"Los padres no pueden pensar que su hijo es la excepción que no mira porno"

Psicólogos y psicopedagogos recomiendan tratar la sexualidad desde edades bien tempranas y crear un ambiente familiar de confianza

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MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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¿Cómo pueden las familias contrarrestar el impacto que ejerce internet, y en concreto el porno por internet, sobre niños y adolescentes? Si de lo que se trata es de que los jóvenes no adopten modelos o conductas erróneos a partir de lo que ven en sus pantallas, lo importante es empezar cuanto antes mejor. “La sexualidad, en definitiva, forma parte de la condición humana, no es algo que aparezca de golpe en la adolescencia”, constata la psicoanalista Teresa Morandi.

Muy en consonancia con los tiempos actuales, la pornografía, prosigue Morandi, “representa la inmediatez, el consumo a la carta… Es algo carente de afecto y es, por tanto, un producto muy en la línea de lo que se lleva ahora: fácil y rápido”. Los padres "no pueden ser tan inocentes y pensar que su hijo no lo hace, que es la excepción", advierte. “Y como todas las drogas que hay en la vida, el antídoto, en este caso, no es único, pero sí que está comprobado que el enganche es menor cuando hay afecto”, señala la psicóloga.

Por eso, proponen los expertos, hay que escuchar a los hijos desde edades bien tempranas.  Escuchar sus preguntas y sus dudas y responder con sinceridad, sugiere la psicopedagoga Mirta Lojo. El diálogo cuando llegan a la pubertad y la adolescencia representa una continuidad del camino recorrido si desde las primeras edades no se excluye la sexualidad de las conversaciones con los menores, añade.

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“Pero siempre marcando determinados límites, aunque eso en un primer momento les raye, como dicen ellos”, agrega Morandi. Eso no significa que se tengan que coartar impulsos o algunas expresiones espontáneas de los sentimientos. “Si un niño pequeño se excita y empieza a masturbarse, por ejemplo, basta con decirle que eso no es algo que se haga en público, que hay lugares, como su cuarto, que son más indicados”, detalla.

NO SOLO EL COITO

Porque si algo tiene claro esta especialista es que “la sexualidad no es solo el coito, es también el deseo y la fantasía sexual y es, además, el respeto, el vínculo afectivo y el compromiso”. Sobre estos últimos es donde más pueden incidir las familias.

“Las familias han de ser cómplices en todo este proceso”, clama una técnica de la Conselleria d’Ensenyament. “La educación sexual no es solo cosa de la escuela”, indica esta docente. “También se educa a los hijos cuando se les dice cómo vestirse, por ejemplo. Hay niñas de párvulos a las que les permiten ponerse ropa más propia de veinteañeras y eso, en las escuelas, también lo hablamos con las familias”, afirma la portavoz de la ‘conselleria’, que remite a la web Família i Escola de la Generalitat para aquellos padres que quieran profundizar en estas cuestiones.

Ya se sabe que en educación no existen fórmulas únicas y en temas de sexualidad quizás menos, pero aunque no siempre es fácil resulta fundamental crear un ambiente familiar de confianza, recomienda Lojo. Es también muy importante superar los prejuicios relacionados con los estereotipos de género, reconocer el placer, el deseo y la libertad de las chicas, y la ternura y las inseguridades de los chicos, para compensar la influencia de un orden social asimétrico.

“En todo caso, no se trata de coger al niño y sentarse a hablar con él… Se trata de crear vínculos, de actuar a medida que las circunstancias lo propicien, de responder a sus preguntas, aunque no sea en ese mismo momento, porque a veces nos descolocan”, dice Morandi. “Los padres no han de estar preocupados, aunque sí ocupados y atentos”, concluye.