REVISIÓN DEL NOMENCLATOR

Barcelona es nombre de mujer (extraordinariamente) normal

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zentauroepp11927196 macro la dirigente vecinal emilia llorca ha muerto en un acc171009135712 / VICENS FORNER

Helena López

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Solo se ponía pendientes, unos rojos, preciosos, el día que iba a Wad Ras. Un día a la semana. Todas las semanas; sin fallar jamás. Luisa Alba (Santander, 1928 - Barcelona, 2011), era una de aquellas personas que nunca lo hacía, fallar. Un detalle, el de los pendientes, que podría parecer menor, pero que es muy significativo de la mirada de esta mujer, una de las primeras trabajadoras sociales del Ayuntamiento de Barcelona. "Era el único día que se arreglaba para mostrar a las presas que eran mujeres importantes, que se ponía sus mejores galas por ellas. Para ellas. Siempre hablaba con mucho cariño de aquellas mujeres, de las 'muleras', quienes 'de Barcelona habían visto solo el cielo de El Prat y el del Wad Ras', decía, o de las jóvenes de Verdum que habían acabado en prisión y de las que ella no quería olvidarse". Así la recuerda Sandra Pardo, hija de Verdum, hoy miembro del Patronato de la Fundación Pare Manel, quien, en 1993, con solo 19 años, conoció a Luisa y como a tantos otros jóvenes del barrio, le cambió la vida. A Luisa Alba, mano derecha del pare Manel en el barrio, cuyos míticos macarrones que cocinaba durante las colonias todavía son recordados, le gustaba estar "no en segundo, sino en tercer o cuarto plano", destaca Pardo emocionada, pero feliz de hablar de ella. Luisa Alba era, en definitiva, una de esas <strong>mujeres extraordinariamente normales</strong> que sostuvieron la vida de sus barrios. Por ello, los vecinos de Verdum quieren ponerle su nombre a una plaza. La que hay justo frente a la fundación, hoy sin nombre. 

El de Luisa Alba no es un caso aislado. De hecho esta petición es una de las últimas en llegar al consistorio, todavía de forma informal. En los últimos años han surgido numerosas iniciativas similares en otros puntos de la ciudad. Una calle para <strong>Emilia Llorca,</strong> en la Barceloneta -una de las grandes luchadoras contra el plan de los ascensores, que pretendía expulsar a decenas de vecinos del barrio- o una placita para la miliciana anarquista Conxa Pérez en uno de los accesos del mercado de Sant Antoni, donde regentó durante años un pequeño puesto de bisutería, refugio para la disidencia del barrio.

En el caso de la Barceloneta, los vecinos -por algo conocidos como la "ostia"- fueron ambiciosos. Empezaron con una exitosa recogida de firmas en el barrio para cambiar el nombre de la avenida de Joan de Borbó por el de la querida y añorada activista vecinal, en una suerte de win win. Pese a la inmejorable acogida de la propuesta (todo el barrio pasa por la esquina de la plaza del mercado en la que Lourdes López vende lotería, y nadie se marchaba de allí sin firmar); y la buena predisposición municipal (la de Llorca es una de las fotografías de mujeres referentes que decoran el despacho de la alcaldesa Colau) finalmente el pleno de Ciutat Vella aprobó en marzo del 2019, hace justo un año, elevar a la ponencia del Nomenclátor el cambio de nombre de la calle del Almirall Aixada por calle de Emilia Llorca. No es la avenida de Joan de Borbó, pero es una de las calles importantes del barrio, paralela a la recientemente rebautizada como calle de Pepe Rubianes.

Pese a que ya hace un año de su aprobación en el pleno del distrito, la calle de Emilia Llorca está todavía pendiente de su aprobación definitiva en la Ponencia del Nomenclátor, aún sin fecha. En la misma situación, aprobada por el pleno del distrito, en este caso del Eixample, pero pendiente de la Ponencia, está la plaza para Conxa Pérez en Sant Antoni, igual que el espacio aprobado para la feminista, comunista, independentista, ecologista y pacifista Consol Casals (Barcelona, 1949-2012); y el último pleno de Sant Andreu, suspendido por la crisis del coronavirus, iba a aprobar también una calle para la bailarina Teresa Boronat. 

El nombre que ya ha sido aprobado por la Ponencia del Nomenclátor, pero que en este caso está pendiente de concretar espacio, es el de Micaela de Chalmeta, cooperativista y socialista del primer tercio del siglo XX que usaba el pseudónimo de Amparo Martí.

Faltan clases subalternas, sobran aristócratas

Fuentes municipales reconocen que la presencia de mujeres en el nomenclátor es "ínfima" y, "cuando están representadas es en calidad de propietarias de tierras, santas o nobles, sobretodo relacionadas con la monarquía, hecho que explica muy bien quien ha hegemonizado el relato de construcción de ciudad, que son básicamente los hombres privilegiados". El consistorio destaca que "elegir el nombre de una plaza o calle es un hecho profundamente político" y que "revertir este desequilibro y la poca presencia de mujeres y de nombres populares es una tarea que, pese a su complejidad, tiene el compromiso de la concejalía de Memòria Democràtica". "Falta diversidad; clases subalternas y sobran aristócratas, políticos, propietarios y santos", concluyen desde Sant Jaume.