Gente corriente

Oriol Miró: "Yo era de los niños que hacían muchos tachones"

Calígrafo. Uno de los pocos profesionales del arte de la escritura manual defiende sus virtudes en la era de Twitter.

«Yo era de los niños que hacían muchos tachones»_MEDIA_1

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GEMMA TRAMULLAS

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La noticia de que en las escuelas finlandesas -consideradas el súmmum educativo- se prescindirá de la caligrafía tradicional agita al sosegado y minoritario sector de los calígrafos. Oriol, que es profesor de caligrafía en la Escola Elisava, prepara la entrevista escribiendo reflexiones en su libreta de esbozos, de donde salen las letras que luego lucirán en felicitaciones navideñas, etiquetas de vino o carteles promocionales de la serie Juego de tronos para Asia (www.urimiro.com).

-¿Usted hacía buena letra en la escuela?

-No especialmente, más bien era de los niños que hacían muchos tachones porque escribía muy rápido. Más adelante, en la EGB y en el instituto, dibujaba letras todo el tiempo y cuando hacíamos trabajos en grupo siempre me tocaba hacer los títulos. Pero jamás pensé que acabaría viviendo de esto.

-Ahora tiene letra de monje medieval.

-Escribo con letra itálica, que es más inclinada, comprimida y ágil que la típica letra redonda o ligada que enseñan en las escuelas.

-En Finlandia han decidido prescindir de ella. Los niños seguirán escribiendo a mano, pero con letra de imprenta o de palo, y se potenciará el uso del teclado.

-En una cosa tienen razón y es que los niños aprenden a escribir un tipo de letra que jamás volverán a ver fuera del aula. No ayuda a escribir de forma ágil porque está ligada de forma artificiosa y es demasiado redonda.

-Filosofía, dibujo, música... Todo lo que no tiene un sentido utilitario desaparece.

-Esa es la parte triste. Para mí, la escuela es un espacio para enseñar conocimientos y conceptos que sirven para dar valor a las cosas. En cambio, no es necesario que un maestro le enseñe a mis hijos a teclear en una tableta; eso lo aprenden solos. ¿Recuerda el discurso de Steve Jobs en Standford?

-Ahora mismo no lo tengo presente.

-Decía que una de las cosas que le marcaron en su fugaz paso por la universidad fue la caligrafía. Veía por todas partes carteles escritos con preciosas letras hechas a mano y se apuntó a una optativa de caligrafía. Nunca pensó que aquellas clases fueran a tener una aplicación práctica, pero al cabo de los años estaba diseñando el Macintosh y se acordó de aquellas letras. Por eso quiso que su ordenador tuviera una tipografía bonita y que todo el sistema fuera más humano, más asequible y menos críptico.

-¿Para qué más sirve escribir a mano?

-Ayuda a fijar conocimientos y a estructurar mejor el pensamiento y el espacio. Al ir más despacio que tecleando te permite pensar más lo que vas a escribir y, por lo tanto, escribes mejor. Además, en caligrafía no existe el control z [el deshacer de los ordenadores] y eso te obliga a ser más responsable porque, al ser más difícil rectificar, eres más consciente de tus acciones.

-Le das más valor a lo que haces.

-Hay estudios que indican que por cada 100 invitaciones a un acto hechas con ordenador acudirá una persona; en cambio, si las invitaciones están hechas a mano, acudirán 10 personas.

-¡Ya sé cómo voy a hacer las invitaciones del próximo cumpleaños!

-Las letras del ordenador van de fábula para hacer libros y muchas otras cosas pero la caligrafía te da un valor añadido porque humaniza el texto. Como espectador, lector o consumidor intuyes que detrás de aquel texto hay una persona que le ha dedicado tiempo y cariño y por eso tú, en correspondencia, le dedicas más atención.

-¿Cuántos calígrafos son en Catalunya?

-Los que nos dedicamos profesionalmente somos cuatro, literalmente. Incluso a ámbito mundial somos pocos, aunque cada vez hay más gente que quiere aprender. Por eso cuando leí la noticia de Finlandia por una parte me entristecí pero por otra pensé: «¡Más trabajo para mí!».