Tres horas en la Audiencia Nacional

Ver a Jordi Pujol y Marta Ferrusola entrar en la Audiencia Nacional como imputados para ser interrogados por el juez De la Mata es la confirmación dramática de dos cosas. La primera es que en la España actual la impunidad es cada día más difícil. Y en Valencia la policía ha actuado con el PP como en Barcelona con CDC. La otra es que el 'pujolismo' no era sólo el sueño de construir Catalunya sino también un sistema con altas dosis de inmoralidad.

En España mucha mierda ha salido a la luz por la irritación generada por el binomio crisis-corrupción. Pujol, admitiendo ayer –tras haber asegurado lo contrario en su confesión de julio del 2014- que tenía una cuenta bancaria en Andorra (la comisión rogatoria lo puso en descubierto) y explicándolo por echar una mano al primogénito en proceso de separación matrimonial, desmonta toda una época. ¡El 'president' que se erigía en profeta moral del país frente a enemigos externos y vicios internos, tan celoso de su rango protocolario, abría una cuenta en un paraíso fiscal mientras presidía la Generalitat!

Y surgen preguntas. Una es si Jordi Pujol se habría sentido obligado a hacer una confesión parcial -para tapar lo que el juez de la Mata describe como una familia-organización para enriquecerse ilegalmente- si Catalunya fuera independiente. Si los Mossos habrían actuado con la misma diligencia que la policía española. ¡Recuerden aquello de '¡qué coño es la UDEF!'  ¿Y habría pasado lo mismo si Pujol no hubiera olvidado que lo normal es que 'El virrey' (título del libro de José Antich) que se subleva sea decapitado?

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Otra pregunta: ¿Actuó con la debida diligencia la prensa catalana? Pujol era un cacique y sabía subyugar a los medios y a sus propietarios con todos los métodos, desde la seducción y el halago a la subvención y la amenaza. Y seguro que en la prensa catalana pecamos de omisión. También la de Madrid que tanto lo denuncia ahora pero que le hizo Español del Año con intermediarios de por medio. Pocos días después de ser nombrado director de 'La Vanguardia' (finales del 87) Pujol afirmó que si volvía otro Galinsoga (director del diario anticatalanista que fue cesado en 1960) “lo volveremos a echar de Catalunya”. La frase tenía intención pero la retiró tras una interpelación de Rafael Ribó. Luego la relación fue de una frialdad distante, a veces correcta. Debía de saber que no haría 'antipujolismo' (no era mi función) pero le molestaba que un “desafecto” dirigiera un diario relevante. Era una ofensa a su autoridad.

Si, la prensa catalana –toda- podíamos haber indagado más porque por el humo se sabe dónde está el fuego y le irritaba cualquier alusión a sus hijos. Pero nadie pudo imaginar que lo que parecía un pecado de clientelismo familiar pudiera tener las dimensiones que ahora se van conociendo.

Por otra parte Pujol ha sido un político notable. Supo ganar cinco elecciones seguidas. Desde el inicio era independentista como objetivo máximo, pero levanto la bandera del catalanismo pragmático porque era lo mas conveniente para Catalunya… y para su carrera. Jugó con lealtad a estabilizar la democracia. Con Suárez, Calvo Sotelo, Felipe González y Aznar. Y actuó como un europeísta que sabía lo que pasaba en las democracias europeas. Hizo de conservador centrista, algo raro al sur de los Pirineos. 

Ayer declaró acusado de corrupción. Se podría decir que lo cacique, aunque sea a la enésima potencia, no quita lo valiente. En España la ausencia de 'seny' es más grave aún que la corrupción. Pero la mezcla de los vicios de avaricia y soberbia con autoridad provocó que un político de 'seny' acabara perdiendo esa cualidad.