CRISIS EN EL CAMP NOU

El retrato de Messi: el retrato de la decadencia del Barça

Bartomeu, en el palco del Camp Nou en el partido Barça-Osasuna.

Bartomeu, en el palco del Camp Nou en el partido Barça-Osasuna. / periodico

Joan Domènech / Marcos López

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Apenas duró cuatro minutos el durísimo y demoledor discurso de la derrota, firmado por un abatido Leo Messi. Cuatro minutos y cinco segundos que son, en realidad, el retrato de la decadencia del Barça, simbolizado "de enero hasta acá", como denunció el capitán, cansado de aguantar al club hasta que el club lo ha dejado huérfano.

La pérdida de la Liga, unida a la caída ante Osasuna, provocó el manual messiánico que sacudió las estructuras de la entidad, comprometiendo incluso el futuro de Quique Setién. El desplome del equipo ha debilitado de tal manera la figura del técnico, que ni siquiera el contrato que tiene (firmó hasta el 2021 con opción a un año más) le sirve de refugio porque su relación con la plantilla también se fracturó.

El presidente mantuvo una charla con el técnico para saber si sentía con energía tras perder la Liga

Primero fue Luis Suárez quien puso el foco sobre el entrenador tras el empate en Balaídos contra el Celta, donde comenzó a escaparse la Liga. Ahora ha sido Messi, quien ha recordado unas palabras ("ya dije que no alcanzaba para ganar la Champions y ya ni para la Liga") para llenarse de razones ante Setién, quien lo había contradecido meses atrás sosteniendo que sí había calidad para recuperar el cetro europeo, algo que no se consigue desde el 2015 cuando eran los tiempos felices del Barça del tridente: Messi-Suárez-Neymar.

El 'terremoto Leo'

La voz de Messi se ha convertido en un terremoto, cuya magnitud todavía no está calibrada. Cansado de que el equipo se vaya desfigurando con el paso del tiempo, a pesar de la enorme inversión realizada (Dembélé, Coutinho y Griezmann), el capitán apuntó no solo al técnico sino a la estructura del club. De arriba a abajo.

"Es algo global", denunció Messi, mientras el presidente Josep Maria Bartomeu mantenía este viernes una charla telefónica con Setién para saber cómo se sentía tras no competir la Liga con el Madrid. Y con Europa como única salida a una crisis que devolvería al club al 2008, el último año en el que no se ganó, el curso final de Rijkaard y la era de la "autocomplacencia". Bartomeu tiene muy poco margen de maniobra. En julio está mucho peor que en enero cuando decidió prescindir de Valverde y fichar a Setién, a quien garantizó que seguiría ante el Nápoles. Pero el equipo se derrumbó y Messi se irritó con el técnico y con el presidente.

Josep Maria Bartomeu

El nuevo impulso del presidente se convierte en un serio retroceso

El nuevo impulso del presidente se convierte en un serio retroceso

"Con Setien queremos dar un impulso al equipo de cara a la segunda mitad de la temporada", anunció Bartomeu en la presentación del nuevo entrenador el pasado 14 de enero. "Necesitábamos un impulso", recalcó con energía.

Si pudiera, volvería a llamar a Xavi, pero lo haría personalmente, sin Abidal de interlocutor

Pero lo que ha sufrido el Barça es un serio retroceso. Había perdido un título con Valverde (Supercopa de España) y ha perdido dos con Setién (Copa y Liga). Queda el cuarto, la Champions a partir del 8 de agosto, con la vuelta de octavos ante el Nápoles, y los augurios no invitan al optimismo. Bartomeu, si pudiera, volvería a llamar a Xavi. Aunque ahora lo haría personalmente, sin Abidal de interlocutor.

Al presidente del Barça se le han amontonado los problemas. A la declinante marcha del equipo se han unido la crisis económica provocada por el coronavirus que acentúa la deficiente situación financiera azulgrana, y el desgaste del Barçagate, diluido por el tiempo y los efectos de la pandemia. Sin que haya acabado la temporada más larga de la historia, Bartomeu afrontará la última de su mandato sin cartas ganadoras. Pero sin público en las gradas que le transmita cómo se siente de verdad el culé. 

