Modelo de ciudad

MAPA | La desigualdad verde: los barrios de Barcelona con más y menos parques y jardines

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MAPA | La Barcelona vaciada: las calles céntricas despobladas y los barrios emergentes

Cada ciudadano dispone de unos siete metros cuadrados de naturaleza, pero con diferencias importantes en función del distrito

Los parques urbanos de Barcelona atraen a mariposas importantes

Los parques urbanos de Barcelona atraen a mariposas importantes / Pinterest

Carlos Márquez Daniel

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Días atrás, este diario les contaba la historia de un índice que mide la salubridad de las calles de Barcelona. Lo han realizado un grupo de investigadores de Londres, urbe que también han radiografiado, gracias a los datos facilitados por la agencia pública Barcelona Regional. El análisis también permitía visualizar cómo se está despoblando el centro de Barcelona y dónde tiene aún espacio para crecer la ciudad.

Entre esa turba de números y registros, se incluía además el porcentaje de superficie verde y arbolado de cada vía de la capital catalana, un plano que tiene un relato en sí mismo y que aquí procederemos a desarrollar. Tiene especial sentido fijarse ahora en esto, pues todo lo que tiene que ver con el urbanismo a escala más humana será clave en la campaña electoral de las municipales del 28 de mayo. A día de hoy, la superficie considerada verde público, según cálculos municipales, no llega al 12% del total, con lo que a cada habitante le tocan siete metros cuadrados de verde.

Con desigualdades tremendas, pues mientras en Sants-Montjuïc, con la montaña, salen a 17,4m2, en el Eixample apenas llegan a dos. Si les gusta proyectar hacia el futuro en base al tiempo pasado, deben saber que desde principios de siglo hemos ganado medio metro cuadrado por persona, una mesita de noche.

Los datos se basan en el índice de vegetación de diferencia normalizada (NDVI, en sus siglas en inglés), que mide la densidad de la vegetación a partir de la imagen captada por satélite. Esto puede llevar a engaños, puesto que en función de la época del año, por ejemplo, se puede generar una radiografía muy distinta. En cualquier caso, junto a otros indicadores que sí son objetivos y palpables, es posible tener una idea bastante certera de cuál es la situación en Barcelona en cuanto a zonas verdes.

Las viejas villas

El mapa facilitado por Barcelona Regional a los expertos de Healthy Streets es un buen reflejo de la historia de la capital catalana. Porque aparecen en rojo zonas muy peatonales, tranquilas, sin apenas tráfico. Pero la salud va más allá: son áreas con poco verde, porque los cascos antiguos de las villas y pueblos que la gran ciudad empezó a engullir a partir de finales del siglo XIX eran, en esencia, lugares en los que se desarrollaba la vida económica y social. Si los ciudadanos de entonces querían campo y terreno abierto, les bastaba con salir de esa maraña de calles estrechas. Sucedía en el Sarrià, en Horta, en Gràcia, en Sant Andreu del Palomar y en Sant Martí de Provençals, ese municipio que firmó la licencia de obra de la Sagrada Família. Unos campos periféricos que hoy son ciudad edificada.

Mapa 'Healthy Streets' de Barcelona

También lo vemos en la antigua Barcelona, más en el Gòtic que en el Raval, quizás porque se urbanizó antes y buena parte del otrora barrio chino eran tierras agrícolas mientras el otro lado de la Rambla, con una primera muralla, ya presentaba ese espacio de roñoso aspecto verde. Las murallas se derribaron, entre otras cosas, por razones sanitarias, pero 170 años después, con observar el mapa que acompaña esta información, resulta fácil dibujar los límites que dieron paso al Eixample a partir de 1859 con el plan de Ildefons Cerdà.

Barceloneta: tarjeta roja

El barrio que sale peor parado en el mapa es sin duda la Barceloneta, ese terreno ganado al mar a base de sedimentos que a partir del siglo XVIII dio lugar al vecindario marinero. Calles estrechas, pisos diminutos y nulas zonas verdes. Un rojo sin paliativos que, sin embargo, no tiene continuidad en el Eixample, donde la presencia de árboles amortigua otros indicadores que, en el conjunto global, lo sitúan como el distrito menos saludable de la ciudad según Healthy Streets. Son 10 los criterios que aplicaron estos expertos, y en cinco de ellos se tiene en cuenta la intensidad media diaria de vehículos. Es decir, la circulación de coches, el ruido y la contaminación que generan siguen siendo el 'handicap' principal para marcar una vía como sana o enferma.

En 2015, Barcelona Regional redactó un completo informe sobre la estructura verde en Barcelona. En sus 55 páginas incluía un 'ranking' de los 10 barrios más verdes y otro con los 10 menos naturalizados. El 'top' 3, sin contar Collserola, fueron Poble Sec (por razones obvias, porque incluye Montjuïc), el Coll (contiene el parque de la Creueta del Coll) y Vallbona, al otro lado de la frontera que marca la C-58. Los menos verdes, Vilapicina i la Torre Llobeta, Sants-Badal y Can Peguera.

Que las zonas verdes escaseen en la ciudad no es una buena noticia. El plan de ejes verdes -bautizado como Superilla- debería ayudar a revertir la situación, así como la reurbanización de arterias como Via Laietana, Pi i Margall, Meridiana o la plaza de las Glòries. Pero que haya más hierba o más árboles genera un doble frente. Primero, el del mantenimiento, algo que ya observamos, por ejemplo, en la supermanzana de Sant Antoni, donde hay algunas quejas sobre el estado de los parterres. Y segundo, el agua necesaria para alimentar tanta vida silvestre. Una ciudad más natural genera más y mejor oxígeno y absorbe la contaminación, pero, en plena sequía y con los achaques del cambio climático, si no cambia la política hídrica, ¿tendremos agua para regarla?

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