LA LUCHA CONTRA EL CÁNCER

El legado de Ari

Con solo 18 años, Ariana Benedé quiso traer a Catalunya una técnica revolucionaria para curar la leucemia. Tras su muerte, el Clínic trabaja contra reloj para cumplir su deseo.

El equipo del Clínic. De derecha a izquierda, Álvaro Urbano, director de l'Institut d'Hematologia i Oncologia, y los doctores Manel Juan, Anna Boronat y María Castellat.

El equipo del Clínic. De derecha a izquierda, Álvaro Urbano, director de l'Institut d'Hematologia i Oncologia, y los doctores Manel Juan, Anna Boronat y María Castellat.

POR EVA MELúS

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Descoloca y remueve ver llorar a un doctor prestigioso, presuntamente curtido en batallas a vida o muerte. Se hace extraño percibir que los médicos están tristes, que son humanos. Sin embargo, la muerte hace una semana de Ariana Benedé Jover, después de recaer dos veces en la leucemia linfoide, ha sido un mazazo en el Clínic.

EL TIEMPO APREMIA

En febrero de este año, la joven inició un proyecto para traer al hospital el CART (Chimeric Antigen Receptor T-Cell), una técnica experimental mínimamente invasiva que ha reducido la mortalidad por leucemia linfática hasta en un 85% en Estados Unidos. "En días como estos te acuerdas de otros pacientes que también se fueron. Me vienen a la cabeza cinco casos", confiesa el doctor Álvaro Urbano, director del Institut d'Hematologia i Oncología del Clínic. "Ariana fue sometida a un trasplante de médula hace un año y en principio no necesitaba esta técnica, pero que haya muerto te hace pensar en que cada día que pasa hay alguna persona más a la que no podemos tratar", señala Manel Juan, jefe de la sección de Inmunología.

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"Yo no he podido tener ese tratamiento, pero me habría encantado tenerlo", escribió Benedé. En febrero, cuatro meses después de someterse al trasplante y aparentemente curada, la joven convirtió su trabajo de investigación de bachillerato en un multitudinario concierto benéfico en la sala Luz de Gas. El Projecte Ari, que además de su nombre lleva las siglas de Assitència Recerca Intensiva, creció con la ayuda de los contactos de su madre, Àngela Jover. El cocinero Nandu Jubany correrá el Dakar con la camiseta del proyecto y el filántropo Josep Suñol, que creó la Fundación Glòria Soler en memoria de su madre fallecida de cáncer, ha donado 300.000 euros. Aunque la mayoría de los 590.000 euros recogidos hasta hoy procede de microdonaciones. Su destino es mejorar la vida de los pacientes, así como financiar la tecnología y los ensayos clínicos necesarios para aplicar el CART en el Clínic.

UN SUPEREJÉRCITO

El CART consiste en extraer las células inmunes de un paciente y modificarlas con la ayuda de un anticuerpo, convirtiéndolas en una especie de superejército capaz de identificar y eliminar células tumorales, y volver a introducirlas con una infusión sanguínea. No hay riesgo de rechazo como en el trasplante de médula, porque el paciente combate la enfermedad con sus propios linfocitos. "Es uno de los avances más espectaculares de los últimos 15 años en el tratamiento de la leucemia linfoide", explica Urbano.

En Estados Unidos, el tratamiento ronda el millón de euros por enfermo. La farmacéutica Novartis podría empezar a comercializarlo en el 2017, pero no llegaría al España antes del 2019. El Clínic quiere llegar antes y con un CART que cueste una décima parte del de Novartis. "¿Por qué esa diferencia de precio? Porque en el caso del cáncer se paga lo que el mercado está dispuesto a pagar. En cierta forma, no es un mercado libre", añade Urbano.

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En agosto del 2011, Carl June, de la Universidad de Pennsylvania, publicó sus primeros resultados en la aplicación del CART. Un equipo de inmunología del Clínic había sintetizado un anticuerpo capaz de reconocer células tumorales y destruirlas hace 25 años. Es el principio de un CART. El doctor Juan, miembro de aquel equipo, empezó a mover papeles para viajar a Pennsylvania tres meses, pero mientras completaba los trámites, June llegó a un acuerdo con Novartis, que había vislumbrado que tenía delante la gran cura contra el cáncer. "Viajé igualmente y no solo me dieron acceso a todo el trabajo, sino que me animaron a desarrollar nuestro propio CART a partir del anticuerpo del Clínic", revela.

BIORREACTOR Y EQUIPO

Ari era la pieza que faltaba. Su proyecto ha servido para comprar un biorreactor, el 'Prodigy', que permite hacer crecer las células modificadas y insertarlas, y fichar a dos generosas expertas en biología molecular y celular, Anna Boronat y Maria Castellat, que realizan el trabajo de campo para validar el tratamiento. "Sabemos que tenemos al alcance algo que tendrá aplicación inmediata", afirma Boronat.

La Agencia Española del Medicamento exige 10 casos para validar el CART, que empezará a aplicarse en febrero. ¿Y después? "Una vez desarrollada la técnica, es fácil modificar el chip para generar otros tipos de CART que puedan curar otras enfermedades. Ya estamos trabajando con un tipo de cáncer infantil, tumores sólidos o las 'natural killer', un tipo de células eficaces en la destrucción de células malignas", explica.