ingenio reivindicativo

Próxima estación, Sant Antoni Gentrificat

Las quejas por el problema de la vivienda echan mano de los paneles del metro para tener más visibilidad

La estación de Sant Antoni

La estación de Sant Antoni / periodico

Carles Cols

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A lo mejor ya no están ahí, porque parece que tanto gustaron que hasta hubo quien los retiró delicadamente como recuerdo, pero el pasado viernes, en los paneles informativos de la estación de metro de Universitat, línea L-2, aunque puede que en alguna más también, alguien colocó unas pegatinas de denuncia sobre el que tal vez el principal problema de Barcelona en estos momentos: la vivienda. Bajo el nombre de la parada de Sant Antoni había, sobre fondo beis y letras blancas, un recuadro dedicado a lo que parece ser la especialidad. "Gentrificación express", decía el texto.

La protesta no tiene padre. No llevaba firma reivindicativa. Pueden ser muchos los autores, tantos como plataformas hay en la ciudad que luchan contra los abusos inmobiliarios. Tantos también como afectados. La subida de los alquileres a manos de los nuevos dueños de las fincas (fondos de inversión) y de los propietarios de toda la vida, que por simple efecto contagio también exigen más a sus inquilinos, ha expulsado a decenas de vecinos de Sant Antoni antes incluso de que se inaugure el nuevo mercado, del que se espera que, para bien y para mal, le dé la vuelta al barrio como a un calcetín.

La protesta parecerá de entrada tan pequeña como la pegatina en la que estaba impresa, pero es sin duda llamativa. No es tampoco la primera vez que un elemento informativo como el mapa de la línea de metro de la estación es utilizado para subrayar un estado de ánimo coelctivos.

Antecedente

Años atrás, cuando el tejido comercial del paseo de Gràcia con más arraigo comenzó a ceder el paso a las grandes firmas internacionales, también como consecuencia de la subida de los alquileres, también hubo quien se quejó de un modo similar. En aquella ocasión, le bastó con imprimir una letra ‘s’ adhesiva. La estación pasó a llamarse, así, “passeig desgràcia”.

Ahora, la aparición de la estación gentrificación express coincide en el tiempo sintomáticamente con la aprobación por parte del Ayuntamiento de Barcelona de un nuevo plan de usos de Sant Antoni, que no viene si no a confirmar que los temores de los vecinos son fundados. El plan pone límites a la apertura de nuevos establecimientos de restauración, bares, autoservicios, bodegas, locales de alquiler de vehículos y, en general, de todo aquel tipo de negocios que se supone que florecen alrededor del auge turístico en detrimento del comercio tradicional.