MEJORA DEL PAISAJE URBANO

Barcelona vuelve a invertir en la restauración de su patrimonio arquitectónico

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icoy35357585 casa160902170418 / JORDI COTRINA

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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Barcelona vuelve a invertir en la reforma de sus edificios históricos con claro valor patrimonial, después de años de crisis en los que este tipo de intervenciones en la mejora del paisaje urbano sufrieron un vertiginoso descenso. En estos últimos meses, según el gremio del sector, se han doblado las restauraciones de fachadas e interiores de inmuebles catalogados, entre ellos el Palau Pignatelli, inmueble gótico que alberga el Reial Cercle Artístic; la Casa Burés (1905), obra de Francesc Berenguer; la Lleialtat Santsenca (1928), de Josep Alemany, y la Casa Vídua Marfà (1901), señorial vivienda que Manuel Comas i Thos alzó en la esquina del paseo de Gràcia con València.

Daniel Mòdol, edil de Patrimonio del ayuntamiento, considera que la arquitectura es uno de los principales valores de la capital catalana. "Las reformas de joyas arquitectónicas están aumentando, pero queda mucho por hacer y no solo en el ámbito patrimonial de la ciudad", declara Mòdol, que insiste en que el consistorio no solo se ciñe a la restauración de edificios singulares. Aunque hay interés municipal por ampliar el mapa de adquisiones de edificios catalogados. En estos momentos, Ciutat Vella negocia la compra de la Foneria de Canons, propiedad de la Generalitat, para restaurar y transformar en un equipamiento vecinal este espacio abandonado en el inicio de la Rambla.

TRABAJAR EL DOBLE

Las empresas de restauración han incrementado los encargos de estudios para iniciar obras. Eduard Thió, copropietario de Chroma, taller especializado en la restauración de casas con valor patrimonial, reconoce que ha doblado el trabajo pero todavía no alcanza los ingresos anteriores a la crisis. "Antes del 2008 superábamos los dos millones de euros anuales, durante los peores años no pasábamos de los 400.000", informa.

Su equipo de artesanos trabaja en la fachada 'déco' del edificio CESE (1926), en Via Laietana, 6, obra de Antoni Puig; en el edificio modernista protegido de Margarit, 25; en una finca noble de Enric Sagnier en Ausiàs March, 39, y en el muro barroco de la calle Petons. Otra obra destacada es el alero cerámico de grandes dimensiones del paseo Colom, 24, que nadie antes había osado afrontar por sus dimensiones, voladizo y peso. Y por fin, se inicia la restauración de la Lleialtat Santsenca, la antigua cooperativa de Sants reivindicada históricamente como equipamiento por entidades del barrio y que ha estado más de un año con las obras paradas por la retirada de las empresas adjudicatarias. 

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Entre los proyectos importantes de la ciudad, se encuentran la rehabilitación de la antigua fábrica La Escocesa en Poble Nou, sin autoría conocida, y la intervención arquitectónica en el gigantesco edificio de la Aduana del Port de Barcelona, que cuenta con más de 400 esculturas en su fachada. Es también obra de Sagnier, el arquitecto modernista con más obra edificada. "Barcelona aún está lejos de las ayudas que reciben París y Roma para conservar su patrimonio", señala el directivo de Chroma. Sobre esta cuestión, Mòdol responde que el Institut Municipal del Paisatge Urbà (IMPU) cuenta con un capítulo destinado a "actuaciones extraordinarias" con ayudas para cualquier edificio de carácter especial o de interés.

LA LISTA DE ESPERA

De Gaudí, el consistorio acaba de terminar la restauración de la sala hipóstila del parque Güell, mientras que la Casa Vicens (1888), de propiedad privada, ultima su reforma con la previsión de abrir el próximo año. Quedan pendientes de mejora el colegio de las Teresianas y las caballerizas y el picadero de la finca Güell en Pedralbes. "El IMPU ya ha elaborado un plan director para rehabilitar las cocheras y, así, poder abrir las puertas a las visitas", asegura Mòdol.

El estudio para restaurar la escuela de la calle Ganduixer ya está realizado, pero la entidad propietaria asegura que no puede asumir el gasto que representa una obra de tal envergadura. "Solo hemos podido adaptar el edificio para tener al día la licencia ambiental. Hace años que buscamos ayudas para rehabilitar la fachada que aún tiene heridas de la guerra civil.

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Busqué patrocinios privados con compañías como Telefónica, pero no tuve éxito", argumenta María José Monserrat, directora de Las Teresianas.

Todo este ajetreo de reformas coincide con las recientes aperturas al público de dos edificios del arquitecto Josep Puig i Cadafalch: la Casa de les Punxes (1905) y El Palau Baró de Quadras (1904). Y también con la recta final de la rehabilitación del Palau de la Justícia (1887), obra de Sagnier y de Josep Domènech i Estapà, que hoy es la sede del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya y de la Audiencia Provincial de Barcelona. Son las escasas joyas modernistas que han tenido la suerte de contar con inversión para su restauración integral en estos últimos años de sequía.