Investigación en marcha

Ola de robos nocturnos junto al mercado de Santa Caterina con tapas de alcantarilla

Restaurantes, talleres, negocios de ropa, peluquerías o locales de bisutería han sufrido robos con fuerza durante la noche por ladrones que tanto vecinos como policías vinculan a pisos de la droga

Ola de robos nocturnos junto al mercado de Santa Caterina con tapas de alcantarilla

Ola de robos nocturnos junto al mercado de Santa Caterina con tapas de alcantarilla. / El Periódico

Guillem Sánchez

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"Para poder comprar otra dosis, roban cualquier cosa", explica Pietro, el dueño del restaurante italiano 'Le Cucine Mandarosso', uno de los propietarios afectados por la ola de robos que sufren en las últimas semanas negocios del barrio de Sant Pere, Santa Caterina i La Ribera de Barcelona, en el distrito de Ciutat Vella. Tanto los vecinos como las fuentes policiales consultadas por EL PERIÓDICO coinciden en señalar que detrás de varios de estos ataques zafios se esconden consumidores de narcopisos de la zona que, presa de la ansiedad que genera la abstinencia, "roban cualquier cosa" que les permita pagar los 5 euros que vale la droga a la que están enganchados.

"¿Qué podrían llevarse de mi local? ¿Botellas vino?", se pregunta Pietro, subrayando el poco sentido que tiene que roben en un negocio en el que apenas hay dinero en efectivo. Pietro además del restaurante de Sant Pere Mitjà posee una tienda y un almacén. Los ladrones han tratado de entrar en los tres sitios. Aunque sin conseguirlo. Las grabaciones de la cámara de seguridad de uno de sus establecimientos, que acompañan a esta noticia, muestran uno de las tentativas: levantan la persiana metálica de noche, cuando el negocio estaba cerrado, y después rompen el cristal de la entrada arrojando una tapa de una alcantarilla cercana

Con ese mismo sistema sí lograron entrar y robar en el 'El niu del Gecko' de la calle de Gombau, un local compartido con otro comercio, el 'Papallona Circus'. Y también en la tienda de ropa 'Pacific Avenue', ubicada en la calle General Álvarez de Castro. En estos negocios, además, los ladrones se marcharon dejando la persiana levantada y un agujero en la cristalera. Un paso libre que, durante la misma noche, usaron más saqueadores para colarse y agravar los daños. En el 'Papallona Circurs' y 'El niu del Gecko', un taller de espectáculos infantiles, rompieron puertas y revolvieron armarios y estanterías. Y se llevaron algo de dinero en efectivo, maletas de títeres o un ordenador. 

De la tienda de ropa usurparon las prendas que quisieron. La dueña de este último establecimiento es de las que ya defiende en las reuniones vecinales la contratación de un vigilante de seguridad privad para que deambule por las calles que hay entre el Mercat de Santa Caterina y El Palau de la Música y evitar que estos ladrones sigan actuando a su antojo. La lista de afectados en enero incluye negocios tan dispares como peluquerías o locales de bisutería, robos absurdos que reportan pocas ganancias a los agresores pero graves daños a las víctimas.  

"Un clima de miedo"

"Lo peor es el clima de miedo que se ha creado", asegura Pietro, que añade que las peleas en los aledaños a uno de los pisos de la droga, en Sant Pere Mitjà, son frecuentes y, en ocasiones, intervienen las navajas. "Ha habido chicas que tenían miedo de salir del restaurante", afirma. Vicent, por su parte, teme que recurrir a los medios de comunicación pueda perjudicar la imagen del barrio, pero explica que la situación actual está generando frustración. "Ya habíamos normalizado que se robe en la calle", admite. "Incluso hay jóvenes que creen que están en su derecho de robar y que se atreven a amenazarte si tú se lo reprochas", asegura. "El problema", razona, es que ahora los ladrones parecen haber dado un paso más, asaltando negocios por la noche.

Especialmente frustrante resulta el caso de la dueña de 'Les Dues Sicílies', en la calle de Princesa. Ha sufrido dos robos por parte de un ladrón al que ha reconocido a través de las cámaras. En esas imágenes, que también publica este diario, se aprecia cómo un encapuchado se cuela de madrugada en el local, arranca el dinero de la caja registradora y se marcha. La propietaria asegura que este sospechoso sigue en libertad. Vicent contabiliza alrededor de una docena de casos concentrados en un espacio reducido, junto al Mercat de Santa Caterina, y en pocas semanas.

Investigación en marcha

Las fuentes policiales consultadas por este diario no minimizan la gravedad de lo ocurrido y afirman estar encima del problema, tanto con efectivos de los Mossos d’Esquadra como de la Guardia Urbana de Barcelona. Sin embargo, añaden, no pueden dar demasiado información sobre un caso que se encuentra en fase de investigación. En los últimos días, se han producido siete arrestos de ladrones que han cometido robos con fuerza contra establecimientos de la zona. 

Las mismas fuentes de la policía catalana admiten que se han cometido errores, como dejar desprotegidos negocios como el 'Pacific Avenue', o el local que comparten 'El niu del Gecko' y el 'Papallona Circus', cuando tenían las entradas forzadas, lo que permitió que sufrieran nuevos saqueos durante la misma noche. Y confirman que los sospechosos de perpetrar estos ataques, que no demuestran ningún grado de especialización, parecen estar vinculados a pisos de la droga, alguno de los cuales funcionan como narcopiso, que llevan meses abiertos en el barrio. Un narcopiso es un domicilio –casi siempre ocupado ilegalemente por traficantes– en el que se vende droga y se permite el consumo de la misma en su interior. 

El narcopiso del que parecen salir los toxicómanos que roban en tiendas cerradas actúa como un fumadero de crack, según los vecinos. No es algo nuevo, tal como avanzó EL PERIÓDICO, los únicos pisos de la droga que también consienten el consumo lo limitan al crack inhalado. 

La paradoja policial reside en que si se apuesta por actuar con firmeza e inundar de patrullas uniformadas la zona, los ladrones se marcharán a otro lugar. En consecuencia, los robos dejarán de cometerse en el vecindario de Sant Pere, Santa Caterina y La Ribera pero será más complicado acumular pruebas sólidas que permitan alcanzar condenas más duras contra los delincuentes.

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