El renacer del Cercle Artístic

La histórica institución reivindica su influencia en la vida cultural barcelonesa

El salón dels Atlants alberga ya conciertos y conferencias en esta nueva etapa del recinto.

El salón dels Atlants alberga ya conciertos y conferencias en esta nueva etapa del recinto.

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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El Reial Cercle Artístic de Barcelona, ubicado en un palacio medieval al final de la turística avenida del Portal de l'Àngel, es más conocido por las vistas de su terraza y por su restaurante que por su impronta en la vida cultural de la ciudad. La entidad, cuna de grandes pintores modernistas desde su fundación en 1881, quiere recuperar sus días de gloria, cuando era tan exquisita como un club inglés, con la restauración de su sede y con la puesta en marcha de un plan estratégico para modernizarse, difundir su fondo pictórico, con obras de Josep Clarà, Josep Llimona y Marià Fortuny y programar actividades abiertas al público con presencia de influyentes intelectuales.

Josep Fèlix Bentz, presidente del Reial Cercle Artístic, asegura que su junta entra «con fuerzas renovadas» para crecer en número de socios, cómo mínimo hasta alcanzar los 1.500, y convertir al centro en un lugar de referencia. Incluso en agosto se inaugura un ciclo de conciertos en el restaurado salón de los Atlants, que se descubrió en 1960 detrás de unas falsas paredes. Gracias a este hallazgo el arquitecto Adolf Florensa confirmó la antigüedad del inmueble de finales del siglo XIV.

Al iniciar la restauración de los edificios se tuvieron que acondicionar las normas de seguridad. «Por ello aún tenemos la polémica escalera de emergencia sobre la fuente más antigua de la ciudad, pero dentro de poco recuperaremos un local que tenemos alquilado y la podremos reubicar», dice el presidente.

El círculo es una de las instituciones que más mudanzas ha hecho en esta ciudad: unas 16 veces ha cambiado de sede hasta comprar en 1959 el Palacio Pignatelli, de la calle de los Arcs, y su vecina la Casa Bassols, que data del siglo XVI. Maria Isabel Marín, historiadora de arte especializada en modernismo, archivera y bibliotecaria de esta institución, es autora de llibro que recorre la intensa vida de Reial Cercle Artístic. «La plaza de Catalunya, la Casa Lleó i Morera, del paseo de Gràcia, la plaza de Santa Anna, la calle de Comtal y la Casa Roldós, de La Rambla del Estudis, han sido algunas de sus ubicaciones», desvela Marín.

Pero la adquisición de estas céntricas fincas derivó en una profunda crisis económica que llevó en dos ocasiones a subastar su valioso patrimonio artístico. La más polémica fue la de 1995. Ese año algunos socios demandaron a la junta por desprenderse de cuadros cedidos por ilustres socios como Isidre Nonell, Ramon Casas y Santiago Rusiñol. Eso sucedió dos años después de que el círculo sufriera un robo a punta de pistola de tres valiosos cuadros, que fueron recuperados.

Para Marín, las mejores épocas de la entidad fueron la década de los 60 cuando el círculo organizaba la cabalgata de la Mercè y los años de la primera guerra mundial, momento en que Barcelona vivía una gran efervescencia cultural. «El Cercle organizaba los célebres bailes de máscaras del Liceu y destacadas conferencias», recuerda. Y la peor, cuando en 1989 los Mossos d'Esquadra cerraron el casino clandestino que se encontraba en su sede. «Era su principal fuente de ingresos».

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