Termómetro social

Una Barcelona más enfadada: las encuestas de Colau cuando llegó al poder y hoy

Del paro a la inseguridad, los problemas de Barcelona de la llegada de Colau hasta hoy

Análisis de 30 años de barómetros municipales. ¿Cuál es el líder mejor valorado?

Estas son las preocupaciones de los barceloneses en estas últimas tres décadas

Las sondeos dibujan una ciudad más polarizada, más enfadada, más fiscalizadora y más progresista que hace ocho años, cuando, como ahora, la esperanza de un futuro mejor se mantenía intacta

Ada Colau, el 13 de junio de 2015, tras se investida por primera vez alcaldesa de Barcelona

Ada Colau, el 13 de junio de 2015, tras se investida por primera vez alcaldesa de Barcelona / JOAN CORTADELLAS

Carlos Márquez Daniel

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Vaya por delante que las encuestas reflejan percepciones y sensaciones, no siempre realidades. Y que el contexto no es el mismo ahora que hace ocho años. Barcelona acumula dos mandatos bajo el mismo cetro, el de Ada Colau y los 'comuns' (con 'joint venture' con el PSC incluida). En 2015, la ciudad salía de una cruda crisis iniciada en 2008 y agravada a partir de 2011. En 2023, la capital catalana arrastra el poso de la pandemia y los efectos de la crisis energética. ¿Pero qué realidad heredó la alcaldesa y qué legado deja para el próximo gobierno local? Para realizar la comparativa, tomamos como base el barómetro y la encuesta de servicios municipales, los termómetros que mejor miden la temperatura social de la metrópolis.

Ada Colau, en el pleno municipal del pasado diciembre

Ada Colau, en el pleno municipal del pasado diciembre / Zowy Voeten

También se puede echar mano de los datos más objetivos. El paro, por ejemplo, con una tasa de desempleo que ha bajado del 13% al 7%. O el producto interior bruto generado por los 10 principales sectores económicos de Barcelona, que ha aumentado un 13%. O la renta disponible de los hogares, que creció un 11% en los cinco primeros años. Todo, sin embargo, con un IPC que desde junio de 2015 hasta noviembre de 2022 se ha disparado un 16,5%. Hay otros muchos indicadores (seguridad, contaminación, urbanismo, vivienda...) pero ya habrá tiempo para hacer balances del mandato.

Vamos con la percepción ciudadana, con las diferencias que la población estima entre la Barcelona que heredó Colau hace ocho años y la Barcelona del presente. Empecemos con las perspectivas de futuro: en diciembre de 2015, un 38% de los encuestados por el barómetro creían que la ciudad había ido a peor en el último año, pero un 55,4% tenían buenas perspectivas de futuro.

La misma pregunta, realizada a finales de 2022: un 66,4% veían un último año desastroso y un 53,6% intuían un mañana más próspero. En resumen: somos agoreros del pasado (ahora casi el doble que antes) pero hay cierta esperanza con lo que está por llegar. Como si el mañana siempre pudiera ser mejor que hoy.

La gestión municipal es uno de los aspectos que más ha variado. En el último barómetro, y por primera vez en toda la serie histórica desde 1990, más de la mitad de los entrevistados (50,4%) creían que la administración local es errática, por un 35% que la consideraban buena o muy buena. A mitad de 2015, eran el 52% los que hablaban bien del gobierno local y un 22% los que abjuraban del consistorio. Esas buenas sensaciones se mantuvieron con Colau al frente de la ciudad, con un techo del 55% de apoyo en junio de 2018. Desde entonces, cuesta abajo hasta los registros actuales.

El bajón de 2018

También hay diferencias sustanciales sobre la valoración del estado de la economía en la ciudad. Xavier Trias, alcalde del 2011 al 2015, dejó un 35% de ciudadanos que la veían bien o muy bien y un 40% que la calificaban de mala o muy mala. El pasado diciembre eran un 28% de optimistas y un 60% de pesimistas. Como sucede con la gestión, también aquí la percepción de que el bolsillo de Barcelona iba sobrado se mantuvo en cotas muy elevadas hasta junio de 2018 (60%), momento en el que empezó a caer, perdiendo 32 puntos porcentuales en cuatro años. Se puede culpar a la pandemia y a la crisis energética de muchas cosas, pero parece que la curva empezó a languidecer varios años antes.

