En este hospital se reponen cabezas
Esta doctora artesana arregla cabezas, piernas, ruedas... Ha abierto en Gràcia un hospital de juguetes. Los cura, los cuida y los dona a entidades de atención a la infancia
Ana Sánchez
Periodista
En vez de “¿cómo estás?”, a ella le preguntan “¿que has hecho qué?”. No sabe cocinar, pero sí tirar hachas. Si le haces una pregunta retórica, lo más probable es que la responda. Autora de ‘Barcelona increíble’ (Ediciones B).
ANA SÁNCHEZ / BARCELONA
El paciente pasa a la mesa de operaciones sin inmutarse. Ni suspira hondo ni pone cara de circunstancia. Seguramente nadie le ha comunicado que van a tratarle sin anestesia. El suyo es un caso por el que se pelearían a codazos los cirujanos de ‘Anatomía de Grey’ y el equipo de ‘House’. No, no es lupus. Este paciente lleva meses, puede que años, decapitado. No es el primero al que le reponen la cabeza en este hospital. Aquí se curan –garantizan en el cartel de la puerta- “brazos, piernas, ojos, ruedas...”.
La médico no lleva guantes ni mascarilla, pero se le ve pulso de cirujana. Encola el cuello del paciente con cuidado médico, ajusta la cabeza al cuerpecillo de marioneta. Al lado, espera sin una mueca de dolor otro enfermo con su respectiva pulsera de hospital. “Nombre: perro”, describe la etiqueta. “Síntomas: pata rota”. Detrás, una cola de pacientes que están a punto de ser dados de alta. Todos tienen su ficha médica: fecha de ingreso, nombre, síntomas, tipología, observaciones. Ya han pasado por quirófano un caballito de madera, una pandereta, un par de marionetas, cuentos del siglo pasado que se aguantaban con celo, una pareja de enamorados que se vuelven a besar con fuerza magnética en cuanto están cerca. Él también había perdido la cabeza, explica la doctora con tono rutinario.
{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"Creo que el nombre\u00a0","text":"\"Creo que el nombre\u00a0ya transmite muchos valores \u2013dice\u00a0Noem\u00ed-: arreglar, cuidar, poner cari\u00f1o a las cosas\""}}Noemí Batllori, se llama esta médico artesana, maquetista desde hace 20 años. Hace apenas dos meses que instaló en su taller de Gràcia (calle Virtut) este Hospital de les Joguines. “Haznos llegar tu juguete roto –pide desde su web-. Lo curaremos, cuidaremos y donaremos a entidades de atención a la infancia”.
Es una idea que Noemí apuntó en una libreta el año pasado. “Y ahí quedó, como una idea”, recuerda. Hasta la pasada Navidad. “Me surgió la necesidad de aportar algo a cambio de… no dinero –sonríe-. A ver qué pasaba. Sentía que se podían ganar otras cosas”. Así que rescató la idea de la libreta: un hospital de juguetes, había apuntado. “Creo que el nombre ya transmite muchos valores –apunta ella-: arreglar, cuidar, poner cariño a las cosas, tiempo, dedicación”.
VALORES EDUCATIVOS
Noemí habla de sus pacientes de juguete como si acabaran de salir de ‘Toy story’. La mayoría son tan antiguos que Mr Potato aquí se sentiría ‘hipster’. “Es lo que me traen”, se encoge de hombros la doctora. En una esquina de la mesa de operaciones, hay un dominó de madera; en la otra, un juego de los 60 con clavijas que se iluminan. La doctora coge a una mini gimnasta articulada que pedalea sobre una máquina estática. “Tenía el brazo roto. Se lo he pegado, pero ahora no lo puede mover –explica-. Hago un símil con los hospitales [los de pacientes de carne y hueso]: que a veces no te curan del todo. O no te pueden poner una pierna nueva y tienes que aprender a vivir sin una pierna”. Moraleja de plástico: “Los juguetes también pueden seguir siendo juguetes aunque no estén completos –asegura la maquetista-. Es aprender a dar valor a eso”.
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El hospital lleva abierto apenas dos meses y Noemí hasta ha ido ya a un colegio a dar una charla sobre estas curas de juguete. La llaman desconocidos solo para decirle: “Me gusta tanto tu idea”, confiesa emocionada. “Yo creo que transmite unos valores que son muy educativos –puntualiza ella-: reutilizar, aprender a jugar de otra manera, que los niños aprendan que las cosas se pueden arreglar”. Es decir: dejar de ir corriendo a comprar otro en cuanto se rompe un juguete. “Para un niño, el juguete es todo su mundo –añade Noemí-. Si se rompe, para ellos puede ser un desastre. Que sepan que se puede arreglar y que el disgusto que han tenido por romper el juguete también se puede arreglar”.
¿Los pacientes más difíciles? “Los de plástico”, responde Noemí sin dudar. Los de mejor pronóstico son, al contrario que en la vida de carne y hueso, los más antiguos. “Porque son de madera y estaban mejor hechos”.
PUNTOS DE RECOGIDA
Una docena de juguetes ingresados esperan dejar el hospital próximamente. Noemí ya está en contacto con dos o tres entidades de atención a la infancia. Aún está en proceso –explica- de buscar más canales de entrada y salida de pacientes. “El particular me trae pocos –apunta-. Estoy viendo si pongo puntos de recogida o si busco a alguna entidad que tenga juguetes rotos”. La doctora de juguetes sonríe. Es solo un granito de arena, dice. “Yo confío en que llegaré a algún sitio”.
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