Alojamiento cuestionado

Los anfitriones que alquilan habitaciones turísticas en Barcelona romperán la prohibición municipal

El colectivo denuncia por incitación al odio y estigmatización a Janet Sanz, por la campaña contra el alojamiento turístico ilegal que afecta también a su actividad

Miles de particulares han vuelto a colgar sus anuncios en Airbnb tras la sentencia que les dio la razón, porque creen que las multas no podrán prosperar

Pere, anfitrión integrado en la asociación ViA, muestra la habitación que ahora volverá a realquilar para oxigenar su ajustada economía.

Pere, anfitrión integrado en la asociación ViA, muestra la habitación que ahora volverá a realquilar para oxigenar su ajustada economía. / JORDI OTIX

Patricia Castán

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Si un turista busca alojarse en casa de un barcelonés a través de Airbnb u otras plataformas, encontrará de nuevo varios miles de opciones de habitaciones privadas en domicilios particulares pese a la prohibición explícita que impuso el año pasado el ayuntamiento. Esta oferta casi se llegó a extinguir en ese momento, pero la reciente sentencia del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC) que ha dado la razón a la asociación Vecinos y Anfitriones (ViA) así como la nueva campaña de información iniciada desde el consistorio contra todo alojamiento sin licencia (incluidos los llamados hogares compartidos) han espoleado a muchos anfitriones, que se rebelan contra la normativa municipal por "criminalizar" lo que posiblemente sea la fórmula más asequible de alojamiento turístico. El colectivo también ha denunciado a la teniente de alcalde Janet Sanz por presunta "discriminación, incitación al odio y estimatización" por vía de la mencionada campaña que alienta las denuncias vecinales.

Pere L. --prefiere preservar su identidad-- cuenta a este diario que desde 2015 ha alojado a cientos de viajeros en una de las dos habitaciones de su casa. Lo dejó cuando el consistorio blindó su actividad, pero es de los que ahora piensan volver a activar el anuncio. Por muchas cábalas que haga, la economía de este bailarín que ahora se gana la vida dando clases, no le permite más que sobrevivir con austeridad. Para poder "afrontar cualquier eventualidad o ahorrar un poco para la jubilación" necesita el ingreso extra que logró durante años con el turismo, detalla. "En la pandemia tuve que recurrir a los ahorros y a mi edad (52) no puedo dar aún más clases. No veo qué mal hacemos alojando a un turista en casa". En la suya, en un barrio del Eixample, ilustra a los viajeros sobre qué hacer en Barcelona más allá de los tópicos, y trata de transmitir los valores locales. No hay problemas de convivencia vecinal, porque como 'casero' es quien pone las normas y quien convive con ese turista de paso, insiste.

Los anfitriones de ViA han anunciado este jueves en rueda de prensa que la mayoría de sus cientos de asociados "han dicho basta" a la prohibición, reactivando sus anuncios con el objetivo de oxigenar sus apretadas economías domésticas, "más colapsadas desde el inicio de la pandemia". Consideran que el consistorio, "en único beneficio de los intereses económicos de grandes propietarios y corporaciones, ha vetado injustificadamente su actividad mediante una campaña de fuerza e intimidación". Aluden al gran negocio "gentrificador" que creen que suponen los 9.434 viviendas con licencia turística sin fecha de caducidad (muchas en manos de empresas y grandes tenedores) y al hecho de que el Govern reconociera hace dos años la figura del hogar compartido (alquilar habitaciones en una vivienda particular donde reside su titular). No obstante, a través del modificado plan especial urbanístico de alojamiento turístico (Peuat) el ayuntamiento optó por no autorizar licencias al respecto, salvo pisos turísticos reconvertidos, algo bastante improbable y que no tiene repercusión para los anfitriones domésticos.

Uno de los argumentos municipales en contra es el difícil control de la actividad, por una posible irrupción de pensiones encubiertas o de pisos turísticos ilegales anunciados tramposamente por habitaciones sin que resida de facto el propietario.

De momento no están habiendo multas, dicen los afectados. El colectivo confía en que no se produzcan, porque aunque la Generalitat recurra la sentencia (que cuestiona cómo se aprobó el decreto), creen que la justicia les dará la razón y las sanciones municipales no tendrían recorrido, mantiene el abogado.

Anfitriones de ViA, junto a su abogado, en la presentación de la campaña que inician para reivindicar su actividad. 

Anfitriones de ViA, junto a su abogado, en la presentación de la campaña que inician para reivindicar su actividad.  / JORDI OTIX

Así que las camas instaladas por el ayuntamiento en el centro de la ciudad contra el alojamiento ilegal han sido como vinagre para la herida de estos operadores. Su abogado, Dylan Tarín, ha leído la definición de "estigmatización", que cree que es exactamente lo que ha hecho el gobierno municipal desde el área que dirige Sanz. "No se entiende que defiendan a un sector de empresarios poderosos" y "castiguen lo que realmente sería economía circular y reparto de la riqueza que genera el turismo", ha intervenido José Luis Rodríguez, portavoz de la entidad.

Así, ViA no solo ha presentado denuncia, sino que exige la retirada inmediata de dicho montaje. Pero además ha contratacado con una campaña de comunicación con vídeos de testigos afectados para concienciar sobre la "desestigmatización del colectivo y el empoderamiento ciudadano". En la primera entrega, se relata el conflicto municipal y algunos afectados reivindican esos "ingresos básicos para sobrevivir”. “Barcelona me está echando de mi casa”, dice otro participante. Tras romper un precinto en el vídeo, dejan claro este jueves que retoman la actividad (un 80%) para "llegar a fin de mes".

No quieren huéspedes de larga duración

En el caso de Claudia, que hace unos años ya apareció en este diario, la solución de Sanz, que se pasen al alquiler de más de 31 noches (no turístico) no ha funcionado. "No es lo mismo alojar puntualmente al un viajero cuando tú quieres y puedes, que tener permanentemente a alguien viviendo en tu casa, hay una pérdida de intimidad. Y mucha menos seguridad respecto a los pagos", relata esta divorciada que se vale de esta vía para pagar los estudios a sus hijos.

Campaña de los anfitriones de pisos que alquilan habitaciones a turistas

Lo mismo le ha sucedido a María, con una hija de 19 años que no quiere dejar sola en casa con extraños conviviendo, y ya tuvo una mala experiencia. "Nunca me había sentido tan insegura". La mujer no puede alcanzar el pago de su alquiler solo con su salario y ya acordó con el propietario poder alquilar una habitación. "Jamás hemos tenido ni un problema, al contrario que con los dos pisos turísticos que hay en la escalera, donde siempre hay gente joven, juergas y hasta orines en el ascensor", se queja.

¿Qué ingresos puede suponer alojar a viajeros? En Airbnb hay habitaciones desde 30 euros (individuales) hasta más de 150, cuando incluyen baño en suite, más metros cuadrados o una ubicación muy deseada. En septiembre abundan las tarifas por entre 60 y 90 euros, aunque muchos las adaptan a la demanda de cada momento. "Lo hacemos por necesidad", agrega Fran, un anfitrión canario afincado en Barcelona que destaca que el denominador común de todos los anfitriones "es que se trata de hogares con algún tipo de fragilidad", madres con hijos a su cargo, personas con un familiar discapacitado, personas con empleos precarios...que necesitan "un ingreso extra". E insisten en que la verdadera integración turística se produce en sus domicilios, donde compartiendo cocina o charlas se acaban haciendo amigos de medio mundo. Los que ya han reactivado el anuncio afirman que ya tienen "agosto al completo".

Suscríbete para seguir leyendo