El debate sobre el autogobierno

La vieja deuda del PSC

José Luis Rodríguez Zapatero y José Montillase reunirán hoy en el Palacio de la Moncloa para analizar juntos los efectos de la sentencia sobre el Estatut. Según apuntó ayer el vicepresidente del Govern, Josep Lluís Carod-Rovira, Montilla expondrá a Zapatero el «malestar» creado en Catalunya por el fallo, pero no se espera que de la reunión salga una «hoja de ruta» para rehacer el Estatut.

La proclamación 8 José Bono reconoce la victoria de Rodríguez Zapatero en el 35 congreso del PSOE.

La proclamación 8 José Bono reconoce la victoria de Rodríguez Zapatero en el 35 congreso del PSOE.

DAVID MIRÓ
BARCELONA

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Cuando José Luis Rodríguez Zapatero reciba hoy a José Montilla en la Moncloa hará exactamente 10 años que en Madrid se dio el pistoletazo de salida al 35º congreso del PSOE, el que aupó al político leonés a la secretaría general del partido por un escaso margen ante José Bono. Hace, pues, 10 años un desconocido Zapatero daba sus últimos retoques al discurso con el que el día siguiente pretendía seducir a una mayoría de los delegados. Contaba para ello con varios ingredientes y mensajes: renovación, optimismo, juventud, feminismo, modernidad y... un nuevo discurso territorial, de un federalismo no simplemente nominativo, en la senda de lo que preconizaba una estrella refulgente del socialismo español como Pasqual Maragall, que acababa de derrotar en votos al mismísimo Jordi Pujol. Ese era un buen asidero para captar los votos de los que temían el rancio nacionalismo español de Bono.

Una España diferente

La frase concreta con la que Zapatero aspiraba a convencer a los socialistas catalanes, que enviaban 76 delegados, y a otros«periféricos»fue la siguiente:«Quiero una España federal y un Estado plural que garantice la personalidad de sus regiones, sus nacionalidades y sus naciones».El hecho de distinguir entre«nacionalidades y naciones»fue interpretado como un mensaje a favor de la España plurinacional (así lo hizo, por ejemplo, Xavier Trias, de CiU), en contra de la España única del PP. Por fin alguien plantaba cara y proponía una España diferente, plural, como se definió a partir de entonces. A los federalistas se les iluminó la cara.

¿De dónde bebió Zapatero esa doctrina? El exdiputado socialista y miembro primigenio del grupo que aupó al actual presidente del Gobierno, Germà Bel, lo tiene claro:«Zapatero admiraba mucho a Maragall, que en aquel momento era el súmmum de la modernidad». Pasqual y su hermano Ernest aplaudieron a rabiar un discurso histórico que decantó la balanza.«Su intervención nos sonó muy bien», recuerda Miquel Iceta. La alianza estratégica entre el PSC, una parte del socialismo andaluz y el sector guerrista cerró la puerta a Bono por solo nueve votos de diferencia, 414 a 405.

Desde entonces ha llovido mucho, pero la coincidencia ha querido situar a Zapatero y a Montilla, 10 años después y ambos en los respectivos gobiernos de España y Catalunya, ante la cruda realidad de un Tribunal Constitucional (TC) que no admite más nación que la española y rebaja las aspiraciones catalanas de autogobierno. De alguna manera, el PSC necesita cobrarse una vieja deuda, la de su apoyo hace 10 años, porque de ello depende la supervivencia de su proyecto político. Su diagnóstico es muy severo. Iceta lo expresa así:«La sentencia del TC sobre el Estatut es un claro exponente de una cierta regresión política que se ha vivido estos años».

De eso intentará convencer Montilla a Zapatero hoy, de que al igual que hace 10 años, es necesario un gesto, o un conjunto de gestos, que hagan visible que la concepción de España de la izquierda, la perspectiva federal, es algo más que palabras. Y que no se puede perder esta batalla sin poner en riesgo la adhesión de los catalanes al proyecto común. O federalismo o secesión, he ahí la cuestión.