PROGRESIÓN de una dolencia incapacitante

La cifra de enfermos de alzhéimer crecerá un 50% en 20 años

Narcís hace ejercicios de 'txi kung'.

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ÀNGELS GALLARDO
BARCELONA

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La demencia de Alzheimer, la lenta destrucción neurológica que suprime por completo la identidad y las habilidades de los enfermos, avanza en proporciones superiores a las de las enfermedades del corazón, primera causa de muerte en la actualidad en el mundo desarrollado. Los 40 millones de enfermos de alzhéimer diagnosticados en estos momentos en el mundo habrán aumentado en un 50% en el 2030, y ya serán más de 60 millones, informa la Asociación Mundial de Alzhéimer. España pasará de los 900.000 afectados actuales a 1,5 millones, calcula la Sociedad Española de Neurología.

Estos incrementos incluyen de forma incipiente a los países en desarrollo, nutridos de población joven, para los que el alzhéimer fue un mal desconocido hasta hace pocos años. A medida que su desarrollo favorezca la longevidad crecerá la demencia, calculan los epidemiólogos, que prevén que en el 2050 habrá en el mundo más de 80 millones de personas afectadas por el mal de Alzheimer, del que hoy se conmemora el día mundial. «No habrá diferencias entre países nórdicos y sureños. La cifra de enfermos prevista es brutal -14 millones en Europa en el 2030- e implicará enormes costes sociales y sanitarios», afirma la neuróloga Mercè Boada, responsable de la atención del alzhéimer en el Hospital Vall d'Hebron, de Barcelona. Los hospitales, las residencias y la casa familiar no serán espacios adecuados para absorber esta demanda, añade Boada, que alerta de la necesidad de innovar y crear servicios adaptados para la demencia. «En Gran Bretaña y Francia ya existen redes de pisos públicos tutelados, en los que los enfermos reciben alimentación y vigilancia pero tienen cierta autonomía -explica-. Esto no existe en España, salvo una experiencia en Salamanca».

EL VALOR DE LA MEMORIA/ La edad media en que esta demencia se detecta en Catalunya en la actualidad se sitúa en los 73 años, 10 menos que en el 2000. En esto ha influido la actitud de los ciudadanos, que consultan mucho antes con sus médicos los fallos de memoria que consideran preocupantes, y la mayor atención que le prestan los facultativos, reconocen los especialistas. «La gente ha tomado conciencia del valor de la memoria, de su importancia como elemento de salud», dice Boada, que considera muy valiosa esta actitud. «Quien perciba que su memoria ya no es tan brillante como antes, no consiga aprender lo que se repite una y otra vez y no retenga lo ya aprendido, debe hablarlo con su médico», indica. Traducido a la vida cotidiana, esos fallos pueden consistir en preguntar ocho veces la misma cosa o en olvidar cómo se llega al supermercado al que se ha ido siempre, sin poder recuperar esos datos aunque se reciban pistas orientativas. «Esos tres detalles son señales de alerta», dicen los neurólogos, que añaden a ellas la dificultad de tomar decisiones en asuntos cotidianos.

Diagnosticar de forma incipiente una demencia para la que no existe tratamiento curativo puede resultar una noticia que deprima por completo al afectado, o bien ser un motivo para reorientar la vida, opinan los neurólogos. «También se puede participar en investigaciones con nuevos tratamientos», sugieren. El hecho es que desde 1993, año en que se comercializó el primero de los cuatro fármacos que ralentizan la degeneración del alzhéimer, no ha habido novedades terapéuticas capaces de acotar esta demencia.

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