El Barça hace un ejercicio de supervivencia ante el Atlético para ampliar su liderato (0-1)

Marcó Dembélé y desapareció el Barça. Como un equipo pequeño, se adelantó en el marcador y se puso a defender ese botín que adquirió el valor de un tesoro, cuantificable en los tres puntos de ventaja en el liderato sobre el Madrid, el único rival, descolgado ya el Atlético que, por un día se vio sometido por el procedimiento con el que se suele ejecutar a sus rivales.

No pudo con un Barça que cuajó un ejercicio de supervivencia clarísimo. Excelente en su aparición, con un Pedri que cosió una jugada que culminó Dembélé, echó un paso atrás a partir de haber obtenido esa ventaja y se limitó a defenderla con mucha agonía, siendo como es un equipo que no sabe jugar sin balón. La perdió montones de veces, recibió más remates que nunca, pero se marchó con la portería a cero.

El fondo prevaleció por encima de las formas en un Barça que mostró síntomas de preocupación en un campo donde lo habitual es sufrir. Salió indemne de una noche agónica, algo que reforzará al equipo por igual que si hubiera cuajado una exhibición porque supo vivir en la inferioridad manifiesta durante gran parte del encuentro, aunque hubo una fase del segundo tiempo en el que pudo haber evitado las angustias finales.

Fue cuando volvió a tener más el balón, a partir de Pedri. Guiado por la experiencia previa ante el Atlético, Xavi repitió la idea con la que clavó el 4-2 a Simeone en el Camp Nou. Calcó el dispositivo un año después con un falso extremo. Anoche fue Pedri completando la línea con Dembélé y Ansu Fati; entonces fue Gavi quien acompañó a Adama y Ferran.

Poco extremo

Nunca había jugado Pedri de extremo y poco jugó en el Metropolitano. Tendió a acompañar a De Jong por dentro y dejó la banda para Balde. Ahí se cocía la estrategia de los entrenadores, ya que Llorente, que era el interior, se convertía en el quinto defensa local. Liberado de servidumbres, Pedri se ubicó en el famoso cuadrado rodeado de rivales, sin que nadie se cuidara de él. Le dejaron recibier balones y trazar carreras en una zona peligrosa para cometer faltas.Le regalaron una mala cesión defensiva y solo ante Oblak se desorientó.

Preocupado por la flojera del equipo en las áreas, Xavi blindó la propia a costa de despejar la ajena. Aunque se pasara la vida en el primer tiempo en la mitad de campo rojiblanca. Alejar al Atlético, o cualquier rival, siempre es la mejor fórmula para defenderse. El equipo de Simeone no se agobia nada cuando le encierran; al contrario, se diría que le complace. Es lo que lleva haciendo diez años con ese entrenador.

Presión a todos

El Atlético no jugó a nada. Nada propuso, nada intentó hasta que no se vio por detrás en el marcador. Entonces sí dio un paso al frente apretando en los marcajes. A los azulgranas y al que sometió al árbitro, reclamándolo todo, invitando a la hinchada a participar en una empresa muy compleja.

Pero asequible. Las señales de debilidad del Barça son habituales, nada esporádicas. Crecen proporcionalmente a medida que va bajando su índice de posesión, y es cuando se echa de menos la presencia de un líder que se arrogue el mando. Sin ese elemento aglutinador, fue reculando hasta que, efectivamente, necesitó ese blindaje con los defensas preferidos de Xavi. Entre los que está incluso Balde, abroncado porque le pillaron dos veces la espalda. También se la pillaron a Koundé, en la banda junto a Dembélé y con quien parecían hablar idiomas distintos tras un mes jugando igual con Francia.

El paso por el descanso no frenó la deriva del encuentro. Todos seguían mirando más a Ter Stegen que a Ansu para asegurar la posesión porque nadie quería el balón: ni los delanteros, intimidados por los bufidos de Savic, Giménez y compañía, ni los centrocampistas, que huían de cualquier riesgo. Cambió el Barça con las sustituciones que dieron el oxígeno a un equipo asfixiado, pero que llegó vivo a la orilla. 

Suscríbete para seguir leyendo