Eric Abidal

Eric AbidalUna mala gestión de los nombres y de los mercados

Dos años se cumplen del <strong>nombramiento de Eric Abidal</strong> como secretario técnico del Barça. Sustituyó a Roberto Fernández en el 2018 y aterrizó tras el no de Griezmann, que fue un sí en el 2019. Bartomeu lo eligió para mejorar la relación con el vestuario. En realidad lo eligió Pep Segura, que entonces era la máxima autoridad de la dirección futbolística. Y, en efecto, Segura, despedido en el verano del 2019, reclutó a Abidal por su condición de exjugador y su vinculación personal con la plantilla.

Se le reclutó por su conexión con la  plantilla, pero el despido de Valverde le cerró el contacto con el vestuario

Si existía, saltó por los aires en enero, cuando adujo para el despido de Valverde que <strong>muchos jugadores no estaban contentos "ni trabajaban mucho" con Txingurri</strong>. Messi salió al paso y le respondió vía Instagram. Desde entonces, nada se ha sabido de Abidal, que ni siquiera acudió a Sant Joan Despí con Bartomeu y Òscar Grau cuando pidieron a la plantilla una rebaja salarial por el coronavirus.

Por él hablan ahora los fichajes realizados en cuatro mercados (dos de verano y dos de invierno). Su viaje a Catar para contratar a Xavi como relevar a Valverde fue un fracaso. Además de no convencerle, le acusó de haber filtrado la reunión.

Quique Setién

Ni el prometido buen juego ni la coartada de los resultados

"Solo garantizo que mi equipo jugará bien", <strong>prometió Setién en su presentación</strong>. La garantía tenía una letra pequeña que ha impedido que se cumpliera. Ni ha jugado bien -una de las acusaciones a Valverde- ni ha podido aferrarse a la coartada de los resultados para ganar, además de títulos, tiempo para modelar el equipo a su antojo. Setién se ha quedado sin tiempo y sin la paciencia de los que mandan al perder la Copa (eliminado por el Athletic en el último minuto a partido único en San Mamés) y ahora también la Liga.

Cogió al equipo líder y ha perdido la Liga quedando siete puntos por detrás del Madrid

Setién cogió al Barça líder y lo soltará a 7 puntos del Madrid. Falta una jornada. El parón del coronavirus, lejos de ser un balón de oxígeno a un equipo que se asfixiaba, no le ha dado aire, y en el esprint final se ha quedado claramente rezagado ante el Madrid. Los blancos han ganado los 10 partidos y los azulgranas, solo 6.

Ni juego ni resultados ni conexión ha tenido el cuerpo técnico, con episodios como <strong>las airadas reacciones de su ayudante Eder Sarabia en el Bernabéu</strong> o los desplantes de los jugadores cuando  les daba indicaciones. La mano del entrenador no ha limpiado la cara al Barça. 

Leo Messi

Denuncia la "falta de ganas" y la pérdida de calidad

<strong>Una de las frases de Messi</strong> tras consumarse la desposesión del título encerraba una dosis de autocrítica. "Fuimos un equipo muy irregular, muy débil, que le ganan por intensidad, por ganas",  dijo el capitán, asumiendo la responsabilidad del vestuario. Las ganas como sinónimo de apetito parten de cada individuo, y en su globalidad, el Barça no se ha mostrado en ningún momento como un rival ambicioso y mucho menos intimidante.

Avisa el capitán de que jugando así se perderá con el Nápoles

Ha dominado  a sus rivales en la posesión del balón, porque esa es su naturaleza, aunque jamás ha desprendido ferocidad en su juego. <strong>Ni el último día, jugándose la Liga frente a un relajado Osasuna</strong>.

La presión adelantada, una de los síntomas que denotan la voluntad ambiciosa de un equipo, se ha visto en cuentagotas. Messi se ha visto eximido de ejercerla para concentrarse -y concentrar- la producción ofensiva. Pero los 23 goles y las 20 asistencias tampoco han dado para retener el título.

Además de ganas ha faltado calidad, insinuó Messi, temeroso ahora de que el Nápoles sea un rival de envergadura y les elimine de la Champions cuando a partir del lunes, terminada la Liga, se ponga el contador a cero.

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