La visita del tiburón

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EXPEDICIÓN MALASPINA / 26 de febrero del 2011

LUIS MAURI / A bordo del 'Hespérides'

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ElHespéridesrecibió días atrás, cuando aún navegaba al suroeste de Madagascar, la visita inesperada de un tiburón. Era un escualo solitario y de buen tamaño. Apareció su sombra oscura bajo el agua, a estribor, mientras un grupo de investigadores recogían en cubierta muestras de agua de la roseta. La sombra del tiburón, que es lo único que el gran pez accedió a mostrar a los expedicionarios de Malaspina, se acercaba, curioseaba, trazaba un círculo, se perdía durante un rato y reaparecía al cabo. Así estuvo un buen rato. Luego, tal como había llegado, desapareció.

Los comentarios sobre la visita del escualo le trajeron a la memoria a un oficial delHespéridesla existencia de un viejo libro en el puente de mando del buque, a costa del cual ha reído de buena gana más de una vez. Se trata de un vetusto manual tituladoSupervivencia en la mar. Las cubiertas no llevan ninguna otra referencia, salvo sello estampado con tinta azul:Biblioteca Central de la Escuela Naval Militar, nº 10.718. El prefacio aclara algunas cosas: el libro es obra de la Sección de Instrucción de la Marina de los Estados Unidos, con la cooperación de la Armada británica. Pero no todas: no hay pistas sobre la fecha de edición ni, y esto es lo más importante, sobre el autor de tan personal estilo de redacción.

El oficial no puede contener la risa al abrir el volumen por el capítuloTiburones, barracudas y otros peces peligrosos. No ríe tanto por lo que dice el manual, sino por el peculiar estilo en que lo dice. Aquí van unas perlas:

“El tiburón es un pez muy grande y muy feo. Es algo así como un animal salvaje”.

“Cuando se enfile hacia ti, llegará siempre con la boca por delante. El pez carnicero puede cortar de un bocado un trozo de carne, sin mostrar especial predilección por ninguna clase de ésta”.

“Puede ser una buena idea, si alguna vez tienes que representar el papel de náufrago, quedarte con los calcetines y los pantalones puestos. La opinión general es que el tiburón no distingue demasiado bien los objetos oscuros, y le atraen más fácilmente las cosas blancas que las oscuras”.

“Es cauto y cobarde. No asomará hasta que cese todo el jaleo [del naufragio] a tu alrededor; entonces, aproximadamente a la media hora de la aparición de la calma, hará su entrada en escena. Probablemente dará unas cuantas vueltas a tu alrededor, a una distancia de unas 50 yardas. Podrás verlo y reconocerlo fácilmente. Te aseguro que no será nada agradable”.

“Debes seguir sosteniéndote en tu salvavidas como si el tiburón no existiera. No obstante debes seguir moviéndote, no con demasiada fuerza, porque podrías levantar espuma, que es blanca, y el blanco es su color favorito. No le dejes creer tampoco que eres un cadáver, pues adora lo muerto”.

“En algunos casos ha demostrado ser afortunada la idea de golpearle la nariz con el puño o con algún objeto contundente, para hacerlo batirse en retirada, pero en su pánico , y al intentar huir, puede revolverse deprisa y golpearte con la cola”.

“Algunas autoridades en la materia aconsejan agarrarse a una aleta que tiene, justo detrás de la cabeza, al pasar. El consejo es bueno, pero el truco está en poder agarrarse a esa aleta. Si lo consigues, sostente cogido a ella tanto como puedas. Si ves que aún así no te deja, y si tienes un cuchillo, puedes tratar de abrirle el vientre. Pero recuerda que es duro de pelar, y que también suelta sangre, que puede atraer a otros tiburones, de modo que este es solamente un recurso extremo. Tus posibilidades de vencer a un tiburón que puedas aferrar de esta forma no son precisamente del cien por cien, pero ya se ha hecho alguna vez”.

Hombre, tildar de muy feo al esbelto tiburón.