ÉRASE UNA VEZ EN... SANT ANTONI (38)

Un barrio en el que andar de la mano

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Helena López

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Antes de la pandemia repartían entre sus vecinos (son una oenegé pequeña que trabaja solo dentro de las fronteras del barrio), dos toneladas y media de comida al mes. O, lo que es lo mismo, 20 toneladas en ocho meses. En los ocho meses que llevamos de pandemia han repartido 95; más los mil menús cocinados semanales que reparten en un nuevo servicio surgido de la necesidad, como todo lo que hacen en De veí a veí, oenegé nacida durante la anterior crisis económica para no dejar caer a ningún vecino y que durante el estado de alarma no solo no cerró un solo día, sino que triplicó las horas en las que sus puertas están abiertas. Desde entonces abren también los sábados. El hambre no entiende de festivos.

Rafa Martínez, copresidente de la oenegé, explica estas cifras (y el orgullo de financiarse con el trabajo voluntario y comunitario de un vecindario que nunca falla, gracias a campañas como la confección y venta de mascarillas solidarias) mientras paga un café. Es jueves y todavía no han entrado en vigor las nuevas restricciones. Va liado, como siempre. Tiene que salir pitando a buscar los 16.556 folletos (el número de viviendas del barrio) que han impreso para ayudar al CAP Manso, el ambulatorio del barrio, a difundir que este año la campaña de la vacuna de la gripe se hará en<strong> Calàbria 66 </strong>(su peleado espacio vecinal) en vez de en el saturado CAP.

"La 'superilla' se está viviendo de forma ambivalente, reduce la contaminación, pero es un factor gentrificador"

Xavier Caballé

— Fem Sant Antoni

"Un grupo de voluntarios repartirá la información por todo el barrio entre hoy [por el jueves] y mañana [por el viernes", señala Martínez antes de anunciar otra campaña que también echa andar ese mismo jueves, precipitada por las circunstancias. "Iniciamos un servicio de riders (repartidores en bicicleta) para el comercio del barrio. Ya tenemos a los cuatro primeros voluntarios para trabajar con los encants del mercado y Som Sant Antoni (la unión de comerciantes). "De veí a veí nos hemos puesto al servicio del comercio. Esta crisis está siendo muy complicada y no podemos permitir que Amazon capitalice la riqueza del barrio. Preparábamos una campaña para Navidad, pero las nuevas limitaciones de aforo y el cierre de los bares y restaurantes lo ha precipitado todo. Empezamos ya. No podemos dejar que nuestro pequeño comercio se hunda", sentencia el hiperactivo Martínez.

El espacio vecinal Calàbria 66 en el que este año se realizará la campaña de la gripe en el barrio es también el lugar de reuniones de la plataforma vecinal Fem Sant Antoni, creada ante el alud de desahucios invisibles vividos en el barrio en los últimos años fruto del <strong>proceso gentrificador</strong>. "El punto de inflexión fue el inicio de las obras del mercado", señala Xavier Caballé, activista vecinal y miembro de la plataforma, que trata de ser un lugar de participación vecinal en el que decir cómo quieren que sea el barrio. Hacer visibles esos desahucios invisibles como primer paso para detener el éxodo, además de ayudar a los vecinos afectados por los desahucios judiciales, esos que no se han parado pese a los anuncios oficiales.

Desahucios que no paran

"El principal problema con el que nos encontramos es la vivienda. Si se expulsa a los vecinos no hay barrio", reflexiona Caballé. "De esos desahucios invisibles, personas a las que no les renuevan el alquiler o que no pueden asumir las subidas, no tenemos cifras, pero sí las tenemos de los pisos en los que antes vivían familias y ahora son pisos turísticos. Hace un año hicimos el cálculo y nos salió que había mil, entre los legales y los ilegales. Mil viviendas que ahora además están vacías, mientras en el barrio hay un grave problema de falta de parque de vivienda de alquiler social o a precios asequibles", prosigue este miembro de Fem Sant Antoni, plataforma vecinal en la que también han discutido mucho sobre la súper illa del barrio, actuación urbanística que acompañó la reforma del mercado. "Se está viviendo de forma ambivalente. Yo personalmente la sigo defendiendo porque reduce la contaminación y es evidente que mejora la calidad de vida del barrio, pero precisamente esa mejora es otro factor gentrificador.Poner la ciudad más bonita, pacificar, también incide en el aumento de precios y ese impacto se tendría que haber estudiado más. Los riesgos de fomentar la especulación cuando coges un barrio céntrico y lo pacificas", opina.

Asignaturas pendientes

Además de la vivienda y el debate sobre la súper illa, en Fem Sant Antoni ponen sobre la mesa algunos asuntos pendientes del barrio, como decidir qué se hace en la ronda de Sant Antoni, dejada a su suerte tras el desmantelamiento de las carpas provisionales del mercado, que se desencalle de una vez por todas la compra municipal del viejo solar del Talia -el municipio anunció que lo compraría, pero de momento no perciben movimientos- o del gimnasio social Sant Pau, en la acera Raval de la ronda, pero a las puertas (y con el corazón) también en el barrio.