Front Marítim

Barcelona cierra 45 días el restaurante-club Carpe Diem por infracciones

El concejal de Ciutat Vella critica que el Estado "prorrogue los contratos de alquiler" a los locales, como se acordó

La sala se someterá a mejoras y reabrirá el 20 de abril con una agenda especial para celebrar su 20 aniversario

Imagen de Carpe Diem y Opium, en el Front Marítim.

Imagen de Carpe Diem y Opium, en el Front Marítim. / ALBERT BERTRAN

Patricia Castán

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El restaurante-club Carpe Diem, uno de los locales más conocidos de la ciudad y ubicado en el Front Marítim, ha empezado este lunes 45 días de cierre, como sanción por las infracciones detectadas durante una inspección en una fiesta celebrada hace cuatro años. Durante ese tiempo ha presentado diversos recursos, que han concluido con esta clausura temporal impuesta por el Ayuntamiento de Barcelona. Fuentes del establecimiento, que durante el día y hasta medianoche funciona como restaurante y a partir de esa hora es un club con licencia de discoteca, explican a este diario que durante este periodo emprenderán algunas mejoras en la sala de cara a su reapertura el 20 de abril, cuando darán comienzo a un programa especial de conmemoración de su 20 aniversario que se prolongará todo el año.

El consistorio lleva varios años realizando inspecciones a los establecimientos de la zona, donde se concentra buena parte del ocio nocturno de la ciudad. Como consecuencia de esos controles, previamente ya se cerró por 15 días la discoteca Pacha. En estos momentos está también pendiente de resolución el posible cierre por 90 días de otro de los locales vecinos. En numerosos locales del distrito se han abierto expedientes por cuestiones de seguridad u horarios. En el caso de Carpe Diem, la incidencia principal que ahora motiva la clausura temporal data de 2019, cuando celebraron la 'Flower Power', a la que acuden muchos rostros populares, y donde se superó el aforo de la sala. El montaje de la fiesta incumplió otros aspectos de la normativa de seguridad.

Zona en el punto de mira

Desde la llegada de Ada Colau a la alcaldía, los Comuns han expresado su objetivo de erradicar el ocio nocturno del litoral, como ya sucedió con el Port Olímpic. En el caso del Front Marítim (al lado del Hotel Arts), la titularidad es del Estado y cuatro de los operadores pactaron en 2020 con el Ministerio de Hacienda su continuidad por cinco años más, aunque otros establecimientos fueron subastados.

Las patronales del sector reclaman su supervivencia, en el marco de una ciudad con cada vez menos opciones de ocio para sus jóvenes, y ante la posible pérdida de casi un millar de puestos de trabajo. Por contra, entidades vecinales de la Vila Olímpica han pedido durante años la reducción de la oferta así como un control de sus efectos en la vía pública. Durante años, la presencia policial ha sido mínima.

El colectivo de restaurantes y discotecas de la zona --que figuran entre los mejores clubes del mundo, según clasificaciones internacionales-- ha expresado reiteradamente también sus quejas sobre el abandono que vive el paseo Marítim, en su tramo a ras de playa, donde son los propios operadores quienes han tenido que reparar las pasarelas en numerosas ocasiones ante las muchas caídas de viandantes que se producían.

Pero el interés inspector del ayuntamiento se concentra en lo que sucede dentro de los establecimientos. En declaraciones a La Vanguardia, el concejal de Ciutat Vella, Jordi Rabassa, ha destacado este lunes que están haciendo "inspecciones en los locales de ocio de Ciutat Vella desde hace más de cinco años como no se habían hecho antes en esta ciudad". "De este modo proporcionamos seguridad a las personas que acuden" a ellos. De nuevo, ha criticado que el Estado esté "prorrogando los contratos de alquiler con las discotecas" del Front Marítim.

El consistorio y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) acordaron el año pasado un protocolo de colaboración para ampliar sus instalaciones científicas en esta zona, sin plazos ni presupuestos. Los locales quedan al nivel del mar, bajo el paseo, y concebidos como espacios de ocio no tienen más entrada de luz natural que sus terrazas.