Curiosamente, y es un dato que invita a reflexionar sobre la fiabilidad de las percepciones, al preguntar sobre la economía doméstica, los resultados se cruzan. En el ocaso del mandato de Trias, un 10% de la población aseguraba que las cuentas de casa habían mejorado en el último año, por un 44% que las veían igual y un 45% que iban cuesta abajo. La misma pregunta, en diciembre de 2022, arrojó un 20% de mejora (el doble) y, eso sí, un 50% de caída, con un 30% que ni frío ni calor.

Colau y Collboni, en un acto en la plaza de Catalunya, el pasado 16 de diciembre

Colau y Collboni, en un acto en la plaza de Catalunya, el pasado 16 de diciembre / Martí Fradera

En el último barómetro no se incluyó la información de intención de voto ni la valoración de los líderes municipales por la proximidad electoral, pero en el de julio sí aparecían esos dos datos. A pesar de que Colau asomaba como la alcaldesa peor valorada desde 1990, empatada con un 4,1 con la nota que Jordi Hereu cosechó tras la consulta de la Diagonal de mayo de 2010, la encuesta revelaba que Barcelona en Comú ganaría las elecciones.

Ciudad dividida

También es cierto que más de la mitad de los entrevistados no compartía su voto (por celo, por desconocimiento o por desconexión de la política). Pero el caso es que la líder de los 'comuns', que aspira a su tercer mandato, cosa que exprime al máximo el código ético del partido, sigue polarizando a los barceloneses. De ahí que los grises hayan perdido tanto peso en las encuestas municipales.

Otro dato que demuestra como se han separado las opiniones tiene que ver con la gestión del dinero público. A pesar de lo visto hasta ahora, a la pregunta (en la encuesta de servicios municipales) sobre cómo cree que se usa el presupuesto municipal, el 44,8% dicen hoy que bien o muy bien (un 38,6% en octubre de 2015) y un 34,1% sostienen que mal o muy mal (un 27,8% ocho años atrás). Se explica por la caída de los indiferentes: de un 18,6% cuando Colau empezó a gobernar hasta el 8,3% actual. pero resulta curioso que haya muchos más enojados con la gestión municipal y, en cambio, el apoyo al modo cómo se invierte el dinero de todos sea superior.

La foto electoral de las elecciones de 2015, en el mirado del Turó de la Rovira. Era el 23 de mayo. Repiten Trias, Collboni y Colau. El resto ya se apearon (o los apearon) tiempo atrás de la política municipal

La foto electoral de las elecciones de 2015, en el mirador del Turó de la Rovira. Era el 23 de mayo. Repiten Trias, Collboni y Colau. El resto ya se apearon (o los apearon) tiempo atrás de la política municipal / Julio Carbó

Vamos ahora con la ideología de los ciudadanos. Barcelona, desde que hay registros, siempre se ha declarado ciudad de izquierdas. Los que abrazan la derecha no superan el 10% desde junio de 2002. Si cogemos los dos mandatos de Colau, sin duda el progresismo ha escalado posiciones. en junio de 2015 eran de izquierda o centroizquierda el 56% de los consultados por el barómetro. El pasado diciembre eran el 61% (73%, en junio de 2019, 'top 1' de toda la serie). La derecha y el centroderecha ha pasado del 14% al 11%. ¿Y el sentimiento nacional? Desde junio de 2015, con el 'procés' en plena ebullición pero todavía lejos del 1 de octubre de 2017, los porcentajes apenas se han movido, con mucho término medio. Todo sigue igual.

Unos apuntes sociológicos para entender un poco mejor cómo enfocarán los aspirantes a alcalde estos meses preelectorales. En 2015, solo el 50,8% de los entrevistados aseguraba haber entrado en una red social en los últimos 30 días; hoy son casi el 95%. ¿Usan internet en el móvil? Un 74% hace ocho años, más de 94% en la actualidad.

Terminamos con el grado de satisfacción por el hecho de vivir en Barcelona. Desde los 90, la nota siempre ha sido de notable, pero en el último mandato se ha logrado el peor registro (7,3, en octubre de 2020, por razones obvias), por un 7,8 conseguido en 2015. Ahora estamos en un 7,4, el segundo peor resultado, empatado con noviembre de 2007. En cualquier caso, un notable.

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