En Barcelona

Dispositivo contra ladrones multirreincidentes junto al Mercat de Santa Caterina

Ola de robos nocturnos junto al mercado de Santa Caterina con tapas de alcantarilla

VÍDEO | Un vecino grabó al autor de los disparos del tiroteo en el centro de Barcelona

Operativo policial de los Mossos contra multirreincidentes en Pou de la Figuera, Barcelona

Operativo policial de los Mossos contra multirreincidentes en Pou de la Figuera, Barcelona / EPC

Guillem Sánchez

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Los Mossos d’Esquadra, la Guardia Urbana de Barcelona y la Policía Nacional han activado este jueves por la noche un dispositivo contra la multirreincidencia en la plaza del Pou de la Figuera, un espacio ubicado junto al Mercat de Santa Caterina, en el distrito de Ciutat Vella, el centro de Barcelona. Agentes uniformados y de paisano se han desplegado en el espacio público con el objetivo de identificar a personas sospechosas de cometer hurtos o robos con violencia. El operativo incluye la participación de la Policía Nacional porque también se revisará la situación legal de algunos investigados.

Se trata de un dispositivo enmarcado en el Pla Tremall que guía la estrategia policial contra los ladrones más activos a partir de la pandemia. El Tremall se basa, por un lado, en mejorar la información policial disponible de los delincuentes más habituales –con el objetivo de acreditar que se trata de personas reincidentes cuando pasan a disposición judicial– y, por el otro, en llevar a cabo, gracias a esa labor previa de inteligencia, operativos disuasorios en zonas calientes de Barcelona, como el de este jueves.

La plaza del Pou de la Figuera es un lugar que, según las fuentes policiales consultadas, frecuentan algunos jóvenes que asaltan a los turistas. Recientemente se ha reactivado, con la vista puesta en el inicio de una campaña turística que se prevé compleja, el grupo de los Mossos especializado en la investigación de los robos de relojes de gama alta, el Titani. Las mismas fuentes señalan que la Via Laietana y la Avinguda Francesc Cambó –donde está ubicado el mercado– son zonas de actividad de los llamados 'relojeros' que, después de acosar a los turistas y quedarse con sus relojes, se desplazan al Pou de la Figuera.

Un lugar complejo

El Pou de la Figuera, conocido popularmente como 'Forat de la vergonya', ha sido en los últimos tiempos un lugar que ha acumulado diversos episodios complicados. A finales de febrero una discusión entre vecinos fue zanjada por uno de ellos con un arma de fuego. Los disparos fueron captados por un vecino con su teléfono móvil, tal como explicó este diario. El autor sigue en paradero desconocido.

Antes y después de Navidad, los aledaños de esta plaza acogieron una ola de robos nocturnos contra comercios de la zona protagonizados por consumidores de narcopisos cercanos. Fuentes policiales afirman que esos pisos de la droga ya han sido clausurados y que esa ola de robos se ha detenido. Miguel Ángel Ortega, presidente de la asociación de comerciantes del vecindario, coincide en que aquel repunte ha disminuido aunque señala que ha seguido habiendo robos más aislados y que, tristemente, la "normalidad" en esta plaza sigue siendo "anormal" porque se ha enquistado la presencia de autores de robos violentos.

Dos apuñalamientos mortales

En el Pou de la Figuera en septiembre de 2017, un joven argelino murió acuchillado en una pelea en la que otros dos jóvenes resultaron heridos. El episodio elevó la tensión en la plaza y en los días posteriores hubo nuevos enfrentamientos. En diciembre de 2019, de nuevo en el mismo espacio, una pelea entre dos jóvenes terminó de la peor manera: uno de ellos clavó un cuchillo en el cuello al otro y después se dio a la fuga. La víctima murió y el agresor fue detenido poco después.

"No quiero que mis hijos se acerquen"

Una mujer, cubierta con velo musulmán, aseguraba a este diario tras el tiroteo del pasado febrero, que este rincón de la ciudad se ha convertido en un punto de encuentro habitual de jóvenes conflictivos que se sientan en las sillas y bancos que quedan bajo los árboles. "No quiero que mis hijos se acerquen allí. No dejó que jueguen con ellos porque me dan miedo", explicaba esta vecina, que comparte origen con los citados jóvenes pero prefiere apartar a sus hijos de ese contacto.

La comunidad de procedencia árabe, que dispone de una mezquita y tiene una carnicería o una panadería en la misma plaza, reaccionaba de forma similar a esta mujer, incómodos ante las conductas de algunos que lastiman el intento de llevar una vida normal de la mayoría, que se ha integrado con éxito.

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