiere al efecto que la circulación de vehículos, el asfalto o la falta de vegetación tienen sobre las temperaturas en el interior de Barcelona, más cálidas que en zonas menos densas. En contraposición, la remodelación de los terrenos situados en el barrio del Bon Pastor aspira a convertirse en una “isla de frescor”, tal como Batlle la etiqueta.

“El 50% del suelo estará destinado a parques y zonas públicas, todas verdes. El resto son edificios con cubiertas verdes en su mayoría y construidos con materiales lo más naturales posible y porosos, los que más absorben el calor. No tiene por qué encarecer costes, las soluciones basadas en la naturaleza pueden llegar a ser más baratas. Hemos comprobado en ensayos que la temperatura se reduce así tres grados”, asegura el arquitecto. Conren Tramway cuenta con plantar cerca de 1.000 árboles en la parcela, también algunos en lo alto de los inmuebles, con jardineras colocadas en las terrazas. 

Los métodos para atenuar las temperaturas deben contener también el consumo energético, destaca el director técnico de Conren Tramway, Clemens Hörter: “Aporta la posibilidad de rebajar la demanda térmica. En relación a una construcción normal, permite reducir un 66% la demanda térmica de frío y un 23% la de calor”. “La configuración de los edificios, los diseños, los aislamientos y las ventilaciones cruzadas también contribuyen a que se necesiten menos consumos”, apostilla Batlle.

Acopio de agua de lluvia

La Mercedes se dotará también de una red centralizada de producción y suministro de energía, similar a la que abastece al 22@. “En cuanto a la demanda de electricidad, podemos reducir el consumo total en un 20%”, calcula Hörter. 

Siempre que la sequía lo permita, se hará acopio de agua de lluvia. “Servirá en gran parte para regar plantas. Escogeremos especies autóctonas, que no requieren una gran cantidad de agua”, precisa Batlle. También se planea recuperar aguas grises -las residuales tras ser usadas en duchas y lavamanos- para riego y cisternas. “Con ambas medidas, se consigue un ahorro general del 50% en consumo de agua. En los edificios residenciales, se reduce hasta un 70% y en las oficinas, un 60%”, estima Hörter.

Los promotores se comprometen a reciclar escombros de las antiguas naves para disponer de hormigón y material para pavimentación. “También incluimos la posibilidad de construir con madera, el material que tiene menos impacto en su producción, su uso y futura eliminación porque, si hubiera un derribo, puede ser reutilizado”, recalca Batlle.

A su vez, los promotores se proponen conseguir que las instalaciones del antiguo complejo fabril se cataloguen como bienes patrimoniales a proteger. Es “uno de los pocos” ejemplos de “arquitectura racionalista de inspiración nórdica” en Barcelona, subraya Conren Tramway. “Al conservar edificios y al haber menos derribos, se generan menos residuos y confieren identidad al lugar”, completa el arquitecto.

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