LA CLAVE
Convergència: el nombre y la cosa
A menudo los partidos necesitan que las urnas los pongan de patitas en la oposición para alumbrar nuevos proyectos y liderazgos
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
Justo cuando Artur Mas cumple seis meses como 'expresident' de la Generalitat, la cuarentona Convergència se ha ido de convivencias para rebautizarse, repensarse y revitalizarse. Pero este plazo no le ha alcanzado para completar la 'despujolización' del partido, a tenor del rechazo que han cosechado entre cuadros y militancia los nombres propuestos tanto para la organización como para la nueva dirección. ¿Nueva?
La discusión convergente sobre el nombre de la cosa y sobre la cosa en sí misma es fruto de los pecados fundacionales del partido: el hiperliderazgo mesiánico de Jordi Pujol, emulado por Mas, y la proverbial ambigüedad ideológica que permitió a CDC ocupar, hasta su viraje independentista, el carril central de la política catalana.
La promesa de enterrar la verticalidad y democratizar la toma de decisiones casa mal con el secretismo que rodeó la nomenclatura planteada por la cúpula, y otro tanto cabe decir sobre la decisión de Mas de ungir a <strong>Neus Munté </strong>como vicepresidenta 48 horas antes del congreso, perpetuando de facto su propio liderazgo.
Desde que Mas llamó en el 2014 a aparcar las ideologías en aras del bien supremo de la independencia, CDC abdicó de su alma liberal y se desdibujó ante su propio electorado. Y ahora, al omitir la independencia como eje doctrinal, reincide en esa pujolista indefinición.
Para 'despujolizar' el partido antes llamado Convergència no basta con abjurar de las tropelías del fundador. La regeneración exige no envolverse más en banderas --ni la cuatribarrada de Pujol, ni la 'estelada' de Mas--, combatir prácticas como las aún hoy judicializadas y depurar responsabilidades políticas al más alto nivel. El negacionismo del pasado no ayuda a cimentar un nuevo futuro.
INEXORABLE DECLIVE
El lento pero inexorable declive electoral de CDC, apenas maquillado por la 'Operación Junts pel Sí', tal vez sea, junto a la continuidad de Mas, el principal obstáculo para una verdadera refundación convergente. A menudo los partidos necesitan que las urnas los envíen de patitas a la oposición para modernizar sus proyectos y alumbrar renovados liderazgos. Un nuevo nombre, por sí mismo, no hace la cosa.
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