Dembélé regala la semifinal a Xavi

El discutido Dembélé convalidó la fe infinita que tiene Xavi en él convirtiéndose en el elemento decisivo del equipo: marcando el único gol de la victoria. Lo hizo en el Metropolitano ante el Atlético y lo repitió ante la Real. Un tanto de mayor valor porque reportó el acceso a la semifinal y mantiene abierta la opción del tercer título en importancia, conseguido el cuarto, ya instalado en el museo.

El enorme valor del gol de Dembélé vino con un lacito de regalo particular para Xavi, que cumplía 43 años. No lo pudo celebrar hasta alcanzar el vestuario por la angustia vivida en los últimos instantes.

La paranoia que sobrecoge al Barça con los resultados favorables del Barça reapareció al final, con la Real aún viva, y a partir de un error de Ter Stegen que corrigió él mismo. Xavi había cambiado el sistema acumulando tres centrales sin impedir que sus hombres cedieran varios córneres reavivando así la sensación de peligro. En el último, Ter Stegen evitó el empate.

La paranoia que sobrecoge al Barça con los resultados favorables volvió a aparecer al final.

Tres centrales

Acabó el Barça con tres centrales para defender la victoria que estaba gestando a había gestado con otro dispositivo y que se trabajó con un par de variantes más a la vista de que necesitaba corregirse continuamente al equipo ante una Real que le demandó constancia e intensidad.

Como la fórmula de los tres delanteros puros no funcionó ante el Getafe, Xavi volvió en el inicio al 2+1, con Gavi en la izquierda asociándose a los centrocampistas y Balde colándose por detrás suyo la banda. Elustondo y Brais anduvieron desbordados en ese costado en el que también intervenía De Jong, ora mediocentro, ora interior.

Lewandowski, muy ocupado

Peor le iba a Diego Rico para tratar con Dembélé, especialmente rápido y acertado en su indescifrable regate. Imanol le sustituyó por Aihen y el recambio lo pasó igual y peor: una carrera del francés al espacio, la primera vez en la que los azulgranas no caían en fuera de juego, ya en la segunda parte, rasgó la zaga blanquiazul y dobló la mano de Remiro, que esperaba la lógica del centro a Lewandowski, ocupado toda la noche.

Gil Manzano quiso ser cordial, sobre todo con Lewandowski, pero perdió el control del partido.

Gil Manzano y Lewandowski se trataron como viejos amigos que han enterrado su única rencilla. Sonriente andaba el árbitro y cordial el delantero en los saludos y en su diálogo en la primer encuentro conflictivo: el gol anulado al polaco (m. 10) al golpear su tiro en De Jong, que estaba en fuera de juego.

El público no estuvo indulgente. Aunque escaso y ruidoso (59.610 espectadores, la afluencia más baja de la campaña), silbó al colegiado cuando salió a calentar, al reaparecer y encabezar la comitiva en el ingreso al campo y cada vez que pitaba algo. Aunque lo hiciera correctamente. Tampoco olvidó el incidente Le Normand, que anduvo buscando las cosquillas a Lewandowski. Los demás se apuntaron a ese juego de incrementar la tensión ya que el ritmo exacerbaba la agitación.

La Real jugó con diez desde el minuto 40 tras la roja a Brais, pero tuvo el disparo del empate.

El ritmo exacerbaba la agitación y la pasividad del árbitro incentivó la crispación. Expulsó al sobreexcitado Brais Méndez tras avisarle dos veces y por soltar un plantillazo a Busquets, quien había volteado a Take Kubo.

Un antes y un después

No hubo ningún espíritu especulativo en la Real, indiferente a las tres décadas que acumulaba sin ganar. Jugó con la valentía que exhibiría en Anoeta, con la defensa adelantada y la voluntad de obtener el premio que buscaba, sin esperarlo. Con la expulsión, tuvo que recomponerse en el campo y contener sus ansías.

Hubo un antes y un después de ese lance. Imanol reparó al equipo y se tapó atrás para contener el asedio del Barça, a partir de entonces más aparente que real por el efecto psicológico de la superioridad numérica. Influyó también a los azulgranas que con el gol cometieron la torpeza, ya observada antes, de mostrar peligrosos excesos de confianza.

Xavi se agitó en la banda viéndolas venir, pero los jugadores le vieron en combustión, reaccionaron y retomaron el hilo. No obstante, también tuvo que reforzar la defensa ante un desesperado adversario que pudo aguar su cumpleaños

Xavi se agitó en la banda viéndolas venir, pero los jugadores le vieron a él en combustión y se corrigieron. Cada uno se espabiló ante la amenaza real de la sustitución –desde Koundé a De Jong- y entre uno y otro y el de más allá retomaron el hilo. No obstante, también tuvo que reforzar la defensa ante un desesperado adversario que pudo anular el cumpleaños de Xavi.  

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