EQUIPAMIENTO LARGAMENTE REIVINDICADO

Calabria, 66, donde el Eixample se hace barrio

El espacio vecinal autogestionado celebra su primer aniversario como referente del movimiento asociativo de Sant Antoni

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HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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En muy poco tiempo -abrió sus puertas hace un año-, Calabria 66 se ha convertido en el espacio de referencia para las entidades de Sant Antoni. "El único barrio del Eixample que es barrio", como lo define Pep Guasch, miembro del grupo motor de este espacio autogestionado; el primero del distrito con este tipo de organización. "Un proyecto en permanente construcción que ahora afronta el reto de no ser solo el espacio de referencia de las entidades, sino de todos los vecinos", apunta Marc Folch, una de las voces de la activa comisión artística, que organiza sesiones de jam blues todos los miércoles (y swing y teatre y rock progresivo).  

Pese a que cuando en el 2011 el ayuntamiento adquirió la vieja sede de la ONCElargamente reivindicada por el barrio, el tejido vecinal batalló para que se convirtiera íntegramente -sus siete plantas- en un equipamiento del barrio, finalmente solo les cedieron una parte de la planta baja. El espacio se ha convertido así en un "edificio multifuncional" (conviven con las oficinas de BSM, la escuela de adultos Pere Calders y el Consorci de Normalització Lingüística). La federación de entidades que gestiona el espacio vecinal, eso sí, le saca máximo rendimiento al metro cuadrado. "Trabajamos en tres grandes ámbitos, el vecinal, el artístico y el educativo", explica Maite Clavo, una de las voces del primero de ellos, que incluye una comisión de memoria histórica y un espacio de debate

MÁS ALLÁ DEL VÉRTIGO INICIAL

Cuando les cedieron el local, hace solo 13 meses, sintieron algo de vértigo. Les dieron unas llaves y ya. No había nada ni nadie trabajando en el espacio. Todo se ha -lo han- levantado a base de voluntariado. "La sensación era de estamos aquí y tenemos un espacio vacío", recuerda Guasch. Hoy por hoy, hallarlo en ese estado desierto, es casi imposible. Por la mañana acuden sobre todo los jubilados. "Como no tienen un 'casal' al que ir, algo incomprensible en un barrio tan envejecido, se han hecho suyo este espacio", cuenta Clavo. "Y es que es suyo. Es de todo el vecindario", añade Folch, quien explica orgulloso que este grupo de jugadores de domino también ha creado un grupo de conversación. "Cada semana traen a alguien para que les explique algo y hacerle preguntas", relata.

Sus paredes nunca están desnudas, tampoco. Siempre hay alguna exposición, ya sea de fotografías o de cuadros.

"Nuestro objetivo, ahora que tenemos varios proyectos consolidados, es que el barrio se cuele más en este espacio; de los comerciantes a los jóvenes. Pero la idea es que ellos mismos creen sus proyectos, no dárselos hechos nosotros", insisten. En el espacio han nacido colectivos como Sant Antoni Refugi o Fem Sant Antoni, que estos días organizan las jornadas 'Ens fan fora del barri, el barri és per viure-hi', 'Ens fan fora del barri, el barri és per viure-hi'en las que debaten sobre pisos turísticos ilegales, terrazas, la subida de los precios del alquiler y el cierre de negocios de proximidad, una de las principales preocupaciones del barrio (además del futuro del mercado, en plena recta final de su gran transformación).

"Nacimos con la idea de ser un proyecto de barrio, pero con la idea de barrio abierto", coinciden Folch y Guasch."De hecho, uno de los futuros proyectos que más nos ilusiona es un grupo de interculturalidad", remata Clavo. Ese y el huerto urbano en la séptima planta. Y la biblioteca popular que esperan inaugurar en breve. Pero, el proyecto que más ilusión les hace es el que está por venir. El que traerán los jóvenes del barrio que aún no han hecho suyo el espacio.